Lore, cual enérgico sargento militar, las arenga con firmeza y determinación:
- ¡Calentito' los pancho'! ¿Se puede saber qué les pasa a ustedes dos?
- ¡Tengo hambre! ¡Haceme un pancho! ¡No, crudo mejor no!
- ¡Me aburro!
- ¡Miren a Brandon! ¡Miren qué bien la está pasando aunque no haya fogón!
- Porque tiene perro.
- ¡Quiero cantar!
- We all live in a yellow submarine. ¡Yellow submarine, yellow submarine! – canturrea Bran, a voz en grito.
Trigo ladra para acompañarlo.
- ¡Eso, campeón! ¡Cantemos todos! ¡Vamos!
- Sin música no se puede cantar. – protesta Liz.
- ¡Eso! – afirma Pía.
- ¿Ustedes quieren música? ¡Muy bien! Pues música vamos a tener.
Lorena se sienta en la arena, en posición de loto, suspira profundamente y se da dos golpes rítmicos sobre sus muslos.
- Brandon, ¡seguime!
El chico, aunque no capta la intención de su abuela, la obedece. Trigo no para de mover la cola, muy contento.
- Dos golpes, paro, dos golpes, paro. ¡Muy bien!
- ¿Qué hacen?
- ¡Música, Pía, música! Ahora, chicas, cuando yo paro, ustedes aplauden una vez.
Obedecen. En un instante se dan cuenta de lo que están haciendo.
- Pero esto es…
- ¡Freddie! – exclama Liz.
- Dos golpes, aplauso, dos golpes, aplauso. ¡Eso es!
- Buddy, you're a boy, make a big noise. Playing in the street, gonna be a big man someday. – canta Pía, feliz.
- You got mud on your face, you big disgrace. Kicking your can all over the place. – continúa Liz.
- ¡We will, we will rock you! – entonan Brandon y Lorena.
- ¡Guau, guau!
- Abu…
- … esto es…
- ¡Magia!
- ¿Lo es, chiquilines?
- ¡Siiiiii! – exclaman los tres chicos a coro.
- Entonces…, ¡otra vez! Dos golpes, aplauso, dos golpes, aplauso. ¡Va!
- Buddy, you're a young man, hard man. Shouting in the street, gonna take on the world someday.
- You got blood on your face, you big disgrace. Waving your banner all over the place. ¡Singing!
- ¡We will, we will rock you!
Trigo ladra, y los cuatro cantan desaforada y desafinadamente. La brisa y las olas, con inmensa alegría, acompañan su canción.
Y, entonces…, ¡sucede!
- ¡Miren!
Una luna grandota como un gran queso, emerge del mar, dándoles las buenas noches e iluminando todo a su paso.
- ¡Dos golpes, aplauso, dos golpes, aplauso! ¡Sigan, chiquilines! Brandon…, ¿adónde vas?
El chico abandona la “orquesta" y corre de un lado a otro, seguido por un frenético Trigo, que no para de ladrar.
- ¡Me sigue! ¡La luna me sigue!
- A ver… – Liz se incorpora y lo imita – ¡Sí, a mí también!
- ¡No me copies, nena!
- ¡Ni mi quipis, nini!
Pía y Lorena se ponen de pie, sin dejar de marcar el compás, y se acercan a la orilla del mar. Las delicadas olas les acarician los pies descalzos.
Liz y Bran se unen a ellos.
- Abu…
- ¡A la luna le gusta Freddie!
Pía apoya la cabeza en su brazo.
- Nunca nos dijiste que podías hacer este tipo de magia.
- No sabía que era capaz de hacerla.
Los cuatro se abrazan en silencio, disfrutando del momento y del contacto, mientras el hermoso fogón, un misterioso fogón de luna, los ilumina suavemente con su luz.