Cuando Dante abrió los ojos lo primero que hizo fué extender el brazo para activar la interfaz de usuario y poder ver la hora, pero lo único que logró es mover su mano en forma ridícula mientras la miraba recortarse contra el techo de su habitación.
—Oh rayos, cierto que estoy en el mundo “real”. —dijo con una sonrisa mientras se sentaba al borde de la cama.
Su Pad estaba apoyado sobre la mesita de luz y proyectaba un holograma de la hora unos cuantos centímetros por encima de la pantalla. Todavía faltaban quince minutos para que sonase la alarma que había configurado la noche anterior así que suspiró y se levantó de la cama. Su pié golpeó con algo y al bajar la cabeza vió el casco de realidad virtual que había quedado junto a las cobijas caidas. Suspiró y tras recogerlo volvió a dejarlo sobre las sábanas mientras bostezaba sonoramente.
Inmediatamente se dirigió hacia el baño así como estaba, solo con los calzoncillos puestos. Hacia unos dias que no se afeitaba y una incipiente barba estaba comenzado a aparecer en su rostro, si quería mostrarse presentable ante el Capitán Simmons sería mejor solucionar aquello de inmediato.
El botiquín del baño estaba bien provisto de elementos de higiene personal y Dante pudo afeitarse sin problemas, luego se quitó la ropa interior y entró a la ducha.
Una vez refrescado e higienizado el joven salió del cuarto de baño con solo una toalla envolviendo su cintura. Lo primero que hizo fue revisar su mochila de viaje y comprobó que solo le quedaba una muda de ropa limpia (Y por suerte era la ropa que utilizaba para los eventos de la Academia que no requerían el uniforme) Suspiró y decidió que comprar algo de ropa en la Flota 41 sería la siguiente cosa en la lista… siendo la primera sobrevivir a la entrevista de esa mañana.
Se vistió lentamente y sin prisa mientras trataba de recordar algo sobre el Capitán de la Flota 41, pero reconoció que no sabían nada sobre aquel militar. Tendría que recurrir a la red Galaxy en busca de datos.
Lo siguiente fué desayunar algo. Con todo lo que había pasado en Calypso el dia anterior se había saltado un par de comidas y su estómago estaba haciendo ruido en forma bastante insistente para recordárselo. Puso a hacer café en la máquina automática y mientras tanto revisó la heladera en busca de algo para comer.
Tomó un paquete de pan en rebanadas y sacó un par de ellas para hacer unas tostadas. No había mantequilla ni jalea, tendría que comprarlas luego, así que se conformaría con masticar las tostadas solas.
Desayunó en la cocina, de pie junto a la nevera mientras revisaba las noticias locales en los boletines y redes sociales de la Flota 41. Al parecer el ochenta y cuatro por ciento de la población civil ya estaba en las vainas de viaje y conectadas a la simulación virtual que los mantendria protegidos de los efectos del Síndrome de Transposición FOLD durante el Gran Salto. No era de sorprender que hubiese tan poca gente en la calle.
Un mensaje apareció en su bandeja de entrada y Dante movió el dedo sobre el cristal para acceder a su contenido mientras bebía el café de su taza. Era un mensaje de Willy diciendo que estuviera listo en diez minutos en la puerta de su apartamento.
—No bromeaban con lo de ir bien temprano. —murmuró mirando las luces de la calle que entraban por la ventana. Vació su taza de un solo trago y la colocó dentro del lavavajillas, luego salió de la cocina y se preparó para salir.
Exactamente diez minutos más tarde salía por la puerta principal del edificio con las manos en los bolsillos mientras miraba el desolado paisaje. Se preguntó qué le depararía aquel nuevo día en la misteriosa flota 41. El sonido de un motor hizo que volteara la cabeza y pudo ver cómo una camioneta tipo furgón doblaba la esquina y se dirigía hacia la acera frente a él. El vehículo no tenía ventanas en la parte trasera, lo que llamó poderosamente la atención del joven quien contempló con curiosidad como la camioneta se detuvo justo frente a la puerta donde estaba el parado. De inmediato la ventanilla del conductor comenzó a bajar.
—Hola. —saludó Dante al ver el silencioso rostro de Karina al volante de la camioneta. —¿Una Van? No lo esperaba realmente. —agregó encogiéndose de hombros.
La puerta lateral se abrió hacia un lado y el rostro enorme de Duval apareció asomándose desde el oscuro interior del vehículo. —¿Que esperabas? ¿Una limusina?
El joven estratega contempló asombrado el rostro del Director. —Señor… ¿Como..? Es decir… ¿Cómo puede usted entrar ahí dentro…? —preguntó confundido.
—Magia. —respondió Duval con una mueca. —Sube de una maldita vez.
—Is this the real life? —cantó Dante aquella vieja y conocida canción mientras abría la puerta del acompañante al frente de la camioneta. —Is this just fantasy?
—No escape from reality. —respondió Willy (también cantando) asomando la cabeza junto a la del Director.
—Por los mil demonios cállense ustedes dos. —gruño el enorme hombre cerrando la puerta de golpe. —Listos Teniente, puede arrancar cuando guste. La joven asintió en silencio con la cabeza y apenas Dante hubo cerrado la puerta y ocupado el asiento del acompañante puso en marcha el vehículo.
Dante se ajustó el cinturón de seguridad y se volteó para ver el interior de aquel extraño vehículo. Como lo sospechaba el interior estaba en penumbras pero completamente lleno de monitores y equipos electrónicos. Duval ocupaba todo el espacio central de la caja trasera y Willy apenas tenía un rincón disponible para trabajar alrededor de varias pantallas holográficas. —¿Así que esta es su guarida de emergencia? —preguntó el joven.
—Hasta que estemos cien por ciento seguros que la oficina no está comprometida estamos trabajando desde aquí. —respondió Willy. —No es el ambiente de trabajo mas cómodo del mundo pero…
El joven se volvió hacia la conductora y sonrió. —Estoy destinado a ser tu copiloto por siempre. —dijo.La joven no respondió pero Dante observó una pequeña sonrisa asomándose tímidamente en los labios.