Florecer sin miedo - Saga Dorsetshire 0

Capítulo 9

Hola!! les dejo un mini capítulo, voy lento, me está costando escribir, pero trataré de actualizar tanto como pueda.
Buen domingo!!!

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Su padre había viajado por negocios durante el fin de semana, así que después de estar trabajando arduo para preparar su maleta y todo lo que necesitara, Addie y su madre estaban disfrutando de sus días libres. Después de desayunar, se habían dedicado a la correspondencia, su madre le escribió a su hermano en Londres y ella también le redactó una esquela breve, luego se puso a responder las cartas que sus primas le habían enviado un par de semanas atrás.

Les contó sobre el bazar y las jornadas de bordado y sobre el clima, hubiera querido contarles de los libros que leía a escondidas o de cómo se había lanzado al río para rescatar un perrito, pero no podía, era precavida hasta en las cartas que enviaba, ni siquiera allí se animaba a desnudar sus pensamientos y anhelos.

Se preguntó si alguna vez podría ser ella misma, si alguna vez podría dejar que sus emociones y pensamientos fluyeran, o si toda su vida debería fingir hasta que la muerte la liberara.

Trató de alejar aquellos lúgubres pensamientos y disfrutar de aquellos días de paz junto a su madre.

Hicieron cosas simples, como cocinar comida que ellas les gustaban, dar paseos o conversar tranquilas, no era las acciones sino la sensación de tranquilidad sin la tensión ni la preocupación de disgustar a su padre. Era lo cotidiano pero hablaban más fuerte, reían más fácil.

Y también dejó descansar su cuerpo junto con su alma, no había rosas en su casa , pero había pinos y en verano era una delicia recostarse debajo de su sombra. Había una capa de agujas que formaban un colchón aromático, más las nuevas ramas verdes que impregnaban todo con aquel característico olor a fresco. Se recostaba allí, se dejaba envolver por el reconfortante aroma y dormía una pequeña siesta.

La naturaleza siempre funcionaba como un bálsamo, cuando más desesperanzada estaba miraba hacia el cielo y en las estrellas encontraba compañía, lo mismo con los aromas y los colores. En su momentos más duros, la belleza del mundo le recordaba que no debía bajar los brazos. Muchas veces con los ojos empañados en lágrimas había visto cielos azules claros y brillantes, la luna venciendo la oscuridad de la noche o arcoíris después de feroces tormentas. Para alguien tan solitaria como ella, era como si una fuerza invisible le recordara que vivir valía la pena.

Cuando su padre regreso, ella se sentía fortalecida por la pequeña tregua que habían tenido, y la tensión silenciosa que se apoderaba de su casa por el temor a cometer algún error le hizo menso mella.

Y el día de la reunión de bordado, volvió a darle un respiro. Mientras caminaba con su madre hacia la casa de la señora Wellington, iba con el ánimo ligero mientras pensaba en lo que p bordaría y en el nuevo libro que Philippa le prestaría, iba tan absorta en esos pequeños pensamientos felices, que solo noto al perro cuando se arrojó contra sus piernas. Se sobresaltó un instante y luego lo reconoció, estaba mucho mejor que la última vez que lo había visto, y por la forma en que le movía la cola , también la reconocía. Se agachó para acariciarlo.

-Lo siento, señorita Blythe- dijo alguien junto a ella- es un poco travieso. Debí traerlo con correa

Adeline levantó la vista y vio a Joseph Lawrence y a su madre.

-Está bien, no me molesta- respondió ella.

-Se llama Nilo – le informó y ella pestañeó sorprendida – como el río- agregó por si no había captado la referencia.

-Hola , Nilo – saludó al animalito y este le correspondió con efusivos coletazos- Es un buen nombre – respondió a Joseph y se sintió emocionada de que aquella conversación intrascendente para otros, fuera un código entre ellos

-Es un buen perro, parece que usted le agrada – le dijo y se agachó a su lado para alzar al animal

-También me agrada- susurró ella con una leve sonrisa mientras le daba unas últimas palmaditas a Nilo

-Lamento que las hayamos molestado, Joseph insistió en acompañarme y darle un paseo a su perro, pero suele ser muy tranquilo y no se acerca a la gente fácilmente- se excusó la señora Lawrence un poco incómoda. Adeline tuvo la sensación de que él lo había hecho intencionalmente para que ella viera que el perrito rescatado se encontraba bien, y se lo agradeció profundamente.

-Me disculpo nuevamente – dijo él.

-No es necesario disculparse, a Adeline le gustan muchos los animales- dijo su madre y Addie supo que la apenaba que ella no pudiera tener un perro como le hubiera gustado.

-Joseph, gracias por acompañarme- dijo su madre

-Vendré a buscarte – respondió él.

-No es necesario.

-Lo sé, pero quiero hacerlo- dijo y se despidió de su madre dándole un ligero beso en la mejilla, luego hizo un gesto de saludo y se alejó mientras ellas entraban a la casa para la reunión de bordado.

Tristemente Philippa no habían encontrado un libro adecuado para traerle y además le dijo que estaba preocupada por Mary, hacía días que no la veía y cuando la había buscado para ir a la reunión de bordado había enviado a decir con una empleada que no se sentía bien.

-Seguramente la veamos en la iglesia.

-Eso espero, igualmente intentaré visitarla- dijo Philippa decidida. A Adeline le hubiera gustado poder acompañarla pero sabía que "pasear" con amigas no era una actividad bien vista por su padre, por eso también le costaba profundizar sus lazos con sus conocidas.

La señora Wellington se puso a hablar de su viaje, así que ya no volvieron a conversar y Adeline volcó su concentración a su bordado mientras recordaba su encuentro con el perrito que había rescatado, le daba mucho gusto verlo bien cuidado, ella lo había sacado del río, pero Joseph Lawrence le había dado una nueva oportunidad.




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