Duval abrió los ojos y se quedó mirando el techo unos segundos mientras su cerebro se tomaba unos segundos extra para entrar en funcionamiento. —¡Oh mierda! —exclamó en cuanto suficientes neuronas hicieron la sinapsis adecuada.
Su enorme cuerpo hizo el ademán de comenzar a levantarse pero una voz cercana lo retuvo. —Bienvenido al reino de la vigilia, Jefe. —exclamó la voz de Willy. —¿Cómo se siente?
El Director giró la cabeza y clavó su mirada en el programador, quien sentado a unos pocos metros de su vaina abierta se encontraba rodeado de varias pantallas holográficas en plena tarea. La luz del atardecer se filtraba por las persianas de las ventanas y teñida de anaranjado algunos de los rincones que recibían algo de luz directa.
—¿Cuanto…? —comenzó a balbucear el hombre.
—Unas quince horas. —respondió el joven apagando varias de las pantallas para poder tener contacto visual con su jefe. —Ese es el tiempo que ha estado fuera de combate me temo.
Duval se tocó la frente mientras sacudía la cabeza. —Debiste despertarme antes… ¿Que pasó con los demás? ¿Qué hay de la incursión?
—Le daré un resumen general Jefe, pero será mejor que primero se recupere un poco antes de...
—Y una mierda. —exclamó el Director incorporándose. —Vas a decirme todo inmediatamente o voy a romperte la-. —En ese momento Duval se dió cuenta de la presencia de la mujer de mediana edad que, parada al lado de la vaina en donde había estado recostado, lo miraba seriamente cruzada de brazos y con expresión dura.
—Rayos. —masculló tratando de disculparse. —Yo no… lo siento. —se disculpó al ver el uniforme y las insignias que llevaba la desconocida.
—No se preocupe. —respondió la Oficial del cuerpo médico. —No es el primer paciente malhumorado que tengo. ¿Cómo se siente? —preguntó observando detenidamente mientras extraía un pad de uno de sus bolsillos y lo encendía frente a su rostro..
Duval se sentó en el borde de la vaina y se pasó la mano por el cabello. —Creo que... bien. —respondió algo inseguro. —¿Que ha…?
—Colapsó por falta de sueño. —explicó la mujer mientras extraía un par de cables de su Pad y los colocaba usando un par de almohadillas autoadhesivas a ambos lados del cuello del enorme Director. —Manténgase quieto unos momentos mientras reviso sus signos vitales. —ordenó.
Duval guardó silencio y permaneció lo más quieto que pudo mientras la profesional completaba el análisis. —Su presión está algo elevada, cosa que no me sorprende debido al gran número de bebidas energizantes que ha estado consumiendo en las últimas…
—Setenta y seis horas. —respondió Willy señalando el tacho de basura lleno a rebosar de latas vacías de energizante.
—No debe abusar de esas cosas. —lo reprendió la mujer. —Aún siendo un Zentradi, tres días sin dormir es algo que pone el cuerpo de cualquiera al límite. —afirmó sacudiendo la cabeza mientras retiraba los cables. —Agradesca que sus empleados actuaron rápidamente.
El Director se volvió hacia Willy y lo miró confundido. —¿Fuiste tú…?
—Joyner. —respondió el programador señalando hacia donde estaban los sillones en la pequeña oficina. —El nos encontró desvanecidos y fué quien dió aviso a los guardias.
Duval se incorporó lentamente y se volvió hacia la profesional mientras hacía una reverencia. —Muchas gracias por su ayuda y cuidados. —dijo. —Y siento haber causado molestias al personal de la Flota 41.
La mujer guardó el Pad y respondió también con una reverencia. —No ha sido nada. —aseguró. —Todos abordo de esta nave están al límite con los preparativos para el gran salto; queda poco tiempo y la presión está aumentando para todos los que aún estamos fuera del sistema. —dijo señalando hacia donde estaba recostado Dante con el aparato de realidad virtual en la cabeza. —Por cierto… dígale a ese joven empleado suyo que tampoco se olvide de descansar.
—Lo haré. —aseguró Duval. —Se lo garantizo.
La doctora asintió con la cabeza y tras hacer un pequeña reverencia abandonó la habitación por la puerta que daba a la oficina principal. Los dos hombres esperaron en silencio hasta que el sonido de las grandes puertas de madera se oyó en la oscuridad del piso.
El Director caminó hasta uno de los muebles junto a la pared y activó la cafetera, introduciendo su programa personalizado para que la máquina preparara su mezcla favorita. Mientras el vapor del agua comenzaba a salir por los intersticios de la máquina el hombre se volvió hacia Willy. —Puedes empezar a hablar. —dijo.
—¿Desde el principio? —preguntó pero ante el silencio del enorme Director el joven suspiró resignado. —Joyner salió del juego esta mañana bien temprano… por lo que puedo entender de todo lo que pasó, usted colapsó primero y yo lo hice luego que ellos salieran de Mir a eso de medianoche.
Duval se sirvió el café en una taza limpia y contempló el oscuro líquido caer desde la boquilla en medio de un remolino de vapor perfumado. —Dime que al menos obtuvimos la Quest. —dijo.
—Afirmativo. —respondió el programador. —¿Quiere verla?
Un gruñido del hombre bastó para hacerle saber a Willy que había preguntado una tontería. Sin gastar saliva en decir una palabra más desplegó una de las ventanas de su terminal y la proyectó hacia donde estaba su jefe con la taza de café en la mano. —Sírvase, jefe. —dijo haciendo un gesto teatral con la mano.
Una captura de la interfaz de dialogo del NPC que Diógenes había interceptado en la plaza aparecía en aquella ventana. Duval leyó lo que contenía el cuadro de texto en voz alta.
Cuando la Horda Escarlata se alce desde lo más profundo del viejo bosque.
Los pilares de la creación sucumbirán al resquebrajarse las ruedas del tiempo
Y las Alas de la Noche impulsarán el Vendaval que destruirá el Mundo.
Los dos hombres guardaron silencio mientras los ecos de las palabras de Duval se extinguieron en los rincones de la oficina.
—Mierda. —exclamó el Director sorbiendo un poco del oscuro líquido. —¿Esto… es todo?
—Sep. —respondió el programador. —¿Qué le parece?
El hombre frunció el entrecejo. —Es demasiado vago, pero al menos estamos seguros que Vorax será el instrumento de Calypso para desatar la destrucción del mundo. ¿Tu que opinas?
—La expresión “Alas de la Noche” es sin duda una alegoría al Dragón Negro. —comentó Willy rascándose la barbilla.
—¿Y qué rayos es “La Horda Escarlata”? —preguntó irritado el Director. —Esto no me gusta nada; tenemos que averiguar a qué nos enfrentamos.
—Dante ya está en eso. —informó el empleado. —Si en efecto hay un ejército oculto en el Bosque Viejo, lo primero es reunir inteligencia sobre ese lugar lo más pronto posible.
Duval dejó la taza en uno de los escritorios y se volvió hacia su colega. —Esto no es tarea para Joyner. —dijo. —Quiero un par de satélites barriendo esa zona lo antes posible. —ordenó.
Willy extendió dos pantallas más y las envió hacia su Jefe. —Ya está hecho. —dijo. —ST-04 y ST-07 ya están alterando su órbita para cubrir el Bosque Viejo… deberían estar en línea en las próximas doce y catorce horas respectivamente. —explicó señalando las órbitas que los aparatos trazaban alrededor de Calypso. —Pero…
—Lo se. —dijo Duval. —El Bosque es enorme y solo podemos registrar una franja de terreno por pasada, de todas maneras un ejército no debería ser demasiado difícil de ocultar. Tras pensarlo unos minutos el Director tomó una decisión. —Quiero a la Teniente O’Higgins al mando de uno de los Ojo de Gato de la SDF-1 … quiero que registre ese bosque usando el radar de penetración de terreno; si hay un ejército de monstruos oculto bajo los árboles, ese radar podrá localizarlos.
Willy se cruzó de brazos frente al teclado y no respondió mientras Duval caminaba de un lado a otro pensando en cuál sería el siguiente paso. —Podemos programar un vuelo nocturno y si tenemos algo de suerte, con algo de clima nublado nadie sabrá que un avión de reconocimiento voló por sobre el Bosque Viejo… si, incluso una noche sin las dos lunas iluminando sería ideal.
Continuó un buen rato murmurando ideas hasta que al cabo de unos momentos se dió cuenta de algo. —Espera un momento… ¿Joyner está aún dentro de Calypso?
—Sí jefe.
El hombre se volvió hacia donde el joven se encontraba recostado en ese preciso momento. —¿Dónde… dónde está la Teniente O’Higgins? —preguntó intrigado.
Willy se tomó unos segundos en contestar. —Con seguridad en la Battle 41. —dijo. —Su Comandante la llamó en algún momento de la mañana y tuvo que desconectarse del sistema de forma inmediata.
El Director tardó unos segundos en procesar aquello. —¿Inmediatamente…? ¿Osea que…?
—Apenas recibió la orden se desconectó de la simulación. —respondió el programador.
—¿Qué… qué pasó con Joyner y el Jugador que estaba bajo su custodia? —preguntó. —¿Lograron llegar a una zona segura antes de…?
El programador suspiró. —Todavía estoy tratando de atar cabos sueltos, pero… será mejor que primero vea esto, Jefe. —dijo mientras desplegaba una nueva pantalla.