No le tengo miedo a la oscuridad. Temo a que termine acostumbrándome a ella.
No tengo miedo a los fracasos, temo a ser uno de ellos.
No tengo miedo a estar sin compañía, temo que se convierta en eterna espera.
La soledad no es tan mala cuando en la compañía te sientes pequeño, y no importa cuán rodeado de gente estés, por dentro sigues sintiéndote ausente.
En esta mota de miel las avispas no me pican; le robé a rizos de oros una latas de mermelada por andar de distraída.
No tengo miedo a la soledad, temo al silencio. Enloqueciendo estoy por no oír el murmullo de la vida, castigándome, tirándome a la ruina.
No le tengo miedo al mar, temo a que me absorva y algún tiburón feroz se coma el perímetro de mi cordura.
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Editado: 13.11.2024