Como violetas que florecen en mi jardín,
como claveles que me arropan con su fragancia, como cuyas espinas de rosas que me hieren,
la última noche de estrellas me llama.
He de venir a mi lecho a descansar en paz, más no la hallo.
Mi alma grita desesperada a que la escuches. Siendo ignorada, volteo la mirada.
Incapaz de que me mires a los ojos, permanecen sellados.
No intentes abrirlos, ni des un paso más.
Bajo la exigua luz de un farol a media noche que se esconde entre la neblina palpable, observas mi piel llena de agujeros con amargura.
Me miran asustados.
Lo sé, a pesar de tener los ojos cerrados.
«No den un paso más». Ella se los advirtió. «No intentes alejarme del aquel cielo estrellado. Esta será mi última noche.» Dije.
Mañana el sol no brillará para mí, heme aquí soy una sola pieza con la luna que llora despechada en mi costado. No intentes abrirme los ojos, quiero permanecer en la oscuridad. No des un paso más, vuélvete y retrocede. Déjame aquí, pues ésta es la última noche estrellada.
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Editado: 13.11.2024