Flores para Rose

10

Mente maestra

Al despertar al día siguiente me encuentro plena.

Luego de mucho tiempo y dudas, finalmente me siento verdaderamente como una mente maestra.

De camino a la cafetería en la que trabaja Aurora, disfruto del aire helado que choca contra mi rostro e inundo mis pulmones de él, mientras avanzo rápidamente por la avenida principal.

Dentro de la cafetería, se encuentran, como hace algunas mañanas atrás, Loren y Aleixandre hablando juntos, mientras esperan a que Aurora les entregue sus cafés americanos. Me coloco en la fila de la caja para ordenar y pagar, justo en la línea de visión de Loren, que me da un asentimiento de cabeza a modo de saludo y yo le respondo con una sonrisa. Ordeno mi mocca latte frío y pago, antes de ponerme detrás de ellos, no invadiendo su espacio personal, pero sí lo suficientemente cerca para que Loren se gire hacia mí y, en consecuencia, Aleixandre también se percate de mi presencia.

—Buen día —saludo alegremente. Ellos me responden con un saludo y yo dirijo mi atención hacia Loren—. Lance llega mañana, ¿cierto?

Esa es una información que ya sé, pero necesito entablar un tipo de conversación que me mantenga aquí un tiempo más extendido de lo habitual, solamente para despejar cualquier duda aparente.

—Sí —responde él, sin explayarse más.

Lo miro expectante, esperando que agregue algo más, pero en cuanto me doy cuenta de que no lo hace, dirijo mi atención hacia Aleixandre.

—¿Tú cómo estás Aleix? —pregunto.

—Bien, gracias —responde serio, como siempre—. ¿Tú?

—Atareada, ya sabes —en ese momento Aurora los llama a ambos para recoger sus bebidas, lo que hizo que se alejan de mí, pero para mi sorpresa, Aleixandre vuelve para terminar de escucharme—. La florería está teniendo buenas ventas, pero resulta agotador —terminé de hablar.

Aleixandre asiente mientras revuelve su café con un palillo de plástico.

—Eso es bueno, ¿no? —dice mirándome— Lo de las ventas, quiero decir.

Asiento con una sonrisa.

—Sí, muy bueno, también divertido —comento mientras ambos hombres me escuchan. Debe ser gracioso para alguien que observa nuestra conversación desde lejos, ellos lucen tan serios y formales, ataviados en sus trajes negros de oficina, mientras que yo visto unos simples jeans con un abrigo rosa pastel y una bufanda con estampado de flores. Tan contradictorios—. Es lindo ver que, a pesar de todo, el amor no se ha perdido. Las personas se siguen enviando ramos con mensajes bonitos o incluso anónimos —termino y suspiro soñadoramente.

Observo sus rostros en busca de algún cambio, pero sus gestos no cambian y eso solo me hace sonreír aún más.

—Por la tarde estaremos haciendo un evento —continúo—. Es una suelta de flores, habrá un puesto para que la gente arme sus propios ramos, con precio a voluntad, y también tendremos descuentos en algunos ramos más elaborados. Si quieren pasarse, están invitados.

La suelta de flores es un evento que solemos hacer unos días después de San Valentín. Teniendo en cuenta que las ganancias que nos deja ese día son tan elevadas, podemos permitirnos dar flores gratis y el evento da más repercusión a la florería, lo que atrae mucha más gente. Las flores que se utilizan para el armado de ramos son flores que han sobrado del día de San Valentín y están próximas a marchitarse, por lo que, antes de desecharlas, decidimos utilizarlas para un fin más bonito.

Dudo que los dos puedan llegar a venir, pero si mis sospechas no fallan, sé que uno de ellos estará allí por la tarde.

En ese momento Aurora me llama con mi latte frío.

—Adiós chicos, nos vemos —me despido de ellas y camino hacia mi amiga.

—¿Ha confesado? —pregunta ella mirando las espaldas de ambos hombres mientras caminan hacia la salida.

Cuando me desperté hoy temprano y bajé de mi nube de emoción, le escribí a Aurora acerca de quién creía que era el desconocido de las flores. Lance ha contribuido en eso y estoy noventa y nueve coma nueve por ciento segura de quién es, pero mis cálculos siempre pueden fallar, por lo que no quiero arriesgarme. Todavía queda un solo ramo que de seguro está esperándome en la florería con una pista, así que espero poder confirmarlo luego de leerla.

—No —niego con la cabeza—, no esperaba que lo hiciera. Los he invitado a la suelta de flores, así que, si la pista de hoy no es lo suficientemente esclarecedora, supongo que lo descubriré de todas formas esta misma tarde.

La sonrisa que me muestra Aurora es maniática, pero de igual manera logra contagiármela y nos encontramos las dos sonriendo enormemente.

—Te veré por la tarde —dice—, pero si ocurre algo más antes de eso, me avisas.

Asiento y luego me despido de ella antes de salir por la puerta y comenzar a caminar en dirección a la florería.

Al llegar allí, tal y como esperaba, ya hay siete ramos de flores listos en el mostrador a la espera de que el repartidor venga a buscarlos. Livia deja una tarjeta en uno justo cuando cierro la puerta detrás de mí.

—¡Rose! —exclama al verme— Este es el tuyo —dice señalando un ramo de tulipanes, el mismo sobre el que colocó la tarjeta hace un momento.

Lo primero que pienso es en la canción que nombra el ramo y una sonrisa involuntaria nace en mi boca. She will be loved de Maroon 5. Ella será amada.

Livia se pierde en el depósito, diciendo que todavía debe armar dos ramos más, mientras yo me acerco a las flores y tomo entre mis dedos la última tarjeta.

Ha prometido cinco flores con cinco pistas más, por lo que hoy se terminan y, si cuento con mucha suerte, esta será la nota que me ayudará a descifrar el enigma. O eso espero.

Realmente no quiero perder este reto, no porque no quiera una cita con la persona que creo que es, sino por puro orgullo, además de tener muy claro qué es lo que quiero si gano. Me decidí anoche mismo, luego de que todas las piezas del rompecabezas encajaran y todo cobrara sentido.




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