Folded Dreams

26

Dante desapareció en medio de una explosión de pixels y los miembros de La Orden (Y el recluta Diógenes) quedaron en silencio en la pequeña sala donde el fuego crepitaba alegremente en la chimenea. 
El jugador recién llegado suspiró y se sentó en uno de los sillones ante la curiosa mirada de los demás. —Espero que la joven Karina esté bien.—dijo.
Alex se cruzó de brazos y miró las llamas del hogar. —Algo me dice que Dante no querría que te preguntemos nada sobre su repentina salida y esa tal “Karina” —razonó. —Al menos espero que no haya sido nada grave, pero por lo que acabo de escuchar...
Dirk caminó unos pasos hacia el centro del salón y cerró su interfaz de comunicaciones. —Sea lo que sea que sucedió en el Salto del Ermitaño, El Imperio acaba de poner una recompensa por información en varios de los tablones de Quest.
Dicho eso compartió el cartel con la petición de información que el Clan más poderoso de todo Calypso había comenzado a distribuir por todas las redes sociales de la Colonia.
—Jugador Femenino, posible asesino o Pícaro, 1,85m, contextura delgada, nivel alto. Última ubicación conocida: Salto del Ermitaño. —leyó Matilda. —Jugador masculino, cabellos castaño oscuro, lampiño, guerrero, 1,87m, contextura media, nivel bajo/medio. Última ubicación conocida: ciudad de Jenne. 
—¿Y nada sobre mi? —preguntó decepcionado Diógenes. —De seguro otra vez me han tomado por un NPC.
—Nyan.
Los demás se volvieron al escuchar el maullido de Mirna y vieron que la joven chica gato estaba espiando por una de las ventanas que daban al exterior. —Nya. —volvió a exclamar mientras se le erizaba la cola.
—Dejame adivinar… tenemos custodia exclusiva en el frente del Hall. —dijo Matilda con una sonrisa.
—Dos soldados del Imperio y un mago de soporte. —informó Alex mirando por entre las cortinas hacia donde los tres hombres estaban apoyados contra una pared mientras vigilaban la puerta cerrada del edificio. —De seguro es alguna especie de especialista en magia de adivinación.
—Lo que significa que cada vez que entre o salga alguien de aquí será minuciosamente examinado y reportado. —razonó Walter. —Dudo que podamos salir sin ser vistos incluso usando los pergaminos de invisibilidad que tenemos.
—Hijos de puta. —exclamó Rita. —Se creen los dueños de la ciudad.
—Técnicamente lo son. —la corrigió Alex suspirando. —En todo caso no hay nada que hacer al respecto; tendremos que adaptarnos a la nueva situación.
Los demás guardaron silencio al comprender que una nueva campaña de hostilidad hacia ellos estaba por comenzar y esta vez no sería solo maltrato y desprecio en las zonas de cacería de monstruos y calabozos. Ahora ellos serían un blanco de sus guerreros.
—Un momento… ¿Alex, verdad? —dijo Diógenes incorporándose del sillón. —Esto no tiene nada que ver con ustedes, no es necesario que El Imperio les declare la guerra.
—No dejaremos que esos hijos de puta los cacen a ustedes como conejos por todo Calypso. —dijo Matilda apretando el puño con fuerza. —No abandonamos a un camarada en apuros.
Diógenes la miró confundido. —Por si no lo recuerdan, todavía no me uní a este Clan. —dijo. —No tienen por qué involucrarse en esto…
—Tarde para eso. —respondió Alex. —Ya le hemos dado a Dante nuestra invitación y no nos echaremos atrás, lo mismo contigo y con esa misteriosa jugadora llamada Karina, si también quiere unirse a esta casa.
—Además, nadie conoce la identidad de ustedes dos. —les recordó Silvana moviendo la cola entusiasmada. —Si los mantenemos ocultos es posible que evitemos a los matones del Imperio por completo.
Aquello hizo que el ánimo de todos mejorara un poco, pero Dirk sacudió la cabeza sin estar convencido de aquello. —Es posible que la identidad de esa mujer se mantenga en secreto… si es quien yo creo que es, tuvo la precaución de llevar siempre una capucha sobre su rostro. —dijo recordando lo que había pasado en las catacumbas. —Dante por otro lado estuvo siempre con la cara descubierta, es cuestión de tiempo antes que alguien ponga un nombre a su rostro.
Alex levantó la mano y el silencio se hizo de inmediato en la sala. —Dejaremos las especulaciones para más adelante, además es algo que me gustaría discutir con Dante personalmente y ya que él no está aquí ahora mismo, será mejor ocuparnos de otro tema.
Dicho esto desplegó su interfaz y seleccionando una ventana la envió hacia el confundido Diógenes. —Esta es la solicitud para ingresar a La Orden. —explicó. —Es una membresía estándar de los Guids de Calypso, pero recomiendo que leas el estatuto de los compromisos que tomamos; La Orden no participa en guerras por poder o territorio, solo podemos participar en combates PvP como respuesta a una agresión sin provocación previa y solo cazamos monstruos que pongan en peligro a las personas y animales del planeta.
Diógenes tomó la ventana que flotaba en el aire y usando un lápiz de luz que apareció en su mano colocó su firma en el espacio que aparecia resaltado para ello. De inmediato su estatus cambió y los indicadores de facción aparecieron frente a sus ojos y sobre su cabeza.
—Bienvenido a la Orden, Diógenes. —dijo Alex extendiendo la mano. —Ojalá puedas divertirte y pasar un buen rato con nosotros.
El jugador estrechó la mano del líder y sonrió complacido. —El placer es mío. —dijo. —Además ya me estaba aburriendo un poco de jugar solo.
—¿Esta es la primera vez que entras a un Clan? —preguntó asombrada Silvana.
—Así es, desde que llegué a Calypso he estado todo el tiempo jugando solo en Mir y si no fuera por Dante, de seguro todavía estaría allí.
Dirk se rascó la barbilla. —Desde que apareció ese joven las cosas han empezado a sacudirse por completo. —reconoció con una sonrisa que dejó al descubierto su blanca dentadura. 
—Díselo a los del Imperio. —respondió el nuevo integrante de La Orden. 

Los demás miembros estrecharon la mano del recién llegado e intercambiaron contactos en la interfaz de comunicaciones. Una vez terminadas las formalidades, Rita examinó al jugador de arriba a abajo. —Lo primero que vamos a hacer es darte equipo nuevo. —dijo sacudiendo la cabeza. —¿Que clase de harapos llevas puesto? ¿Y que arma usas?
—Ni siquiera estoy segura si su personaje tiene una clase definida. —observó Matilda. —¿Que clase de personaje es tu avatar? —preguntó.
—Hasta ayer era un aprendiz de Escriba. —explicó. —Pero al parecer ya no lo soy.
Alex lo miró con preocupación dibujada en el rostro.—¿Qué quieres decir?  —preguntó confundido.
Diógenes abrió una ventana de su interfaz y tras activar el modo de compartir información privada, envió la imagen de sus atributos al centro de la habitación. —Miren ustedes mismos. —dijo.
—”Archivista” —leyó Silvana en voz alta, entonces observó el listado de atributos. —¡Oh! —exclamó al comprender que todos ellos eran de un simple dígito, salvo uno.
—¿100 en Sabiduría? —exclamó Walter abriendo los ojos como platos. —¡Deculture!
—Eres… un natural. —dijo Rita sin poder creer lo que veía. —¿Como…?
—Ni yo lo comprendo todavía. —explicó Diógenes cerrando la ventana. —Supongo que es una de las razones por la cual sigo junto a Dante; para descubrir qué rayos le ha pasado a mi personaje desde ayer por la noche.
Matilda se cruzó de brazos y miró al nuevo jugador. —Es impresionante. —reconoció. —Pero el resto de tus stats son…bueno, literalmente basura, para ser lo más delicada posible al decirlo. —agregó. 
—Nya. —coincidió Mirna moviendo la cola, pero Alex no parecía muy convencido. —No es el primer jugador con una base de stats inadecuada para el combate. —dijo sacudiendo la cabeza. —Hay muchas formas de ganar experiencia en Calypso y estoy seguro que todos podremos ayudar a Diógenes a desarrollar su profesión sin necesidad de exponerlo al peligro de una batalla.
—Muchas quest exclusivas de los clanes generan experiencia en forma pasiva para todos los miembros del grupo. —explicó Rita. —Siempre que logremos los objetivos propuestos, todos recibimos una parte de lo ganado.
—En todo caso… ¿Que es lo que hace un Archivista? —preguntó intrigada Silvana sacudiendo las orejas. —¿Es una especie de… bibliotecario…?
—Algo parecido. —aclaró Diógenes. —Archivista es una clase que se escoge cuando un Escriba realiza su prueba de aptitud y puede elegir una especialidad en base al camino del conocimiento que prefiera… en mi caso, mis posibilidades eran ser un Arcanista o un Archivista.
—¿Arcanista? —preguntó confundida la chica-gato.
—Los Arcanistas son sabios especializados en la magia, los hechizos y las fuerzas sobrenaturales que dominan Calypso. —explicó Alex. 
—¿Entonces son los magos más poderosos? —volvió a preguntar la joven Druida.
—No. —dijo Diógenes. —No son magos… entender la magia no es igual a utilizarla: Los Magos o Hechiceros (Y otras clases que se basan en las fuerzas arcanas como herramientas para desarrollar sus poderes) utilizan la energía mágica canalizandola directamente en el momento de usarla en base a lo que aprendió en sus libros o adquirió a lo largo de su entrenamiento. Un Arcanista no tiene acceso a esa energía directamente, sólo puede sentirla y entenderla y eso es lo que los hace tan valiosos e importantes.
—Los Arcanistas son quienes crean nuevos hechizos, los escriben en los libros y dejan que los magos los aprendan y los utilicen. —explicó Alex. 
—¿Entonces ellos no pueden usar magia? —preguntó Walter confundido.
—Oh si, claro que pueden… pero en forma de varitas, bastones y otros artefactos que canalicen la magia por ellos. —respondió Diógenes. —De hecho son los más hábiles usuarios de artefactos mágicos y quienes pueden sacar el máximo poder de ellos.
—Comprendo. —dijo Silvana. —¿Y el Archivista? ¿Qué es lo que hace?
—Los Archivistas se especializan en el conocimiento general; la historia, las leyendas, el folklore y la cultura. Son quienes llevan los registros del reino y escriben las crónicas que luego forman parte del “lore” de Calypso. —explicó Diógenes.
Rita lanzó un silbido de asombro. —Eso sí que es una profesión. —exclamó la muchacha. —¿Así que tu clase solo gana niveles entre libros y pergaminos…? ¿Y eso es… divertido? —preguntó.
Diógenes soltó una carcajada. —Oh no… bueno, no dudo que para algunos lo sea… pero las Bibliotecas no tienden a tener libros infinitos. —dijo guiñando un ojo. —Incluso la gran Biblioteca de Mir solo tiene un número finito de ellos y aunque cada tanto llega alguno nuevo, el conocimiento es limitado.
—¿Entonces…? —preguntó Matilda.
—Trabajo de Campo. —respondió Diógenes. —Los Archivistas suelen ser los mejores arqueólogos, científicos y observadores. 
—¿Arqueólogos? —exclamó asombrada Silvana.
—Este planeta está lleno de ruinas de antiguas civilizaciones y un Archivista puede aprender muchas cosas analizando los objetos que hay dentro de ellas, luego ese conocimiento se puede escribir en libros y pergaminos para enriquecer la historia de todo Calypso.
Alex sonrió satisfecho. —Realmente La Orden es muy afortunada de reclutar a alguien de los conocimientos y habilidades de Diógenes. —dijo. —Que un clan tan pequeño como el nuestro tenga acceso a una clase de especialización como la que posee un Archivista….
—¿Tan escasos son? —preguntó intrigado Walter.
—Si. —respondió el joven de anteojos. —Entrenar a uno de ellos demora varios meses completos de estudio y dedicación veinticuatro horas al dia, casi un año completo solo para prepararse como escribas antes del cambio de clase y eso ni siquiera es una garantía que puedan ser reconocidos como verdaderos Archivistas por los sabios de la Biblioteca...el test es muy largo y difícil… pero principalmente es costoso.
—¿Costoso? —preguntó Rita.
—No se muy bien el procedimiento. —reconoció Alex encogiéndose de hombros… pero se que es bastante caro.
—Hay que sobornar a todos los sabios y acólitos de la biblioteca. —dijo Dirk desde su rincón oscuro. —No es tanto el pasar una prueba de conocimientos, sino convencer a todos los sabios en ponerse de acuerdo a cambio de una buena cantidad de oro.
—Cantidades de oro del cual no todos los jugadores disponen. —agregó Alex. 
Diógenes se encogió de hombros. —Al menos esa parte yo me la salté. —reconoció. —Pero me temo que ni yo puedo explicar con seguridad que es lo que pasó anoche, aunque tengo mis sospechas…
—Y por supuesto, están relacionadas con Dante. —dijo Matilda poniendo los brazos en jarra. —Más le vale a ese chico dar un par de respuestas pronto o nos quitará el sueño a todos.
Alex levantó la mano. —Ya dí mi promesa que no lo haríamos sentir incómodo con preguntas. —afirmó el joven. —Dante tendrá sus buenas razones para no contarnos sobre su vida o trabajo y yo estoy de acuerdo con ello: al fin y al cabo estamos aquí en Calypso para jugar y pasarla bien ¿No es verdad?
Nadie más cuestionó a su líder y Alex estuvo satisfecho. —Mientras esperamos a Dante voy a mostrarte el Clan Hall. —dijo. —¿Vienes?
—Será un placer. —respondió Diógenes. 



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En el texto hay: videojuegos, isekai, macross

Editado: 27.12.2020

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