Florecer sin miedo - Saga Dorsetshire 0

Capítulo 16

Un poquito más...

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Regresaron a casa antes que el baile terminara, su padre había cumplido su propósito e incluso su hermano se había divertido bailando, aunque había sido aleccionado previamente sobre no comprometerse con ninguna joven de Dorsetshire. Su padre esperaba más de él, anhelaba que encontrara una esposa entre la clase alta de Londres.

Addie no se atrevía a indagar sobre lo que se esperaba de ella, quizás porque lo sabía demasiado bien. Llegado el momento sería solo una moneda de cambio.

Sabía también que su hermano regresaría en pocos días y que la atención de su padre volvería a centrarse en ella y su madre, además estaría de pésimo humor, pasaba siempre tras la partida de su hijo dilecto.

¿Qué podía hacer con el tiempo prestado que le quedaba? Solo se le ocurría una cosa, así que a la tarde siguiente se dirigió hacia el árbol, esperando encontrar a un hombre y un perro. Deseando y temiendo a partes iguales.

Cuando Nilo salió a recibirla, pensó en el baile de la noche anterior cuando Joseph y ella habían fingido no conocerse, los animales no podían hacer eso, no disimulaban. El perrito la reconocía, la quería y corría hacia ella cada vez que la veía. Pensó que de ser un animal hubiera sido mucho más libre, ser humano y, además ser mujer, la llenaba de restricciones.

Luego el pensamiento se desvaneció porque Joseph se acercó a ella, el Joseph que le prestaba libros y la alentaba a decir lo que pensaba, el que la miraba con atención y curiosidad, el que parecía estar contento de verla. El Joseph que pertenecía a ese lugar y a esas horas robadas en que ella se animaba a ser un poco más ella misma.

-Bienvenida, Señorita Blythe – le dijo al llegar a ella y sus ojos verdes brillaron cálidamente .No lo dijo con palabras, pero la esperaba.

-Es bueno verlos – respondió ella valientemente mientras acariciaba a Nilo.

-¿Entonces qué le pareció el libro? - preguntó haciendo un gesto hacia el ejemplar que ella llevaba en la mano.

-Oh, es muy interesante y también es aterrador.

-¿La asustó el monstruo? – preguntó.

-No, la criatura me dio pena. Fue su creador quien me pareció monstruoso, hay tantos monstruos que fingen no serlo, parecen ser personas decentes, pero carecen de humanidad, no les importa dañar a los inocentes – expresó con intensidad y él la miró fijamente.

-Coincido con usted, cuénteme más sobre sus impresiones – la invitó mientras iban hacia el árbol y se sentaban bajo la sombra, Addie comenzó a hablar con entusiasmo.

Él la escuchó atentamente y también le dio su opinión sobre la historia, luego siguieron hablando de otros temas en relación al libro, hablaron de la sociedad, de la ciencia y también le nombró a otras mujeres escritoras, prometiéndole que le conseguiría sus libros.

-¿No le gusta bailar? – preguntó Adeline repentinamente. Estaba tan cómoda hablando con él que la pregunta que rondaba en su cabeza había salido sin darse cuenta. Joseph la miró desconcertado y luego entendió la conexión, ella le hablaba de la noche anterior, del baile.

-No es que no me guste, supongo que solo no tenía ganas. ¿Y a usted? Tampoco la vi bailar ayer – dijo él queriendo hacerle saber que también la había observado

-No es que no me guste, no exactamente – respondió ella y su se volvió baja e insegura. No podía explicarle que hubiera querido poder bailar como las demás, pero que no le estaba permitido.

Joseph se movió con rapidez, se paró delante de ella y extendió su mano

-¿Le gustaría bailar conmigo? – preguntó.

-¿Ahora? ¿Aquí?- le preguntó Addie poniéndose de pie –Ni siquiera hay música- casi protestó y él sonrió. No podía decirle que una vez la había visto desde lejos bailando con la música del viento.

-Sí, ayer no era el momento para que yo bailara, ni para que usted lo hiciera. Pero creo que este instante es perfecto. En cuanto a la música, ¿recuerda la primera pieza que sonó ayer?

-La recuerdo- dijo ella porque era cierto, había sido una música tan bonita y le había despertado tantos anhelos que la había escuchado atentamente grabándola en sus recuerdos.

-Entonces esa será nuestra música, ¿baila conmigo, Adeline? – insistió y acercó su mano extendida un poco más a ella.

Sabía que aquel tiempo robado se le terminaría pronto y el sueño acabaría. Pronto ni siquiera podría ir libremente en las tardes hasta aquel árbol. Solo tenía ese instante, y su valor brilló bajo el cielo azul.

-Sí- respondió y tomó la mano extendida de Joseph Lawrence. Dejó que la guiara para bailar con una música que sólo ellos podían escuchar.

Bailaron mientras un perrito negro corría y saltaba junto a ellos.

Se detuvieron al mismo tiempo, mientras él aún sostenía su mano, se miraron en silencio y se separaron . Joseph la miró con cierta tristeza, como si le costara soltarla.

-Ya no podré venir , es decir no sé cuándo podré volver. Mi hermano volverá a Londres y estaré muy atareada – dijo ella de golpe. Volvía a la realidad.

-Seguiré dejando los libros aquí, puede buscarlos cuando tenga un tiempo libre.

-Gracias, será extraño no poder comentarlos.

-Igual podemos hacerlo – dijo y la vio ponerse nerviosa, como si él estuviera a punto de cruzar una línea que no debía cruzarse- Le dejaré una nota al final con mi opinión, y cuando lo devuelva usted puede dejar una nota con lo que le pareció. No es lo mismo, pero se parecerá un poco a nuestras conversaciones, ¿qué le parece?

- Acepto- respondió más tranquila. Había temido que él le pidiera visitarla o algo parecido.

-Supongo que ya se le hizo tarde- observó él y ella asintió. Se despidieron y Addie emprendió su camino de regreso. Sintió frío mientras volvía sola, se dijo que era el cambio de estaciones, pronto llegaría el otoño, solo era eso.




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