Cuando el grupo de aventureros apareció en la explanada del templo de la ciudad de Jenne, de inmediato percibieron el aire agitado y la atmósfera de enojo entre la multitud agolpada frente al imponente edificio gótico.
La fila que se originaba en la pila bautismal de curación salía por el enorme pórtico principal y daba la vuelta varias veces a la plaza. Debería haber unos trescientos o cuatrocientos aventureros a la espera de poder curar sus heridas en aquel sitio.
—¡Deculture! —exclamó Rita mirando aquello. —Creo que esto es más grande de lo que pensábamos.
Por todos lados pero especialmente en la plaza y sus alrededores, grupos de jugadores vociferaba en el chat general y clamaba por una explicación para lo que estaba sucediendo en Calypso. Ninguno de los integrantes de La Orden lo sabia todavia, pero aquella escena se estaba repitiendo en casi todas las principales ciudades del planeta.
—Será mejor que dejemos la curación para más tarde y vayamos directo al Clan Hall. —dijo Alex dirigiéndose al grupo. —No vale la pena intentar averiguar algo en este Pandemonium… es probable que haya más rumores inventados que alguna pista útil.—razonó.
Los demás asintieron y se prepararon para abandonar la plaza. El tráfico de gente era inusualmente alto así que nadie los molestó. Si realmente aquel grupo de aventureros del Imperio había informado ya sobre lo sucedido en las ruinas, el rumor no había corrido todavía entre los guardias de la ciudad. Nadie les dirigió la palabra o los importunó en los checkpoints llenos de guardias nerviosos por lidiar con tanta gente y pudieron llegar al vecindario donde estaba su base de operaciones sin ningún problema.
El asesino llamado Dirk se les unió de pronto saliendo de entre las sombras de un callejón. Dante se sorprendió al verlo caminando con ellos como si siempre hubiera sido así.
—¿Has averiguado algo? —preguntó Alex.
—El Concilio ha llamado a una reunión de emergencia en Mir. —dijo el misterioso jugador. —Los administradores no han hecho ningún comentario todavía.
Matilda sacudió la cabeza. —Todos los elementos de una buena crisis en puerta… ¿Algún efecto inmediato aparte de los rumores y el desconocimiento general?
—Los precios se han disparado debido a que los comerciantes han empezado a acumular de forma compulsiva. La opinión más popular es que se han “nerfeado” los cristales para balancear la capacidad ofensiva de las clases mágicas.
—Eso es ridículo. —opinó Alex. —Los cristales los usan todas las clases, no solamentes las enfocadas en la magia, sería una medida no solo impopular, también inútil.
—Algo más. —dijo Dirk de pronto. —No estoy seguro si es verdad o no, pero escuché que el mismo efecto se produjo en las clases que utilizan la habilidad Sifón.
—¿Sifón? —preguntó Dante.
—Es la habilidad pasiva que yo utilizo para canalizar la magia de las plantas y poder utilizarla en mis hechizos. —explicó Silvana.
Alex se detuvo al escuchar aquello. —¿Estás seguro?
—Por ahora es solo un rumor.
Los demás se voltearon hacia la Druida sin creer lo que estaban escuchando. —¿Notaste una disminución en tus habilidades? —preguntó Matilda, pero Alex se adelantó y respondió por ella. —Con la poca cantidad de plantas que había allí abajo no creo que Silvana haya podido notar alguna diferencia… deberíamos ir al bosque para comprobar si hubo algún tipo de cambio.
Los demás asintieron en silencio, aunque sabían que intentar aquello en medio de la situación actual sería completamente desaconsejable, sin mencionar el peligro que el Enjambre y ahora también el Imperio, representaban para un clan pequeño como La Orden.
Dante vió que al costado de su interfaz de usuario, un nuevo ícono había aparecido y parpadea constantemente llamando su inmediata atención; era un nuevo mensaje entrante y por el pequeño signo de exclamación que aparecia sobreimpreso en el mismo definitivamente podría ser algo importante.
—¿Sucede algo? —preguntó Silvana viendo como Dante movía las manos manejando la interfaz.
—Un mensaje. —respondió el joven. —Dame un segundo.
Al ver el remitente del mismo Dante supo que habría problemas;
De: Karina O’Higgins.
Asunto: Urgente.
Tengo órdenes de escoltarte fuera de la ciudad. Ve hasta la salida sur y trata de no llamar demasiado la atención; no estaré aquí más de quince minutos así que date prisa.
¿Podría estar relacionada aquella extracción apresurada con lo que estaba sucediendo en la ciudad? Definitivamente sí, o eso era lo que le decía su instinto para los problemas.
El otro pequeño inconveniente era la Teniente O’Higgins… ¿Como rayos iba a acercarse a la ciudad con el VF-1? Ese avión naranja era imposible de ocultar, al menos a plena luz del dia. Dante consultó el reloj de Calypso y vió que aún faltaban algunas horas para que oscureciera.
—Tengo que irme. —dijo cerrando la ventana del mensaje. Los miembros de su grupo lo miraron confundidos. —¿Te vas? —preguntó Rita. —Se supone que vamos a tener un banquete de celebración. —exclamó.
—Algo.. algo surgió. —dijo encogiéndose de hombros. —Lo siento mucho, les prometo que volveré pronto… espero.
Alex asintió en silencio pero cruzó una mirada rápida con Matilde. La joven asintió a su vez. —No te preocupes.—dijo dirigiéndose hacia el joven. —Haz lo que tengas que hacer.
—Volveré pronto, Silvana. —dijo a la joven Druida. —Estoy ansioso por probar tus platillos. —agregó haciendo una pequeña reverencia, tras lo cual se alejó corriendo en dirección al sur de la ciudad ante la mirada desconsolada de la chica-gato.
Alex abrió un chat privado y envió un mensaje rápido. “Síguelo” —escribió. Dirk asintió y salió corriendo hacia uno de los callejones donde desapareció en un abrir y cerrar de ojos. —¿Dirk también? —preguntó Rita viendo desaparecer al asesino.