Florecer sin miedo - Saga Dorsetshire 0

Capítulo 32

Bueno, un poco más. Decidí dividir en dos lo que va a ser el desenlace, así que les dejo esta parte por ahora. Abrazos

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Cuando los Lawrence se fueron, su padre se encerró en su estudio. La tensión se sentía en el aire, pero cuando Addie sentía que su ánimo podía decaer miraba su anillo y se volvía a sentir fuerte y valerosa. Joseph no solo le había dado un anillo para probar su compromiso, le había dado un faro, una pequeña estrella guía y con aquel pensamiento superó aquel día y la primera noche de regreso en su casa.

Al día siguiente, luego del desayuno, la señora Lawrence llegó de visita.

-Buenos días, vine a buscarlas para ir a hablar con el párroco para fijar la fecha, nos está esperando, perdón por no avisar con tiempo pero está muy ocupado y justo nos dispensó un poco de su tiempo para hablar con nosotras- se excusó mirando a su futuro consuegro- Tengo el coche afuera – las urgió y casi sin darles tiempo se las llevó consigo.

-Bueno, no fue muy natural, pero creo que resultó- dijo ni bien subieron al carruaje.

-¿El párroco no nos espera? – preguntó la señora Blythe confundida.

-Sí, nos espera, y Joseph también está allá, pero no había urgencia alguna, nuestro estimado párroco tiene mucho tiempo libre últimamente- dijo sonriendo suavemente y Addie devolvió la sonrisa. Era verdad que no estaban solas, era verdad que los Lawrence estaban dispuestos a actuar como un escudo entre ellas y su padre.

Los cuatro tuvieron la reunión con el párroco y acordaron todo lo necesario para la ceremonia, aunque le pareció algo apresurado, tenía muy buen concepto de Adeline y Joseph así que confió en su decisión. Luego se quedó arreglando detalles con las madres mientras la pareja aprovechó a dar un breve paseo.

-Hace frío, ¿estás bien? – preguntó Joseph y ella tuvo la sensación que no quería preguntarle sobre el clima sino sobre su regreso a casa.

-Estoy bien, nunca me gustó tanto el invierno como ahora – le respondió ella.

-Me alegra – dijo él y aprovechó que era difícil caminar sobre la fina capa de nieve para tomarle la mano- ¿Hay algo que desees en particular para la boda?

-No, nada especial. Soy diferente a otras mujeres, nunca me hice mucha ilusión con mi casamiento, ni me permití imaginar como quería que fuera.

-¿Tu vestido? ¿Alguien que quieras invitar?- preguntó él y ella sacudió la cabeza.

-Solo me importa que seas tú el novio.

-Eso lo puedo garantizar, pero si hay algo más que desees. Sé que no hay mucho tiempo, pero haremos lo posible.

-En realidad me gustaría invitar a Philipa, pero no creo que quiera regresar a Dorset aún.

-Aún así puedes invitarla, ¿alguien más?

-Las señoras Alistair, siempre han sido tan amables- dijo ella.

-Y nos pusieron a revolver mermelada – le recordó haciéndola sonreír.

-No tenemos mucha gente cercana, así que estará bien. Una boda también es un compromiso social y hay gente a la que se debe invitar.

-Sí, pero también es un momento que celebraremos estar juntos, así que me gustaría que hubiera gente que nos diese su bendición sinceramente ¿Alguien que no quieras que vaya? – preguntó sorprendiéndola. Siempre la sorprendía que él fuera tan considerado con sus sentimientos . Nunca antes le habían dado la opción de elegir.

-No se me ocurre nadie en particular – respondió aunque pensó que no deseaba que quienes habían hablado mal de Mary asistieran. Y si existiera la opción tampoco desearía tener a su padre presente. Incluso tal vez desearía ser ella con Joseph y sus madres. Pero sabía que eso no era posible, incluso porque un casamiento necesitaba testigos de aquella unión.

-De acuerdo, pero si se te ocurre algo que quieras o que no te guste, me lo dices – insistió y ella asintió. Luego regresaron a la iglesia y regresaron a la casa Blythe.

Al día siguiente su futura suegra volvió a presentarse, esta vez en la tarde para buscarlas para ir a la reunión de costura y bordado.

-Me gustaría que hagamos el anuncio de la boda allí, antes que se enteren por otro alguien más- dijo y volvió a llevárselas.

Las señoras recibieron muy sorprendidas la noticia, pero también felicitaron a Adeline y a las madres, la mayoría con mucha sinceridad y entusiasmo.

La señora Lawrence explicó que el apuro se debía a un viaje laboral de Joseph para desalentar cualquier rumor. La señora Wellington hizo su aporte.

-Me parece bien que no pierdan tiempo, ya era hora de que Joseph te diera una nuera. Y no imagino a alguien más adecuada que Adeline. Siempre ha sido tan sensata y educada- agregó y aunque era un elogio, Addie sintió una extraña puntada, ella siempre había estado callada y al margen, la mayoría de las personas la tenía como una joven obediente , recatada. Pero no la conocían realmente, había tanto más en ella y Joseph la alentaba a ser ella misma, se preguntó si avergonzaría a su suegra una vez casada.

-Adeline es una joya inteligente y muy capaz, estoy muy orgullosa de que se case con Joseph. También me tranquiliza que ella esté a su lado – dijo la señora Lawrence y la joven se asombró de que casi leyera sus pensamientos, se preguntó si esa capacidad de su prometido de ver en el interior de las personas era herencia de su madre.

La reunión siguió de manera alegre y amena, y poco a poco Adeline fue consciente de que su vida iba a cambiar completamente.

Al otro día la señora Lawrence volvió a visítalas, para acordar detalles de las invitaciones y la lista de invitados. Y así sucesivamente fue de visita cada día a veces incluso con Joseph. Aparecían sin aviso previo por la mañana o a la tarde, para acordar detalles como la comida, el ajuar de Addie, o cualquier otro tema. Y así los días fueron pasando.




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