SeHun se repitió cada día que KyungSoo volvería. ¿A dónde más su hermano podría ir? Si iba a la casa, se encontraría a su padre y el hombre lo mandaría inmediatamente de regreso. Pero por más que espero, KyungSoo no volvió. SeHun tuvo que acostumbrarse a la presencia de JongIn, pues debían volar juntos. El menor tenía un punto, debían llevarse bien para poder congeniar en el aire y no ponerse de repente a discutir. Por ello, SeHun decidió ignorar el hecho de haber visto a JongIn besuqueando a su hermano. Suprimió ese recuerdo de su memoria. Y conoció a JongIn desde cero. En dos meses no se hicieron los mejores amigos, pero al menos Do ya no tenía ganas de matar a Kim. Compartieron la misma habitación (SeHun se mudó al cuarto de JongIn), comieron juntos en la cafetería un par de veces y se sentaron juntos en las clases teóricas. En las clases prácticas fue donde mejoraron su comunicación. Como si volar les diera la confianza de hablar calmadamente —porque ninguno quería iniciar una pelea a varios metros del suelo.
Increíblemente, en dos meses lograron convertirse en un buen dúo. Tan bueno que acaban de ganarle a los demás.
—Por favor, Do SeHun y Kim JongIn suban al escenario a recibir su condecoración. —El capitán general anuncia.
Los aplausos de los presentes no se hacen esperar.
—Tsk, esto es increíble, MinHo. Dos tipos que ni se conocían, nos han ganado.
—¿Y?
—¡Esto es tu culpa!
JongIn rueda los ojos cuando se levanta de su asiento. Choi MinHo y Kim Kibum parecen una pareja de viejitos casados muy peleones. Pasa por delante de ellos, siendo seguido por SeHun y se acercan hacia el estrado.
Los cuatro dúos junto a sus generales de unidad tienen sus asientos en la primera fila, mientras que las familias van sentadas por detrás junto a los profesores del área práctica y a la profesora Im Nayeon. Aunque, ella está un poco distraída, tarareando una canción que escuchó en un bar de Suncheon. Presiente que esa voz varonil la ha escuchado antes, pero no recuerda donde. Al ritmo del tarareo, aplaude feliz a sus alumnos.
El capitán general enseña las condecoraciones idénticas al público. Los bordes son dorados, en el centro resalta un ave con alas extendidas y en su pecho lleva una estrella dorada. La condecoración es colocada en el lado izquierdo de la guerrera —el saco— azul.
JongIn mira su condecoración y una sonrisa se dibuja en su rostro. Alza la cabeza y su mirada va directamente hacia su madre, quien, con un poco de dificultad, le está tomando miles de fotografías. En la mañana, JongIn se peinó con esmero porque sabía que su madre querría muchas fotos de él. Además, la última vez que KyungSoo lo vio, él estaba con los pelos parados. ¡Qué horror! Así que, no solo estuvo toda la mañana frente al espejo debido a las fotografías de su madre, sino que necesitaba verse más que decente para su reencuentro con KyungSoo. JongIn parece un muñequito, con la espalda recta y la cabeza en alto. Sonríe, ignorando si las demás personas creen que es presumido... ¡KyungSoo está ahí! Y la única opinión que le interesa es la de su cariño bonito.
El mayor no mintió cuando dijo que acudiría a la ceremonia.
Lo mejor de todo es que a la señora Kim no le ha molestado tenerlo compañía. Si bien KyungSoo no es un perro como ella quería, consiguió a alguien con quien pasar el rato. JongIn se sorprendió porque, un par de horas después de que KyungSoo dejara la ROFAK, su mamá le llamó a preguntarle si era cierto que tenía un novio llamado Do KyungSoo. El mayor se había presentado de esa manera. JongIn le explicó a su mamá lo que había sucedido, aunque no pudo ahondar mucho. Tenía un límite de tiempo establecido para las llamadas y eso le impedía hablar todo lo que quería. Por algún motivo, sintió la necesidad de explicarse, de dar justificaciones de por qué estaba enamorado de otro hombre, pero el tiempo se agotaba con tanta rapidez que casi se queda sin aire por hablar sin parar. Ella fue bastante compresiva, como siempre, eso no tuvo que sorprenderle, pero lo estuvo. No sabía si el hecho de ser homosexual cambiaría la forma en la que su madre lo trataba. Él deseaba que no. Felizmente, su deseo se cumplió. Su madre siguió siendo igual de cariñosa en todas las demás llamadas. Tal vez porque estaba encantada con KyungSoo.
Las siguientes veces que recibió llamadas de su madre era para contarle cada cosa que KyungSoo hacía. El mayor jamás tomó el teléfono para hablar. A JongIn le pareció extraño, pero no podía obligarle a hablarle. Por ello, HeeJin se encargó de contarle todo lo que su novio hacía en su casa. Descubrió que KyungSoo es bueno en las labores del hogar, cocina y limpia sin renegar. Además, desde el primer día estuvo junto a HeeJin buscando un trabajo. KyungSoo quería aportar monetariamente a la casa, ya que le estaban dejando quedarse, siendo él un desconocido. Logró conseguir un puesto en una panadería. A JongIn se le hizo extraño y le pidió a su madre que le pasara un breve mensaje a KyungSoo: "Dejaste la ROFAK para conseguir tu sueño, entonces, hazlo". Al mes siguiente, KyungSoo trabajaba en una florería. Ganaba menos que en la panadería, quizá porque la gente prefiere la comida a las flores, pero al menos cumplía con seguir su sueño.
Después de eso, JongIn no se enteró de algún otro cambio significante en la vida de su cariño o de su madre.
Editado: 31.07.2022