Folded Dreams

5

El VF-4 despegó en medio de un remolino de tierra y hebras de césped mientras Silvana se cubría la cabeza con ambas manos. En cuanto el rugido de aquellos poderosos motores se perdió en la lejanía volvió a quedar sola.

Todo había sucedido en un par de segundos; La misteriosa joven que pilotaba el caza transformable había vuelto a subir de un salto a la cabina y sin decir una palabra había usado el brazo de su robot para atrapar al pobre Dante, quien se dejó llevar por el aire sin poder resistirse. ¿Realmente lo estaban escoltando? Aquello le había parecido a Silvana más un secuestro que otra cosa.

La chica-gato suspiró y se sentó en el suelo a pensar un poco con la cabeza un poco más fría. Todo había sucedido tan rápido que no había tenido tiempo de poner en orden sus ideas. Al voltear la cabeza vió el enorme agujero que la huella del Zentradi había dejado en la tierra y recordó en donde estaba.

—Oh rayos, todavía estoy en una zona de PvP. —se dijo alarmada.

Se puso de pié y comenzó a caminar lo más rápido que pudo (Todavía tenía una penalización al movimiento por sus heridas) hacia la luz que se proyectaba desde el lugar donde se alzaba el Guardián, mirando nerviosamente a uno u otro lado por si veía venir a alguien con ganas de apuntarse una muerte fácil.

Tras varios minutos de marcha sus puntos de salud se había regenerado apenas lo suficiente como para que pudiera moverse a velocidad normal sin penalizaciones, pero su barra de vida seguía en rojo crítico y el mas pequeño golpe podía enviarle de vuelta al templo más cercano.

Aceleró el paso y redujo la distancia lo suficiente hasta que un pequeño indicador en su UI le hizo saber que se encontraba dentro del rango de protección del Guardián, pero aún así Silvana no se relajó del todo; incluso bajo aquella protección un proyectil mágico o una flecha lanzada por uno de los asesinos de nivel alto del Enjambre  podían abatirla desde fuera del área de cobertura, mejor no arriesgarse.

El Guardián era un artefacto que no solo proporcionaba un área de campamento y descanso segura para los jugadores, era también el punto donde se encontraba uno de los accesos a la red de teletransportadores que conectaban diferentes puntos del planeta Calypso. Al pie del enorme obelisco de roca tallada con las cuatro figuras de los guardianes que, con uno de sus brazos extendidos hacia cada uno de los puntos cardinales advertía a los jugadores hostiles sobre las consecuencias de atacar a otro en esa zona, se encontraba el espejo ovalado que hacía las veces de portal de entrada y salida a todos los jugadores. 

Solo vió a dos personas a un lado del espejo, al parecer dos amigos que habían salido a hacer alguna Quest rápida. Ambos vestían armaduras ligeras con los mismos colores por lo que debían ser del mismo gremio o clan. Al acercarse apenas se molestaron en dirigirle una mirada de desprecio y siguieron conversando en voz baja.

Silvana extrajo de sus ropas la runa donde estaba grabado su destino de teletransportación y el espejo se iluminó en cuanto la magia de la piedra resonó en la superficie pulida del mismo. La imagen reflejada se volvió líquida como el plomo fundido y la joven chica-gato la atravesó como si no estuviera allí.

En un abrir y cerrar de ojos estaba en Jenne, la pequeña ciudad que hacía de capital de aquel reino oriental en donde la mayoría de los jugadores iniciaba sus primeros pasos en el juego. Los fuertes aromas de las especies locales invadieron rápidamente sus fosas nasales reemplazando las sutiles fragancias del bosque y la pradera que tanto amaba Silvana. Aun asi, aquellos olores ya se habian fijado en su mente como su segundo hogar. Allí en esa ciudad estaba segura, al menos de momento.

La salida del portal estaba en la plaza principal en un pedestal de roca justo frente a las escalinatas que conducían al templo principal de la ciudad. Como siempre, una pequeña multitud de gente ocupaba aquella plaza, aunque Silvana sabía que la mayoría de ellos eran NPC’s (Personajes no Jugadores) que cumplian sus rutinas diarias con la misma precisión de todos los días. Al principio le había resultado difícil distinguir a los verdaderos jugadores de aquellos muñecos guiados por la IA, pero con el tiempo aprendió a distinguir sus rutinas y sus diálogos, por lo que eventualmente podía distinguirlos con facilidad. Así y todo, aquella ciudad solo mantenía a un reducido grupo de jugadores; la mayoría de los que pasaba el nivel veinte se mudaban a una de las ciudades más grandes para conseguir mejores quest y equipo, cosas que aquella pequeña urbe no podía proporcionar.

Silvana solo dedicaba una pequeña parte de su tiempo al juego por lo que su personaje progresaba lentamente en contraste con los llamados “Hardcores” quienes jugaban veinticuatro horas al dia. Esos jugadores rondaban los niveles cuarenta y eran quienes mantenían el control de los principales gremios y clanes y quienes, en general, manejaban la política que movía los destinos de todos los pequeños y grandes reinos de Calypso.

Tras bajar del pedestal en donde se encontraba el espejo la joven atravesó la plaza a paso seguro, mirando los diferentes puestos tanto de NPC’s como de jugadores por si veia algun objeto que llamara su atención. 

El sector residencial de la ciudad se encontraba en el segundo anillo defensivo de la misma, por lo que tuvo que obligatoriamente atravesar una de las murallas internas que separaba los diferentes sectores de la ciudad. En el sitio donde la avenida principal atravesaba la muralla por un amplio arco abierto en la piedra un pequeño grupo de guardias del clan que controlaba la ciudad en aquel momento se encontraba holgazaneando junto a un pequeño puesto de guardia. 

Silvana suspiró. Conocía a esos tipos y sabía exactamente lo que pasaría en cuanto intentara atravesar el puesto en dirección a su ClanHall, así que apuró el paso y se resignó a pasar por allí lo más rápido y furtivamente que pudo.



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En el texto hay: videojuegos, isekai, macross

Editado: 27.12.2020

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