Flores Marchitas.

Déjalos ir.

He atravesado por tormentas. Los torbellinos viven debajo de mis talones. El pesar cuelga sobre mis píes, sus manos empujaron de mí hacia abajo ahogando mis palabras. Nadie nunca extendió su mano hacia la mía cuando más la necesité.

Los problemas venían pero nunca se iban. Me mantuve en silencio, solo dejé pasar las cosas. Me dejé pisotear, me patearon todo lo que quisieron. Y aún así, supe morder mi lengua. Todas sus voces en mi oído, sus dedos en mi cuello, sus manos tironeando de mi hacia mil direcciones. Sus cargas sobre mis hombros, una a una iban aumentando. Sus sueños en mi mente, la angustia acechando mi corazón. El miedo persiguiéndome. Sangré todo lo que me pidieron que sangrara, me tragué sus desechos; me convertí para ellos una carga más que llevaban consigo.

Y sin embargo, aún estoy aquí. Con unos pulmones perfectamente desgastados, un corazón que bombardeaban una vida perdida. Sueños que vagaban en los más profundo de una memoria rota. Una mente consumida por pensamientos que conducen por el recto camino de la perdición. Un alma ida. Y aún así. tendería mis manos a las suyas cuantas veces sean necesarias para siquiera salvarlos. Moriría de hambre con tal de que ellos estén satisfechos. Me encargaría de sus problemas y los tomaría como míos. Y sin importar las tempestades que sufra en mi camino, sin importar las futuras consecuencias, seguiré luchando por ellos. Porque sé que aún tienen una oportunidad, que todavía hay una salida. Que pueden ser libres. Que hay algo que los convierte en un diamante en bruto.

Porque soy sólo una humana más. Porque cuando sientas que todo está hecho para quebrantarse. Estaré allí. Sólo para ti, si es necesario para que respires con libertad.

Sólo déjalos ir.




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