Folded Dreams

8

Las puertas de vidrio se cerraron detrás de Dante y el joven contempló las calles vacías de la ciudad. Un pequeño drone revoloteaba en las alturas y a lo lejos se escuchaba el martillar de alguna máquina pesada. Fuera de eso no había señales de vida en el interior de la enorme nave colonial.

Tomó su Pad y buscó entre las aplicaciones de la Colonia la que necesitaba en esos momentos, a los pocos minutos un solitario taxi autónomo doblaba la esquina y se detenía junto a la entrada del enorme edificio.

Ya habían pasado varios minutos del mediodía y su estómago le estaba recordando de forma algo maleducada que no había desayunado nada más que un jugo de naranja en la oficina de Duval. Volvió a consultar el Pad e indicó al piloto automático que se desviara hacia una tienda de comestibles cercana que se mantenía abierta las 24 horas.

A esas alturas Dante ya no se sorprendió de no encontrar a nadie en el establecimiento. Tomó un par de bocadillos y unas bebidas de las heladeras y pasando por la caja dejó que el sistema automático registrara sus compras y las debitara automáticamente de la cuenta que Alpha Corporation había creado para él el día anterior. Se sentía bien volver a tener un poco de dinero para gastar.

Subió al taxi y se dejó llevar por las solitarias calles de la ciudad hasta su departamento mientras meditaba en las cosas que había presenciado aquella mañana. Su mente había absorbido toda la información como una esponja sedienta, pero aún así había varios puntos que no le quedaban claros. El más apremiante era que ni Duval ni Willy le habían explicado cuál era el problema que querían que solucionase. 

Todo parecía girar en torno a ese misterioso enjambre. ¿Se trataría de una especie de culto que se estaba formando dentro del juego? ¿O tal vez algún tipo de agrupación terrorista? Eran posibilidades claro, pero si fuera algo de esa gravedad la NUNS no lo pensaría dos veces y arrancaría sin muchos miramientos a los sospechosos de esas vainas.

Debía haber algo más en todo aquello, un problema que debía solucionarse internamente, sin interferencia de los militares o el gobierno.

El pensar en la milicia trajo a su mente el rostro de la Teniente O’Higgins y su actitud hostil desde que se conocieran. Dante sospechaba que la chica podría tener lazos con los Hughs y su “Vendetta” a través de lo largo y ancho de la galaxia pero… ¿La hija del Capitán de la Flota 41?  Willy no bromeaba con que se había buscado los enemigos más difíciles de todo el juego… si es que aquel desastre en el que se había convertido su carrera profesional podría calificarse como uno.

Tendría que cuidar sus palabras cuando estuviera cerca de la Teniente. Al menos le consolaba saber que la chica era de hablar poco y probablemente sus oportunidades de interacción estarían limitadas. Un malentendido en el lugar y momento inoportunos y terminaria sus días en una de las celdas de la Macross 41.

Estaba tan inmerso en sus pensamientos que no reparó en cuanto el taxi llegó a destino. La voz digital del asistente le informó el importe del viaje y le recordó que no dejara ningún efecto personal olvidado en el interior del vehículo. Dante se bajó y sin perder más tiempo se dirigió hacia su nuevo hogar.

Su apartamento se encontraba en uno de los barrios que rodeaban la urbe de la Colonia. Podía ver desde la calle las enormes paredes de metal que se alzaban hasta encontrarse con el techo a casi a un centenar de metros por encima de su cabeza. Se veain un par de luces más en las ventanas del edificio y Dante se preguntó si debía presentarse a sus nuevos vecinos o simplemente comenzar a vivir ahí sin llamar demasiado la atención tal y como Sutherland le había recomendado que hiciera. 

Dejó la decisión para más tarde y entró al palier llevando su mochila en una mano y la bolsa con las compras en la otra.

Unos cinco minutos más tarde se encontraba en su apartamento y tras sacarse los zapatos en el recibidor se arrojó en un pequeño sillón para relajarse un poco.

No tardó mucho en perder todo interés en la relajación, al fin y al cabo estaba trabajando, aun desde la comodidad de su nueva casa. Se levantó y caminó hasta la habitación en donde echó una mirada al casco de realidad virtual que había quedado sobre la cama a medio hacer. Estuvo tentado de colocarselo enseguida pero lo pensó nuevamente y se dirigió en cambio a la pequeña cocina.

Mientras el agua en la cafetera hervía guardó sus compras en el refrigerador y examinó un poco mejor lo que tenía a su disposición. El apartamento estaba muy bien amueblado y bien provisto de todo lo necesario para una vida confortable. Tomó uno de los paquetes de ramen instantáneos que había comprado y tras abrirlo echó en su interior el agua hirviendo. Posteriormente cerró la tapa del envase y lo dejó sobre la mesa para dejar que se prepare solo.

Mientras tanto se cambió de ropa y ordenó un poco el lugar mientras pensaba en su “asignación” del dia. ¿Debía ponerse a jugar un videojuego? Duval dejó bien en claro que la prioridad era que conociese el juego. ¿Tendría que hacer un tutorial? ¿Buscar alguna guia On-Line?

Volvió a la mesa del comedor con su Pad encendido y destapó el envase de ramen. Una nube de vapor se elevó desde el interior y el aroma a fideos y caldo inundó el ambiente. Dante tomó los palillos y tras separarlos con un solo movimiento se puso a comer ávidamente mientras miraba la pantalla del aparato donde una serie de videos que había seleccionado le contaban cosas sobre el juego.

Calypso era muy similar a otros juegos que Dante había jugado en su niñez. Uno elegía una clase de personaje y a medida que derrotaba monstruos y realizaba trabajos para las diferentes facciones del mundo podía ir progresando y mejorando las habilidades de su personaje. La única diferencia sustancial era que en el mundo de Calypso conviven todas las razas de la Protocultura que la humanidad se había encontrado en los últimos 70 años de exploración de la Galaxia. 



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En el texto hay: videojuegos, isekai, macross

Editado: 27.12.2020

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