Fogones

9

Lore, cual enérgico sargento militar, las arenga con firmeza y determinación:  
- ¡Calentito' los pancho'! ¿Se puede saber qué les pasa a ustedes dos? 
- ¡Tengo hambre! ¡Haceme un pancho! ¡No, crudo mejor no! 
- ¡Me aburro! 
- ¡Miren a Brandon! ¡Miren qué bien la está pasando aunque no haya fogón! 
- Porque tiene perro. 
- ¡Quiero cantar! 
- We all live in a yellow submarine. ¡Yellow submarine, yellow submarine! – canturrea Bran, a voz en grito. 
Trigo ladra para acompañarlo. 
- ¡Eso, campeón! ¡Cantemos todos! ¡Vamos! 
- Sin música no se puede cantar. – protesta Liz. 
- ¡Eso! – afirma Pía. 
- ¿Ustedes quieren música? ¡Muy bien! Pues música vamos a tener. 
Lorena se sienta en la arena, en posición de loto, suspira profundamente y se da dos golpes rítmicos sobre sus muslos. 
- Brandon, ¡seguime!  
El chico, aunque no capta la intención de su abuela, la obedece. Trigo no para de mover la cola, muy contento. 
- Dos golpes, paro, dos golpes, paro. ¡Muy bien! 
- ¿Qué hacen?  
- ¡Música, Pía, música! Ahora, chicas, cuando yo paro, ustedes aplauden una vez. 
Obedecen. En un instante se dan cuenta de lo que están haciendo. 
- Pero esto es… 
- ¡Freddie! – exclama Liz. 
- Dos golpes, aplauso, dos golpes, aplauso. ¡Eso es! 
- Buddy, you're a boy, make a big noise. Playing in the street, gonna be a big man someday. – canta Pía, feliz. 
- You got mud on your face, you big disgrace. Kicking your can all over the place. – continúa Liz. 
- ¡We will, we will rock you! – entonan Brandon y Lorena. 
- ¡Guau, guau! 
- Abu… 
- … esto es… 
- ¡Magia! 
- ¿Lo es, chiquilines? 
- ¡Siiiiii! – exclaman los tres chicos a coro. 
- Entonces…, ¡otra vez! Dos golpes, aplauso, dos golpes, aplauso. ¡Va! 
- Buddy, you're a young man, hard man. Shouting in the street, gonna take on the world someday. 
- You got blood on your face, you big disgrace. Waving your banner all over the place. ¡Singing! 
- ¡We will, we will rock you! 
Trigo ladra, y los cuatro cantan desaforada y desafinadamente. La brisa y las olas, con inmensa alegría, acompañan su canción.  
Y, entonces…, ¡sucede! 
- ¡Miren! 
Una luna grandota como un gran queso, emerge del mar, dándoles las buenas noches e iluminando todo a su paso. 
- ¡Dos golpes, aplauso, dos golpes, aplauso! ¡Sigan, chiquilines! Brandon…, ¿adónde vas? 
El chico abandona la “orquesta" y corre de un lado a otro, seguido por un frenético Trigo, que no para de ladrar. 
- ¡Me sigue! ¡La luna me sigue! 
- A ver… – Liz se incorpora y lo imita – ¡Sí, a mí también! 
- ¡No me copies, nena! 
- ¡Ni mi quipis, nini! 
Pía y Lorena se ponen de pie, sin dejar de marcar el compás, y se acercan a la orilla del mar. Las delicadas olas les acarician los pies descalzos. 
Liz y Bran se unen a ellos. 
- Abu… 
- ¡A la luna le gusta Freddie! 
Pía apoya la cabeza en su brazo. 
- Nunca nos dijiste que podías hacer este tipo de magia. 
- No sabía que era capaz de hacerla.  
Los cuatro se abrazan en silencio, disfrutando del momento y del contacto, mientras el hermoso fogón, un misterioso fogón de luna, los ilumina suavemente con su luz. 
 




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