Flor en tempestad

Capítulo 18

Dieciocho

Warren

Una mañana más asomaba en el reino, con el sol listo para iniciar su paso por el cielo para comenzar a llenar con su luz y su calor todo lo que con sus rayos podía alcanzar. Aún era temprano. Eydell descansaba a mi lado, con su cabeza ligeramente ladeada en el respaldo del sillón, y sus manos abrazando sus piernas. Nos habíamos quedado, una vez más, charlando hasta muy tarde, debido a que se había negado, como la noche anterior, a que me quedara fuera de la habitación, y fue así como terminamos tumbados en los sillones haciéndonos preguntas y contándonos historias, algunas personales.

Y he de decir que disfruté demasiado la velada, envueltos en una plática amena, cómodos el uno con la otra, un ambiente acogedor. Y su voz, sus ojos, su sonrisa… Ella.

Me era mucho más complicado negar lo mucho que estaba sintiéndome atraído por ella, por su forma de ser, por esas sonrisas que marcaban las comisuras de sus labios, las pestañas largas y rizadas que enmarcaban sus ojos marrones tan encantadores —aunque los ocultara ese color miel del hechizo de Gilmer—, sus cabellos ondulados y rebeldes… Independiente de lo preciosa que me parecía físicamente, su interior me hacía desear conocerla más, sus expresiones, sus anhelos, sus miedos, lo que la hacía feliz, lo que la entristecía, lo que la motivaba a seguir… todo cuánto pudiera conocer, y, además, sentía el impulso de apoyarla, de complacerla, de cuidarla, de acompañarla.

En definitiva, Eydell se había colado de lleno en mi corazón.

Dirigí mi mirada hacia ella, que seguía descansando en el sillón contiguo, y un profundo deseo de acariciar su rostro se apoderó de mí.

¿Qué estás pensando?

No era lo correcto. Si Eydell me permitía, en algún momento, tocarla, tenía que estar consciente de ello. Por eso, con cuidado de no hacer ruido de más, me puse de pie y salí de la habitación; necesitaba refrescarme, pues de pronto sentía más calor, y tenía que apartar aquellos pensamientos si no quería que portarme como un degenerado y asustar a Eydell. Por suerte, cerca de la posada quedaba la salida hacia un bosquecillo, al inicio de una pequeña cadena de montañas, y donde encontraría una cascada cayendo en un lago. Era perfecto para refrescarme.

Caminé con paso firme, escuchando el crujir de mis pies sobre las hojas secas en el piso y el cantar matutino de algunas aves locales. Me abrí paso entre los árboles y los arbustos; el aroma que se desprendía solo podía traerme la imagen de Eydell a mi cabeza, porque olía a flores, y sabía que a ella le fascinaban las flores.

Nunca antes me había sentido así. Con el corazón a rebosar de alegría con el simple hecho de pensar en alguien, con tantos deseos dirigidos hacia una persona. Y, para ser honesto, nunca me había sentido tan pleno y tranquilo. Amaba mi labor como guardia, servir a Liam y al reino era mi mayor satisfacción, pero luego de haber conocido a Eydell descubrí que podía relajarme de vez en cuando para disfrutar de pequeñas cosas, como un aroma, la sensación del viento, el cielo nocturno, una sonrisa, un silencio, y tantas cosas que hasta ese día había compartido con ella.

Me parecían tantas cosas, pese al poco tiempo que llevábamos juntos, pero tiempo era lo que no tenía de sobra, porque se iría en cualquier momento. Al menos agradecía a Nadur que no apareciera, porque eso me daba un poco más para compartir con ella.

El sonido del agua golpeando la superficie del lago me indicó que estaba a un costado de mi destino. Apenas lo divisé, me retiré la ropa necesaria para acercarme al borde y tirarme de un clavado al agua, dejando que su frescura cubriera cada poro de mi piel.

Me sumergí unas cuantas brazadas hacia el fondo, y me fue imposible no recordar que, días atrás, había salvado a Eydell de ahogarse en un lago, precisamente. Ese había sido el comienzo de todo, aunque ella lo tenía planeado como un final. Gracias a Enaid había estado ahí para salvarla, y para conocerla.

Nadé hacia la superficie y salí, tomando una profunda bocanada de aire y retirando con mis manos el cabello pegado a mi frente, una sensación tan revitalizante como relajante. Estuve otro rato más nadando de una orilla a otra, hasta que me sentí satisfecho y mi cuerpo cargado de energía. Después, salí del agua.

Mientras permanecía sentado al borde de una gran roca, esperando para que el calor del sol evaporara un poco el agua de mi cabello, pensé en aquel día que había rescatado a Eydell. Ella quería terminar con su vida, pero seguía sin entender del todo su motivo. Sabía sobre su sentir, sobre la culpa que sentía por no haber seguido sus sueños y el peso que esa decisión generaba en ella gracias a algunas pláticas que habíamos tenido, pero no podía comprender qué la había llevado a lanzarse al agua. ¿La culpa? ¿La frustración? Deseaba demasiado convertirme en un apoyo para ella; esperaba que los días que llevábamos juntos le ayudaran, aunque fuera solo un poco.

Pensaba en ello mientras volvía a la posada. Me había vestido nuevamente, aunque la humedad de mi cuerpo aún era la suficiente para traspasarla a mi ropa. No había previsto que Eydell estaría fuera y me vería llegar; tampoco que observaría un poco más detenidamente mi anatomía.

—Eydell… Buenos días —saludé con torpeza, de pronto consciente del calor en mis mejillas.

—Hola —respondió, su sonrisa parecía tímida.

Por todos los cielos, ¿por qué me siento tan nervioso?

—Ya has despertado.

¿No podías ser más obvio? ¡Contrólate!

—Hace un momento.

Es que se veía tan hermosa, en gran parte por eso me había vuelto tan torpe de repente. Su cabello estaba suelto, y se había hecho un par de trenzas que caían en los costados de su rostro. El color del vestido que llevaba le sentaba de maravilla, guinda con decorados beige —gracias a Gilmer, seguramente, y a alguno de sus hechizos—. Y su rostro… cielos, su rostro se veía diferente, más relajado, más radiante, y estoy seguro de que no se debía a los rayos del sol que lo acariciaban.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.