Cardigan
Taylor Swift
𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚
Llamas, gritos, humo, ambulancias...
—¡Mamá! ¡Papá!
Hombres uniformados corrían con mangueras hacia la casa, los vecinos salían en pijama al ver las llamas, las personas se giraban hacia mí cuando gritaba desesperadamente, los perros alrededor ladraban fuertemente...
—Se tiene el reporte de tres adultos dentro de la casa.
—Mis papás están adentro, sáquenlos, por favor —pedí con lágrimas en los ojos—. Mi hermana...
Sentí los brazos de Logan alrededor de mi cuerpo, impidiéndome correr hacia la casa. Miraba la manera en que las llamas se extendían, la manera en la que una explosión estalló...
Abrí los ojos de golpe, tomando una fuerte bocanada de aire. La máquina a mi lado marcaba los apresurados latidos de mi corazón por el recuerdo. La cabeza me dolía, sentía la garganta seca, el cuerpo débil y una molestia en mi estómago.
Había una intravenosa conectada a mi brazo derecho con un líquido goteante y un vendaje cubriendo mi abdomen bajo la camiseta. Las alarmas y el miedo se dispararon en mi cuerpo al ver mi estado.
Un cuchillo, una discusión, dos personas... No podía estar aquí. Tenía que estar con él.
Intenté levantarme de golpe en la cama. El trípode con el suero resonó cuando cayó sobre la cerámica, la aguja se retiró de mi piel con fuerza, un vaso con agua que estaba en una mesa al lado de la camilla, se cayó, y mi cuerpo terminó en el suelo.
Solté un quejido bajo y llevé mi mano a la camiseta para ver el vendaje. Tenía manchas de sangre que se expandían con mis movimientos.
La puerta de la habitación se abrió y Logan entró con expresión de preocupación. Su cabello negro caía por su frente, como si hubiera pasado su mano por él muchas veces, y tenía la mirada cansada, como si no hubiera dormido.
—¿Estás bien? ¿Hablaste con alguien? ¿Qué te dijeron?
Me tomó por los brazos y me levantó del suelo. El cuerpo me temblaba por la incertidumbre y el miedo. Con él estaba segura... ¿o no?
—¿Con quién hablaste, Olivia?
—Con nadie —solté en un susurro.
Apenas podía mantenerme en pie, pero eso no sería ningún impedimento para que él me sacara del hospital. Pasó una mano por mi cintura y se posicionó a mi lado para caminar conmigo. Salimos de la habitación y caminamos por los pasillos, pero una enfermera con una libreta en la mano nos detuvo antes de llegar a la recepción.
—¿Qué hace? Ella no puede irse, necesita estar en observación.
—Yo cuidaré de ella.
—Necesita cuidados especiales, esa herida no se cura solo con reposo, ¿señor...?
Claramente a Logan no le interesaba eso. Solo quería salir de aquí lo más pronto posible y llevarme a casa, pero ¿era en realidad un hogar ahora? ¿Seguiría todo igual o las cosas cambiarían?
Logan movió a la enfermera de su camino y siguió caminando conmigo, pero otro doctor interfirió en la huida.
—La señorita Moore tiene una herida de mucha profundidad, debe estar al menos dos días en observación. —El mismo doctor que me atendió anoche le habló a mi novio con determinación.
Tenía el ceño fruncido, como si estuviera molesto, pero a la vez tenía una expresión de que era una persona muy comprensiva y amable. Sentí cómo la mano de Logan hizo presión sobre mi cintura. Estaba enfadado, y cuando estaba molesto no reaccionaba con sensatez.
—Me siento mejor, quiero ir a casa. —Mi voz se escuchó como un pequeño susurro entre las máquinas y las ruedas de las camillas del hospital.
Era un debate interno entre quedarme, porque sabía que ellos me mantendrían con vida y así no vería a las personas que me perseguían en la oscuridad de mis sueños, pero a la vez entre querer irme, porque nos ahorraríamos un problema y una escena ahora mismo. Y lo que menos quería era ocasionar otra discusión.
—La paciente no está en condiciones de decidir...
—Si ella quiere irse a casa, se irá a casa. Ahora, muévase de mi camino.
Pasamos al lado del doctor Bianchi, pero él me tomó del brazo para detenernos. Miré su mano en mi piel y luego lo vi a él. Tenía una mirada de aflicción, mirada que se centraba en mis ojos como pidiendo una respuesta de algo.
—Gracias por su asistencia, doctor. —Lo miré un segundo, antes de fijar la vista al frente y mover mi brazo para que me soltara.
Logan tiró de mi cuerpo para seguir caminando y llegamos a la entrada del hospital. Ni siquiera se detuvo a firmar nada de los papeles que usualmente se llenaban cuando se retiraba a alguien del hospital. Así como tampoco pidió indicaciones para los cuidados que se debían de tener en una herida como la mía.
Salió del hospital y rebasó los autos por las autopistas de Nueva York camino hacia Chelsea, un barrio en el oeste de Midtown Manhattan. Llevábamos cinco años viviendo juntos ahí. Cinco años que ocurrió uno de los mayores desastres de mi vida y que fue lo que transformó a la Olivia que era ahora.
—No puedes decir nada, Olivia. Si alguien te pregunta sobre qué pasó, dices que intentaron asaltarte afuera de casa y trataste de defenderte.
—Pero eso no es verdad...
—Lo será, porque es lo que pasó —cortó la conversación.
Las conversaciones con Logan siempre eran así. Ya ni me esforzaba por que eso cambiara, porque ni habiendo un milagro podría solucionarse la situación en la que me metí cuando tenía dieciséis años, y de la que ahora no podría salir nunca más.
Ellos me lo advirtieron, me dijeron las consecuencias de lo que pasaría si me metía con las personas incorrectas, y lo de anoche fue otro recordatorio de esas advertencias.
El problema era que a veces veíamos algo hermoso, una portada de un libro bellísima, pero cuando le quitabas el plástico y te sumergías en sus letras, venía la historia más horrible del mundo.
Ese libro me tocó a mí.
La rutina de silencio, obediencia y sumisión deberá volver si no quería repetir los patrones de anoche, porque no quería morir, no podía hacerlo. No podía ir con ellos, no me lo perdonarían.
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Editado: 20.11.2024