Folded Dreams

13

Alex deslizó la palma de la mano sobre su Pad y la pantalla se apagó de inmediato. Cuando levantó la vista ya el aula magna se estaba vaciando mientras los estudiantes abandonaban el recinto solos o acompañados en pequeños grupos. Solo un par de estudiantes quedaron sentados en las gradas mientras escribían algunas notas o repasaban la lección de la cátedra del dia.

—¿Otra vez te desvelaste en Calypso? —preguntó una voz conocida a su lado. El joven de lentes se volteó a un lado y vió el familiar rostro de su compañero de estudios, un joven de su misma edad con una tupida barba castaña. —Después de lo que pasó ayer me sorprendería enterarme que no haya sido yo el único que no ha cerrado un ojo en toda la noche. —respondió sonriendo.

—Escuché rumores. —mencionó el otro. —Pero como ya no estoy en el juego no leí los mensajes en el foro. —dijo levantando ambas manos. —Ya no es mi problema.

El joven de anteojos suspiró y miró la enorme pizarra digital donde todavía se podían ver las fórmulas matemáticas escritas por el profesor. —Mientras La Orden tenga al menos un solo miembro jugando en Calypso yo pienso seguir manteniéndola activa. —dijo tajantemente.

—Lo se. —respondió su compañero poniendo una mano en el hombro. —Y conociéndote como te conozco es lo que más me preocupa… viejo, tienes que pensar en tu carrera profesional, ese juego te está consumiendo la vida y estas desperdiciando tu tiempo en luchar una guerra que ya está perdida de antemano.

—No considero el tiempo pasado con amigos como un desperdicio. —respondió. —Y con respecto a la guerra… hemos soportado los primeros impactos y seguimos en pié, no dejaré que el miedo nos destruya como ya ha sucedido con otros clanes más grandes.

—El Imperio…

—El Imperio caerá, tarde o temprano se destruirá por dentro o será derrotado por otro grupo. Sea como sea no es cosa nuestra; La Orden es neutral y continuará siéndolo mientras exista Calypso. —afirmó el joven de anteojos.

Su compañero sonrió. —Esa es la segunda cosa que me gusta de ti; nunca te rindes.

—¿Y cual es la primera?

—Que no me hayas pedido que vuelva a jugar. —respondió el otro joven dándose la vuelta mientras levantaba una mano a modo de saludo. —Nos vemos.. ¡Trata de descansar un poco al menos!

Alex suspiró y volvió a encender la pantalla de su Pad, entonces volcó toda su atención a las capturas de pantalla que había realizado la noche anterior. Tras meditarlo varios minutos y comprobar lo tarde que se había hecho se resignó a apagar el aparato y se preparó para salir de la universidad.

Muchos de los estudiantes de la universidad se teletransportaban a sus destinos directamente desde el interior del Campus, pero Alex necesitaba pensar un poco antes de llegar al taller de Matilda. Salió por el gran portón principal y caminó bajo la sombra de las palmeras que crecían en el centro del boulevard que llevaba hasta el edificio principal de la institución Académica. 

Una vez que salió del predio se dirigió hacia una parada de tranvías, donde convenientemente uno estaba detenido a la espera de pasajeros. Aquellos vehículos eran simplemente parte de la decoración de la ciudad que intentaba copiar algunos detalles visuales de varias ciudades de Estados unidos, pero fuera de eso casi nadie los usaba y estaban simplemente ahí como una curiosidad.

Tomó asiento en el solitario transporte y se dejó llevar por las calles vacías mientras el tranvía subía y bajaba las colinas de las afueras en dirección a la urbe unos pocos kilómetros en dirección a la bahía, donde un enorme puente colgante similar al que existía en la antigua San Francisco dominaba el paisaje.

Cuando veinte minutos más tarde se bajó en la parada cerca de su destino Alex ya se había decidido; no podía mantener eso en secreto por mucho tiempo y se dió cuenta que debía soportar aquella carga con alguien más.

El taller de Matilda se encontraba en un pequeño barrio residencial de casas bajas y pequeños apartamentos que no superaban los dos pisos de altura. La mujer rentaba un garage junto a su departamento y allí había montado un pequeño atelier donde trabajaba su arte entre sesiones de Calypso y un pequeño trabajo como acompañante terapéutico.

La persiana estaba abierta por la mitad y Alex se inclinó un poco para pasar por el espacio libre. —Permiso. —dijo al entrar al atelier.

—¿Alex? —preguntó la mujer asomando la cabeza tras un lienzo montado en un caballete. —Que inusual verte aquí en el barrio. —exclamó.

Matilda usaba un avatar de una espadachín de Windermere en Calypso, pero en la simulación de la Colonia usaba su aspecto real como avatar. Era una mujer entrada en los 40’s de cabellos oscuros atados en una simple cola que casi siempre enrollaba en un rodete para protegerla de las manchas de pintura cuando se movía entre las obras en preparación de su taller. Vestía un delantal manchado de pintura bajo el cual se podían ver unos jeans gastados y una camisa clara. —Espero que todo esté bien.

—Hola Matilda. —saludo el joven deteniéndose junto a un rollo de lienzo que la artista usaba para montar en los bastidores de madera al momento de preparar las telas para pintar. —Siento interrumpirte. —se disculpó.

—Que va, sabes que siempre eres bienvenido en mi taller… ¿Quiere tomar un café? —preguntó ella dejando los pinceles sobre el marco del caballete.

—Me encantaria.

—Entonces ponte cómodo. —dijo levantándose del pequeño banquito. —Vuelvo enseguida.

—¿Puedo…?

—¿Mirar? Claro, pero recién lo empiezo. —dijo desde la puerta que daba a la habitación contigua.

Alex caminó hasta el otro lado del caballete y se puso a mirar la obra incompleta. Reconoció de inmediato a uno de los habitantes del bosque, una Dríada de las que protegía los lugares más sagrados y puros de la floresta. Matilda no bromeaba con que recién comenzaba: en la tela solo aparecia el bosquejo en lápiz y la artista solo había aplicado un par de pinceladas en los contornos del cuerpo y rellenado un par de formas con la pintura al óleo. Pinchados en los bordes del caballete había media docena de bocetos hechos en carbonilla donde aparecía el modelo de la Dríada en diferentes poses. —¿Silvana te las describió en detalle? —preguntó.



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En el texto hay: videojuegos, isekai, macross

Editado: 27.12.2020

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