Máximo Duval se volvió hacia Dante. —Permíteme presentarlos. —dijo con un gesto de la mano. —El Doctor Malkovich es el representante legal de un grupo de jugadores en Calypso y suele visitarnos con frecuencia para comunicarnos las inquietudes de las personas que representa… aunque sera de agradecer que tuviera la cortesía de anunciarse primero. —dijo lanzando una mirada al profesional.
El recién llegado ignoró la indirecta y extendió una mano hacia el joven. Dante se sorprendió al ver que usaba un curioso guante blanco de lo que parecía ser seda; un detalle bastante peculiar en un profesional de las leyes. —Dante Sebastian Joyner. —respondió contestando el saludo mientras apretaba la mano enguantada. —Es un gusto conocerlo Doctor.
El abogado retiró la mano y se volvió hacia Duval. —Me imagino que ahora su Staff está finalmente completo. —observó. —Ha sido algo realmente inoportuno el perder a tantos profesionales en una etapa tan crítica del proyecto.
El rostro del enorme Director no mostraba signos de ira ni ninguna otra emoción visible, pero Dante notó como el puño del hombre se cerraba con fuerza. —No se preocupe por mi Staff. —respondió. —Todos los puestos necesarios están cubiertos y tenemos a toda la gente que necesitamos.
—Por el bien del proyecto, espero que así sea. —contestó el abogado. —Mis clientes están algo preocupados por las decisiones que la administración de Calypso ha tomado recientemente y les gustaria tener algun tipo de respuesta desde los responsables directos.
—Para eso existe el Concilio. —cortó Duval de forma abrupta. —Los asuntos internos del juego se resuelven DENTRO del mismo juego.
Malkovich le dirigió una sonrisa. —Por supuesto que sí. —respondió. —El problema es que el Concilio no tiene la competencia adecuada para tratar los asuntos “externos” del juego. —dijo volviéndose hacia la piloto O’Higgins. —¿Verdad, Teniente?
La joven frunció el entrecejo, pero no respondió. Tenía la mirada fija en el hombre de la silla de ruedas.
—¿A que se refiere con eso? —preguntó en cambio Duval.
—Me han llegado informes sobre una disrupción del juego por parte de la veedora oficial de la NUNS en Calypso. —explicó el abogado volviéndose hacia el Director. —Un jugador ha reportado que vió su actividad lúdica violentamente interrumpida por un robot que no tiene nada que ver con el universo fantástico en el que este juego se basa… ¿Me explico?
Dante tuvo suficiente con aquello y dió un paso al frente. —Ese jugador intentó pisarme como a una hormiga sin ninguna clase de provocación. —afirmó. —¿Que clase de “juego” es ese.
Malkovich se encogió de hombros. —¿Qué tiene eso de malo? Es algo perfectamente legal y permitido en este juego… ¿O acaso no lo sabía?
—El señor Joyner no conoce aún el juego. —lo justificó el Director. —Así que su desconocimiento lo excusa de esto… pero en lo que respecta a la Teniente O’Higgins… ¿Es verdad eso? —preguntó volviéndose hacia la piloto.
—El Jugador estaba interfiriendo con mi misión de recoger al Señor Joyner. —respondió la joven cruzada de brazos. —El protocolo de interacción con los jugadores me permite ejercer la fuerza en casos de no-cooperación de las personas o criaturas-no-jugadores.
—¿Realmente fué necesario asesinar a un jugador? —preguntó el abogado haciendo un gesto de impotencia con ambas manos. —¿No podía usar simplemente su robot para recoger al Señor Joyner y salir de la zona sin causar tantas interferencias? Le recuerdo que el Protocolo especifica claramente que las interacciones con los personajes y el mundo de Calypso deben mantenerse al mínimo… claramente usted se ha propasado con su reacción y ahora un jugador reporta que ha sufrido lo que legalmente se tomaría como un asalto a su libertad… esto bien podría considerarse un abuso de autoridad y algo que merecería ser reportado a sus superiores.
—Haga lo que se le cante. —respondió la piloto sin cambiar de expresión.
Dante miró a Duval y vió que este se rascaba la cabeza pensativo. —Un momento. —dijo extendiendo la mano. —El accionar de la Teniente fué correcto y en ningún momento intervino en el juego. Sus acciones fueron en respuesta a una provocación intencionada.
El abogado lo miró con curiosidad. —¿Ah sí? —preguntó.
—El jugador que usted nombra fué quien usó palabras denigrantes hacia la milicia y hacia la Teniente… creo que los registros de la sesión de juego serán suficientes para probar lo que digo. —afirmó.
Malkovich frunció el ceño pero no dijo nada y dejó proseguir al joven. —El jugador agravió a la teniente y usó insultos de índole sexual y discriminatorios... yo puedo salir de testigo del hecho si es necesario.
Duval lo miró seriamente. —¿Estás seguro de eso? —preguntó.
—Si.
El abogado levantó ambas manos de los respaldos de su silla. —Calma calma señores… no es necesario hacer tanto problema por un simple episodio de esta clase… estoy seguro que todo se resolverá con una simple disculpa por ambas partes. —opinó cambiando rápidamente de idea.
El Director sacudió la cabeza. —Buena suerte logrando que la Teniente se disculpe con alguien. —dijo. —Será mejor que olvidemos este malentendido y nos dediquemos a asuntos más importantes.
—Coincido plenamente con su observación. —contestó Malkovich.
Duval se volvió hacia Dante. —Iré a la sala de conferencias con el Doctor para arreglar esos… “asuntos importantes” que tanto le preocupan. Willy.
—¿Si Señor? —respondió el joven girando su cuerpo desde su silla.
—Dale a Joyner una explicación del juego… ya sabes, la idea general y cómo funciona. Necesitamos que se ponga al día lo más pronto posible con los conceptos generales.
El joven se rascó la calva y suspiró resignado. —¿No puedo simplemente darle el vídeo de orientación?
—No, de seguro Joyner necesita algo más que eso. —respondió el enorme Director mientras abría una puerta ubicada a un lado de la oficina. —Por aquí Doctor.