Flores para Rose

2

El enigma de las flores

La florería se ha vuelto un caos.

Tengo que repetirles a los empleados tres veces que se pongan a trabajar, ya que la fila de clientes no hace más que aumentar, mientras que ellos solo siguen especulando acerca del ramo de rosas que todavía sigue en la mesa de entrada y no puedo dejar de darle miradas de reojo, mientras atiendo la caja.

—Envíale un mensaje —vuelve a sugerir Livia. He perdido la cuenta de cuántas veces ha dicho esas palabras.

Sé que tiene razón, podría hacerlo, ya que la persona de quien proviene el ramo ha colocado un teléfono de contacto cuando hizo el pedido en la web. Lo del mensaje no es mala idea, pero no he tenido un segundo de paz desde que entré en la florería.

Mi estómago gruñe, reclamando comida, ya que lo único que he tomado ha sido mi mocca latte sin nada más y he estado durante toda la mañana atendiendo la caja. Recién es mediodía y no acostumbro a tomar mi almuerzo hasta la una y media de la tarde, pero supongo que puedo adelantarlo el día de hoy.

—Rick —llamo a uno de mis empleados y señalo la caja delante de mí—, ¿Te encargas? Voy a tomar el almuerzo.

Viene rápidamente detrás del mostrador y continúa con la tarea.

—Iré a la cafetería de Aurora —le digo a Livia, ella es como mi mano derecha. Cuando yo no estoy, es quien manda—. Si ocurre algo, llámame.

Me pongo mi abrigo y enredo la bufanda alrededor de mi cuello antes de salir a la calle y caminar las pocas calles que separan la florería de la cafetería.

Ordeno una sándwich de jamón, huevo y aguacate junto con un jugo exprimido de naranja y luego espero mi orden detrás de la barra. No hay muchas opciones de comida aquí, ya que es solo una cafetería, pero quiero hablar con Aurora.

—Aquí tienes —dice colocando frente a mí mi pedido minutos más tarde.

Miro a mi alrededor asegurándome de que la cafetería esté tranquila y no haya nuevos clientes a la vista y le hago una seña para que se acerque a mí desde detrás de la barra.

—Me enviaron flores —le digo y no puedo evitar que una sonrisa se despliegue en mi rostro.

—¿Qué? —chilla ella y luego baja la voz cuando otros empleados nos miran— ¿Quién?

—Ese es el problema, no lo sé —entonces busco en el bolsillo de mi abrigo el papel impreso en el que figura el encargo del ramo junto con todos los detalles—. Hizo el pedido por nuestra web y puso como dirección de entrega la florería, pero mira el mensaje personalizado.

Aurora toma el papel de mis manos y examina el mensaje, una sonrisa se dibuja en su boca y cuando dirige sus ojos hacia mí sube y baja sus cejas en un gesto sugerente. Entonces vuelve a examinar el papel.

—Aquí dice que el método de pago ha sido por transferencia bancaria —dice, mostrándome el lugar exacto—. Puedes ver a nombre de quién está hecho el pago.

Por supuesto. No se me había ocurrido antes porque mi cabeza ha sido una locura incapaz de pensar nada que no sea complacer a todos los clientes, pero definitivamente podré saber el nombre de quien envió el ramo solo revisando el historial bancario.

—¿Cuándo fue la fecha de compra? —pregunto buscando mi celular.

—Ayer, trece de febrero.

Me dirijo a la aplicación del homebanking en mi teléfono y voy a los movimientos de ayer. Pero hay al menos cien pagos vía transferencia bancaria.

—¿A qué hora? —pregunto.

—Ocho treinta y siete de la mañana —responde Aurora y la veo dar saltitos detrás de la barra, como si no pudiera contener la emoción.

Bajo casi hasta el final de los movimientos bancarios y lo encuentro, fue la primera compra que se hizo ayer. Reviso el nombre del titular de la cuenta de quien sea que haya hecho la transferencia y niego con la cabeza.

—Shay A. L. Noleen —leo en voz alta para que Aurora lo escuche—. No conozco a ningún Shay.

Mi amiga se encoge desilusión frente a mí y me devuelve el papel.

—Yo tampoco.

—Livia sugirió que le mande un mensaje para agradecer las flores y preguntar quién es.

Mis palabras parecen revivir la emoción de mi amiga que se había desinflado como un globo y es reemplazada por una brillante sonrisa que levanta sus pómulos.

—¿Qué estás esperando entonces? Hazlo —me anima.

Mordiendo mi labio inferior me encargo de copiar el número y luego escribo un rápido mensaje que Aurora se encarga de leer y modificar tres veces antes de estar complacida y dejarme enviarlo.

Oye, gracias por las flores, me han encantado. Es la primera vez que alguien piensa en mí para enviarme un ramo.

No sé si ha sido un error, pero la tarjeta no tenía tu nombre, o quizás no quieres que lo sepa. Este era el número que aparecía como teléfono de contacto, así que espero que seas tú. Me gustaría saber quién eres.

De nuevo, muchas gracias.

Rose.

La respuesta no llega pronto y, aunque estoy impaciente por descubrir este misterio, me paso el resto del almuerzo disfrutando de mi sándwich mientras hablo con Aurora. Afortunadamente la cafetería está poco concurrida y podemos tener un momento juntas sin ser interrumpidas.

Cuando finalmente debo volver a la florería, todavía no hay respuesta.

—Avísame cuando responda —me dice Aurora luego de despedirnos.

Recorro el camino de regreso al local y allí me distraigo durante todo el resto de la tarde armando pedidos y cobrando a los clientes. Atender la caja es mi actividad menos favorita de administrar el local, ya que lo que realmente me apasiona es decorar los ramos, seleccionar las flores y escribir en la tarjeta con una caligrafía muy bien cuidada, pero los empleados que he contratado para hoy no son de suficiente confianza como para asignarles la tarea y solo cambio de lugar con Livia de a ratos.

El último cliente sale de la florería a las ocho de la noche y es entonces que por fin podemos dar por terminado nuestro agotador día.




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