Flores Marchitas.

Dulces.

« ¿Alguna vez haz probado algo tan dulce que te empalaga hasta estremecerse la columna vertebral? »

Seré honesta, las cosas muy dulce las detesto. Me provocan sueño y una muy seria dosis de diarrea verbal. Es como una bomba de tiempo que estalla y me deja tonta. Un constante cosquilleo en el estómago, ese mismo que dicen se siente al primer beso, – aunque el mío fue al sexto – y lo definiría mas bien como dolores del cólico menstrual.

A veces se me salen de las manos estás situaciones, no soy consciente de mis acciones y pierdo el control. Por eso, a veces ( sólo de vez en cuándo) llegó a sentir un poco de resentimiento por las cosas dulces. No sólo las que se comen. Aquellas que observo, personas, acciones, palabras.

Todas estas me vuelven vulnerable. Como sí estuviese estancada en una burbuja tan liviana y ajena a las preocupaciones de la vida.

A veces necesito de ellas, tal vez para templar un equilibrio en mi amargado humor.
Para no perder los estribos. Quizás, sólo para recordar que hay cosa que no voy a olvidar




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