Buen sábado, les dejo el primer epílogo de los que están planeados ( creo que serán tres en total). Abrazo y buen fin de semana
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Sus días en Stranford fueron la perfecta luna de miel, patinaron en un lago cercano, pasearon y jugaron en la nieve como niños cuando el clima lo permitía y, por las noches se refugiaron el uno en el otro. Sus días en Londres fueron mucho mejor, Joseph pudo llevarla a conocer todos los lugares de los que habían hablado y descubrieron juntos otros rincones de la ciudad.
También fueron a algunos eventos y la presentó orgulloso a sus conocidos, en la primera ocasión Addie se replegó, no había sido educada para destacar, al contrario, pero Joseph la animó todo el tiempo, hasta que se sintió cómoda y confiada para integrarse en las conversaciones. Y mientras los días pasaban, ella iba cambiando.
Joseph estaba fascinado de ver aquel cambio, que era en realidad ver salir al exterior a la Adeline que él siempre había adivinado. Sin dudas había florecido.
-Estás preciosa- le dijo mientras ella se probaba vestidos. Primero se había resistido, seguía siendo austera y le costaba aceptar regalos, pero él había insistido hasta ganarle por cansancio y le había comprado los vestidos y zapatos más bonitos de Londres.
-Estar enamorada me sienta bien – respondió ella girando delante de él.
-No sabía que fueras tan descarada Adeline Lawrence- le dijo en broma y ella sonrió.
-Ni yo – respondió y Joseph se levantó del sofá para atraerla hacia sí y sentarla sobre su regazo.
-Sí, una descarada preciosa- dijo mirándola.
-Joseph- dijo cambiando el tono bromista- es verdad que a veces me desconozco, quiero decir, si alguna vez no me comporto como corresponde, debes decírmelo, porque siento como si todo fuera nuevo y estuviera descubriendo el mundo, ¿así se sentirán los niños? ¿O los borrachos? Porque siento que estoy embriagada de emociones y sensaciones, aunque nunca me emborraché- evaluó.
-Puedes probar alguna vez, en casa, pero no lo aconsejo solo terminarás con un terrible dolor de cabeza a la mañana siguiente-le dijo- Y a mí me encanta esta Adeline, así que no debes preocuparte.
-Pero cuando volvamos a Dorset, ¿no crees que se extrañarán de verme cambiada? No creo que pueda a volver a ser la de antes.
-Espero que jamás seas la de antes – le dijo con sinceridad. Y ella entendió a qué se refería- Y no debes preocuparte, lo atribuirán al casamiento, o a nuestra estadía en Londres.
-Pero ahora soy tu esposa, no quisiera hacer nada que te ponga en un mal lugar.
-No lo harás, eres preciosa, e inteligente y aunque recién lo estés descubriendo tienes un don social. Y aunque ahora no lo parezca eres muy sensata, la mayoría de las veces- le dijo y esa fe de él en ella era la que le había permitido encontrarse a sí misma. Ahora estaban juntos así que podía enfrentar incluso las habladurías.
Su luna de miel duró un mes, pero debían regresar al mundo real, Joseph tenía trabajo y ahora que el invierno empezaba a retirarse era momento de volver a casa.
Pasaron por Bath a buscar a sus madres, y Addie casi no reconoció a la suya. También ella estaba cambiada, aquel tiempo de descanso junto a su suegra, lejos de su padre la había rejuvenecido. También llevaba ropa bonita y sonreía más.
Compartieron un día juntos, antes del regreso. Y Addie se puso inquieta al pensar en que ella tendría una vida nueva, pero su madre volvería a su vida gris.
La señora Lawrence notó su inquietud.
-No debes preocuparte, Adeline, tu madre estará bien aún cuando regrese. Ahora que sabe que tú eres feliz, también ella se ha vuelto más valiente – le dijo su suegra- El amor es algo extraño, nos hace temer por las personas que amamos , pero también nos da valor. Nací con el corazón enfermo, así que cuando el padre de Joseph me propuso casamiento, lo rechacé. No porque no lo amara, al contrario, estaba completamente enamorada de él, pero temía causarle daño con mi enfermedad, incluso imaginaba que no podría darle hijos o que moriría muy joven. Pero insistió, dijo que no se casaría con nadie más, que aunque fuera un día conmigo valía la pena, así que tuve que ser valiente. Finalmente fue él quien me dejó antes, pero me hubiera arrepentido tanto si no hubiéramos tenido ese tiempo juntos y felices. Y también Joseph fue nuestro milagro, tardé en recuperarme tras el parto, así que mi esposo plantó los rosales y dijo que debía quedarme para verlos florecer en primavera. Ya ves el amor da sentido, y nos cambia. El amor de tu madre eres tú, así que ella estará bien, y ya no están solas.
Finalmente regresaron a Dorset, Joseph se encargó de acompañar a la señora Blythe a su casa, así Adeline evitaba ver a su padre, y también así él mostraba su apoyo a la mujer. Y ella se fue con su suegra y Nilo a la casa Lawrence, su nuevo hogar.
Los días fueron pasando y Adeline , que alguna vez había deseado irse lejos de Dorset, ahora sentía que amaba vivir allí. Y eso se debía a su esposo, los días se habían llenado de momentos cotidianos que eran preciosos, desayunar en familia, jugar con su perro ,porque ahora Nilo era oficialmente suyo, preparar la comida con su suegra mientras Joseph las ayudaba.
Largos paseos mientras disfrutaban de la primavera que empezaba a llegar, salir a comprar juntos, acompañarlo leyendo en silencio mientras él trabajaba o compartir lecturas. Dormir en paz abrazada a él. Lo que durante veinte años de su vida había sido una rutina gris y que hasta la atemorizaba, ahora estaba llena de colores.
Y su suegra se encargaba de visitar a su madre casi a diario, traerla con ellos o llevarla a cuanto evento hubiera para mantenerla lejos de su cruel padre.
Y con la primavera, llegaron los bailes a Dorset. Al primero que fueron invitados fue el de los Norfolk , aquello les recordó el año anterior cuando él se había emborrachado y ella lo había rescatado.