Folded Dreams

4

No reconoció el techo inmediatamente por lo que tardó un par de minutos en comprender en dónde estaba. Lo primero que cruzó por su mente era el de haber despertado en otro dia de la misión simulada, después de todo la sensación de estar en un sitio extraño era muy similar. 

Tuvo la inmediata sensación de estar en peligro por lo que se incorporó de golpe en la cama y un Pad que estaba entre las mantas resbaló y cayó al suelo atrayendo la atención de una enfermera, quien tras correr las cortinas que rodeaban la cama y daban cierta privacidad al paciente, lo miró con curiosidad. —¿Ya estas despierto? ¿Cómo te sientes?

El joven miró el aparato en el suelo y luego se giró hacia la enfermera. La sensación de alerta había pasado —Bien… creo.—dijo rascándose la cabeza. —¿Donde…?

—Estás en la Enfermería del Campus. —contestó la mujer agachándose para levantar el Pad. —Haz dormido unas diez horas de corrido, por si te interesa saberlo. —agregó depositando el aparato sobre la pequeña mesa a un lado de la cabecera de la cama.

—¿Diez… horas?

La enfermera le sonrió. —Me dijeron que apenas te despertaras fueras al Casino de Oficiales… un tal Sutherland quiere hablar contigo sobre algo urgente.

El nombre del antiguo General hizo que todo lo que había ocurrido el día anterior volviera de golpe a su memoria. Dante se llevó la mano a la frente y asintió con la cabeza. —De acuerdo. —dijo volviéndose hacia la joven. —Gracias por el aviso.

La joven le sonrió. —Tus ropas están en aquel perchero. —dijo señalando el mueble justo enfrente. —Te dejaré cambiarte a solas pero avisame si tienes alguna dificultad en levantarte o te mareas.

—Gracias. —contestó el joven mientras la mujer corría las cortinas y salía por el mismo sitio por el que había entrado.

Dante permaneció en la cama hasta que escuchó alejarse los pasos y el sonido de una puerta al cerrarse, entonces suspiró aliviado.

Se incorporó lentamente y tras sentarse en la cama tomó su Pad y activó la cámara delantera para verse el rostro. El espejo improvisado le devolvió una imagen de si mismo algo desgarbada y un poco más pálida de lo que recordaba, pero al menos no se veía tan mal. Apagó el aparato y se bajó de la cama, había unas pantuflas convenientemente puestas en el lugar donde sus pies tocaron el piso así que se las puso y se dirigió hacia donde estaban sus ropas.

Se vistió sin prisas, rememorando todo lo ocurrido el día anterior. ¿Así que se había desmayado debido al agotamiento? Le costaba creerlo, pero no cabía otra explicación posible… al menos se había podido defender de forma satisfactoria de aquellas acusaciones en su contra. Todavía recordaba la sonrisa torcida de ese hijo de puta de Hughs, ojalá la Junta Investigadora le haga algo más que solo quitarle algunos puntos.

Tras ponerse los zapatos descorrió las cortinas y salió de su pequeña “habitación”. La enfermería estaba vacía y no se veía rastro de la enfermera. El joven caminó hasta la puerta y tras abrirla miró dentro, a lo que parecía ser un consultorio privado. 

—¿Listo para salir? —preguntó la joven asomando la cabeza tras la pantalla de una computadora. —Genial… voy a necesitar que pongas tu dedo aqui. —dijo la mujer incorporándose mientras sacaba un Pad de uno de los bolsillos de su uniforme.

Dante se acercó a la joven y colocó su dedo en la pantalla donde un pequeño rectángulo holográfico indicaba su consentimiento para dejar la enfermería. De inmediato la forma quedó registrada y la pantalla se apagó.

—Si vuelves a sentirte mareado, ven a vernos. —explicó guardando el aparato nuevamente en su bolsillo. —Será mejor que aproveches el día y descanses un poco en tu cuarto. Hoy tienes franco, ¿Verdad?

—Si. —respondió el joven poniéndose las manos en los bolsillos. —Luego de un ejercicio de larga duración siempre tenemos un día libre para recuperarnos.

Tras saludarse con un apretón de manos el joven abandonó la oficina y tras cruzar las hileras de camas en la enfermería salió por fin al exterior.

El reloj del campanario del edificio principal de la academia marcaba unos pocos minutos pasados de las once de la mañana. La mayoría de los alumnos estaban en medio de sus clases y no se veía a nadie caminar por los senderos arbolados que unían cada uno de los edificios del Campus. Dante respiró el aire perfumado y dirigió sus pasos hacia donde se encontraban los edificios de las autoridades militares, un complejo de construcciones que imitaba un poco a aquella famosa Academia West Point de mediados del siglo Veinte. 

El Casino de Oficiales era una pequeña edificación que se levantaba a un lado del complejo principal y estaba destinado al personal jerarquico que cumplia funciones permanentemente en la Academia. Hacia allí se dirigió Dante sintiendo el sol en el rostro. Todo rastro del cansancio se había esfumado de su cuerpo y se sentía de bastante buen humor, aunque algo le decía que lo que tuviera que decirle ese viejo General no serían justamente buenas noticias. Sin perder un minuto más de tiempo comenzó a subir las escalinatas con resolución.

Un solitario “marine” guardaba el acceso al edificio. Dante se acercó al soldado e hizo un saludo militar. —Buenos días.

El guardia devolvió el saludo. —Buenos días. El casino de Oficiales se encuentra fuera de límite para los estudiantes. —agregó en forma mecánica.

—Lo se. —contestó el joven encogiéndose de hombros. —Vengo a ver al General Sutherland; solicitó que viniese a verlo a este lugar.

—Por favor anunciese en el escritorio de entrada. —respondió el hombre dando por terminada la charla.

—Gracias.

Tras atravesar las puertas de cristal se encontró con un pequeño recibidor, en donde una joven secretaria tomó su nombre y le pidió que esperara sentado en uno de los sillones. Al cabo de unos minutos la joven le indicó que podía pasar.

El salón principal estaba practicamente vacio. Solo se veía al barman limpiando unas tazas detrás de la barra del bar y a un conserje que caminaba entre las mesas del comedor pasando la escoba aquí y allá. Al fondo de todo había un gran ventanal desde donde podía verse un parque interno con algunas palmeras y arbustos en flor. Un hombre estaba sentado en una mesa junto a la ventana y le hizo una seña para que se acercara en cuando lo vió entrar.



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En el texto hay: videojuegos, isekai, macross

Editado: 27.12.2020

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