Florecer sin miedo - Saga Dorsetshire 0

Capítulo 18

¡Hola! Tanto tiempo,  me ha costado escribir en este tiempo,  gripe, cansancio, cosas varias que tuvieron mi mente ocupada y lejos de la inspiración. 

Estoy intentando volver, también yo extrañaba a Dorset. Gracias por la paciencia. Espero les guste

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Aquella noche Addie estaba insomne, el viento sonaba fuerte contra las ventanas y extrañamente se sentía como un enemigo, la inquietaba. También sentía frío, el otoño estaba llegando , pero el frío no era solo físico, era interno. Gris, sola y desesperanzada, como si su derecho sobre su propia vida fuera algo prestado y el tiempo se estuviera acabando: Tal vez no estaba tan equivocada, era una noche llena de pensamientos sombrío.

Durmió poco y despertó cansada. Se preguntó cómo sería despertar llena de expectativas por un nuevo día, cómo sería pensar que era una nueva oportunidad para que ocurrieran cosas maravillosas. Se preguntó cómo sería despertar sin miedo por su futuro.

Agradeció la presencia de su madre que era un bálsamo cuando ella sentía que se perdía en la angustia. Aún así hizo las tareas en forma mecánica y trató de mantenerse muy ocupada y cansarse, para no pensar tanto.

Y cuando llegó el atardecer y tuvo un tiempo para sí misma, intentó leer, pero no pudo, no lograba concentrarse y además extrañaba a Joseph Lawrence. Mucho.

Su sombrío estado de ánimo era resultado de una sumatoria de cosas, pero aquella presencia del joven en su vida que también era una ausencia, le generaba muchas emociones. Se alegraba si lo veía o leía aquellas largas notas que él escribía sobre los libros que compartían, pero también la hacía sentir triste cuando recordaba que no debía tener una relación tan estrecha con él, y que tampoco debía dejar que fuera ocupando más lugar en sus pensamientos porque él tenía una vida que le era ajena, inaccesible y en la que ella ocupaba un pequeñísimo lugar.

Algún día él se aburriría de ella. Algún día se casaría. Algún día la olvidaría

Los días pasaron y ver a la señora Lawrence asistir a la iglesia le dio mucha tranquilidad, había estado preocupada por ella. Con su madre se acercaron a saludarla brevemente y les dijo que ya se sentía mejor de salud. También mencionó que Joseph había viajado, pues durante su convalecencia había desatendido algunos negocios por cuidar de ella.

De a poco el otoño iba cubriendo a Dorset, en aquella época todo parecía cubrirse del tono dorado de las hojas que iban creando una gama infinita del verde suave al amarillo más intenso, pasando por el ocre y el tono rojizo.

Addie terminó el libro de ciencias y lo devolvió al árbol. Aunque esperaba que debido a su viaje, Joseph no hubiera dejado un libro nuevo, sí lo había hecho, uno de poesía. Lo leyó lento como si lo saboreara. La poesía era diferente a otros textos, había que darle tiempo para que llegara al alma, y luego anidara allí cubriéndose de nuevos sentidos.

Y con el pasar de los días llegó el famoso "festival de las manzanas de Dorset". Había una variedad muy particular que crecía allí, así que tras la cosecha se hacía un pequeño festival en el que participaban en su mayoría mujeres, se dedicaban a hacer dulces y postres, además de ser una excusa para socializar .

Ella asistiría junto a su madre, ya que la señora Devereaux había hecho llegar una invitación a través de su marido, y cuando se trataba de gente influyente, su padre no se negaba. A veces, Addie sentía que algunos de los habitantes de Dorset intuían cuál era su situación verdadera, y buscaban como ayudar, porque en verdad no hacía falta tanta formalidad para aquel evento, pero esa invitación les había permitido ir.

La reunión se hizo en casa de los Devereaux ya que era de las más grandes de Dorsetshire, incluso tenían dos cocinas, lo que permitía que las mujeres pudieran trabajar en sus tartas y dulces mientras se reunían y charlaban.

Era un día perfecto de otoño, el clima agradable que les permitía estar afuera y los árboles con sus follajes cambiando de color le daban un tono dorado. También el ánimo de las mujeres reunidas era alegre y fraternal, parecía ser que la señora Devereaux se había encargado de excluir a las malintencionadas y chismosas.

Para Addie fue un placer poder reunirse con Phillipa y otras conocidas, además de gente que apreciaba como las hermanas Alistair. Y aunque era inusual la presencia de hombres en esas reuniones, había algunos, estaba el hijo de la señora Devereaux con su prometida, lo que parecía ser un aliciente para hacerlo brindar su ayuda.

Y estaba Joseph Lawrence que había asistido para acompañar a su madre y colaborar con lo que fuera necesario, ya que no quería que ella se sobre esforzara.

Adeline había tratado de reaccionar con calma al verlo allí y saludarlo, pero al mismo tiempo sentía que todo su ser estaba conmocionado. Hubiera deseado no tener que controlar sus expresiones y poder expresar que le alegraba verlo, y decirle que estaba amando el libro de poesía, pero sabía que ya aquel encuentro inesperado era un regalo, no podía pedir más.

Las mujeres se repartieron tareas, algunas lavando las manzanas, otras pelando y cortando, unas haciendo distintas tartas y otras preparando mermeladas.

Durante un tiempo, Addie ayudó en el interior de la casa, junto con su madre y Philippa cortar manzanas y preparar la masa, pero luego terminó ayudando con la mermelada en la otra cocina. Debía usarse cuando se hacían banquetes en los jardines, porque era casi independiente del resto de la casa

Había terminado en aquella tarea, un poco porque se había sentido algo agobiada con la interacción, además las jóvenes estaban entusiasmadas interrogando a la prometida del heredero de los Devereaux y ella se sentía fuera de lugar. La charla sobre romance, el compromiso, el ajuar y los preparativos para la boda una vez que el novio terminara sus estudios parecían pertenecer a otro mundo




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