Flor en tempestad

· · · ·

· · · ·

—¿Por qué lo dejaste? —preguntó Dean, luego de recoger con la cuchara un poco de helado de vainilla de su affogato.

—Dejar, ¿qué?

Sabía a lo que se refería, pero aún quería fingir que no. Tomé con despreocupada tranquilidad la taza que tenía al frente para darle un sorbo al latte con crema irlandesa que había pedido aquel día, mientras Dean me miraba con el ceño fruncido.

—He hecho la misma pregunta cientos de veces —refutó—, claro que sabes de lo que estoy hablando.

—Dean, ¿podemos solo disfrutar de nuestras bebidas? —le pedí, lamiendo con deleite la espuma que se había quedado en la comisura de mis labios—. Después puedes seguir con el sermón.

—Es sólo que sigo sin entenderlo… ¿Administración? ¿De verdad?

—Tan cierto como que te estás tomando un affogato incluso cuando tu manager casi te ha prohibido tomar cosas frías —argumenté señalando con mi dedo acusador su bebida.

Dean ya estaba muy adentrado en su carrera de cantante y músico, mientras que yo recién le estaba contando sobre mi ingreso a la universidad.

—No cambies el tema —dijo con el ceño aún más fruncido.

Claro que quería cambiarlo; no quería hablar de la decisión que acababa de tomar. Porque estaba completamente consciente de que no había marcha atrás, no había más por hacer. Mi vida ya estaba arruinada, después de todo. ¿Qué podía salir mal?

Algún tiempo después obtuve mi respuesta…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.