Folded Dreams

23

El guerrero bloqueaba por completo el pasillo y se erguía amenazante como una torre de acero brillante. Ninguno de los tres compañeros dijo nada para contestar el desafío del recién llegado, pero de todas formas sabían que las palabras no eran necesarias.
—Soy el Capitán DiMarco. —dijo el hombre sin esperar respuesta mientras apoyaba sus enormes manos enguantadas en malla sobre la empuñadura de la espada. —Depongan sus armas de inmediato y garantizaré su seguridad.
Karina no se movió un centímetro y Dante desenvainó su cuchillo mientras asumia una posición defensiva cubriendo a Diógenes con su cuerpo. El gesto del joven hizo que una expresión de desilusión se marcase en el rostro del hombre fuerte del Imperio. —Es inútil que se resistan. —dijo apretando los puños. —Y les pediría que no me hagan perder el tiempo; de todas formas ustedes tres van a venir conmigo, caminando o como sacos al hombro, eso no cambiará nada. 
—Lo siento pero no consentimos con eso. —dijo Dante levantando la voz. —No tenemos intenciones de iniciar ningún encuentro PvP o como sea ni queremos tener tratos con El Imperio.
El guerrero les devolvió una mirada de desprecio. —¿Consentir? No seas ridículo, no necesito el consentimiento de ninguno de ustedes para llevarlos a la rastra hasta nuestros oficiales de inteligencia.
—Eso suena como un secuestro. —opinó Dante rascándose la cabeza. —¿Que clase de juego permite que alguien secuestre a un jugador contra su propia voluntad?
Ahora la mirada de DiMarco era de perplejidad. —¿Te estas burlando de mi? ¿O realmente eres un novato sin ninguna idea de donde se ha metido? Esto es una zona PvP, aqui no hay consentimiento ni nada que los proteja y mi gente y yo queremos respuestas. Ahora.

Dante se aseguró que el chat estuviese en privado y se dirigió hacia Diógenes. —¿Es verdad eso? ¿Puede realmente llevarnos contra nuestra voluntad?
—Oh si. —respondió el jugador. —Solo necesita dejarnos fuera de combate, cosa que estoy cien por ciento seguro que no le demandará más de unos pocos segundos.
—¿Y puede secuestrarnos a los tres sin que podamos hacer nada?
—Bueno, las mecánicas de captura y prisión son algo complejas… pero si, en esencia puedes permanecer en el juego como un prisionero esperando tu rescate o Calypso te permite salir de la simulación y hacer otra cosa mientras transcurren las veinticuatro horas de tiempo máximo en que tu avatar puede permanecer como prisionero.
—¿Veinticuatro horas? —preguntó Dante.
—Al pasar ese tiempo y si tu personaje no es “rescatado” o “Liberado” por sus captores, entonces se considera una “muerte” y simplemente apareces en el templo más cercano como si te hubiese asesinado un monstruo.
—¿Que pueden hacernos mientras seamos sus prisioneros? —preguntó Karina.
—No mucho. —respondió Diógenes. —Escuché que hay hechizos que pueden hacer que el avatar suministre información básica como simulando un interrogatorio, por ejemplo lugares o NPC’s con las que ha hablado o interactuado, nada demasiado escabroso por suerte… lo más preocupante es que pueden tener acceso total a nuestros inventarios e items y pueden tomar lo que quieran.
—¿Eso es… legal? —preguntó Dante.
—Si el juego lo permite, lo es. —afirmó el jugador. —Ahora si es ético o no… bueno, eso queda a criterio de los propios jugadores.
Karina sacudió la cabeza. —Esa no es alternativa para nosotros. —dijo mientras pasaba el cuchillo a su mano izquierda e inclinaba su cuerpo apoyando su peso en la rodilla derecha. Dante comprendió que aquel movimiento liberaba su mano para desenfundar su arma reglamentaria y disparar con un solo y letal movimiento. ¿Que tan efectiva sería una bala calibre nueve milímetros contra un monstruo como ese? 
—Willy responde. —transmitió Dante por el chat. —Necesitamos tu ayuda AHORA.
Pero nadie respondió. El programador no había vuelto a comunicarse con ellos desde que entraran al subterráneo. —Mierda. ¿Donde estará Willy? ¿Y qué rayos pasó con Duval? ¿Donde están todos…? 

Diógenes se dejó caer sobre las piedras del túnel. —¿Y ahora qué hacemos? —preguntó.
—Huir no es una opción. —dijo Karina sin quitar la vista del guerrero. —Y con respecto al combate… me gustaría evitarlo si es posible.
El jugador llamado Diógenes la miró desconcertado. —¿Evitar? Suena como si creyeras tener una chance de victoria contra DiMarco… ese tipo derrotó a un Zentradi solo y sin ayuda.
Dante se volvió asombrado. —¿Derrotó a un gigante el solo? —preguntó.
—Eso dicen los rumores.
DiMarco estaba perdiendo la paciencia. Aquellos jugadores no aprecian tener ganas de decidirse a hacer nada y se estaba hartando de su insolencia. —¿Y bien? ¿Que va a ser entonces? —preguntó lanzando una mirada sombría.
Dante no se dejó amedrentar. —Nos negamos a ir en contra de nuestra voluntad. —exclamó el Joven. —No hemos cambiado de opinión al respecto y no nos dejaremos intimidar por amenazas o bravuconadas de ninguna clase. Creía que el Imperio trataba diferente a los demás jugadores, pero aparentemente en el fondo se comporta igual que El Enjambre.

El rostro del guerrero del Imperio se puso rojo de ira y las manos apretaron tan fuerte el pomo de la espada que el crujido del metal llegó claramente ante ellos. «Bingo»  —pensó Dante. Había puesto el dedo en la llaga sobre el tema del honor. ¿Pero cómo podría usar eso a su favor? DiMarco estaba visiblemente furioso ¿Desencadenaria un ataque repentino o le daría tiempo a descubrir algo más…? La cabeza de Dante trabajaba a toda velocidad tratando de analizar toda la información que tenía. 
—¡No nos compares con esa mierda! —gritó el guerrero apuntandoles con la enorme espada. —¿Crees que un insecto insignificante como tú puede juzgarme a mí o a los míos? ¿Quien eres tu, apenas una rata escurridiza que trama vaya a saber qué a espaldas de los demás jugadores? ¿Como sé que ustedes no son realmente espías del Enjambre? 



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En el texto hay: videojuegos, isekai, macross

Editado: 27.12.2020

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