Las luces de advertencia de apertura inminente de la compuerta se encendieron y lentamente las enormes hojas de metal comenzaron a abrirse mientras las balizas iluminaban la cubierta de vuelo del Battle 41. Un VF-171 emergió de las entrañas de la enorme nave y en cuanto el ascensor lo puso al nivel de la cubierta, todo movimiento se detuvo de inmediato mientras el piloto realizaba las últimas comprobaciones antes de lanzarse a las profundidades del espacio. Los dos enormes motores rugieron mientras el caza seguía sostenido firmemente en su sitio por los agarres magnéticos de la plataforma, esperando impaciente a que la interfaz de control de vuelo diera luz verde para el despegue.
Los hologramas que indicaban el vector de despegue se desplegaron frente al caza y las luces pasaron del rojo a amarillo. Un segundo más tarde las luces pasaron a verde y el caza quedó liberado para que la aceleración de los dos poderosos motores lanzaran a la nave a casi trescientos kilómetros por hora en solo tres segundos.
El resplandor de los motores se convirtió pronto en dos puntos brillantes en la negrura del espacio y la cubierta volvió a quedar silenciosa mientras el elevador volvia a retraerse dentro de las entrañas de la Battle 41. Una vez que la baliza se detuvo todo volvió a ser silencio.
Toda aquella actividad había durado apenas un par de minutos y fué presenciada por un pequeño rostro asomado a una de las ventanas que daba a la cubierta de vuelo. Pronto no hubo nada más que ver y la Teniente O’Higgins suspiró profundamente.
No tuvo que aburrirse demasiado. Del otro lado del pasillo una serie de voces se acercaban hacia el Hall en donde la joven piloto se encontraba esperando frente al salón de misiones, tal y como habían informado las órdenes recibidas aquella mañana.
Un grupo de uniformados apareció en el otro extremo del pasillo y Karina reconoció a su inmediato Superior, el Capitán Yáñez, quien iba seguido de dos oficiales de inteligencia y mas atras distinguió a un grupo de cinco pilotos, todos vestidos con sus uniformes de vuelo tal y como lo estaba ella.
Se puso en posición de firme y saludó a su Capitán en cuanto éste hubo pasado frente a ella.
—¡Señor! —exclamó haciendo la venia.
—En descanso. —respondió Yañez con frialdad respondiendo al saludo. —Pueden ir tomando asiento en el auditorio, comenzaremos de inmediato.
—¡Si Señor! —respondió la joven.
Una vez que los oficiales hubieran entrado por la puerta del salón, Karina hizo lo mismo pero se dirigió hacia la primera fila de butacas que había frente a una pantalla y un pequeño atril en donde los oficiales suministraban los datos y los detalles de las misiones que los pilotos de combate deberían realizar.
Tras ella también entraron los demás pilotos, que se ubicaron de forma irregular en las butacas, pero ninguno de ellos se ubicó en la primera fila cerca de Karina, sinó detrás, como si quisieran evitarla, salvo uno de ellos, quien se sentó junto a la Teniente como si fuera lo más normal del mundo. El Teniente Neal DaSilva era el líder de Alfa, uno de los cuatro escuadrones de ataque que formaban parte de aquella unidad en la que ella se encontraba destacada.
—Saludos, Teniente. —dijo el joven de cabellos castaño claro saludando de forma bastante casual con la mano mientras se inclinaba sobre su asiento. —Es buena verla en el mundo real ¿Que tal marcha su misión en el jueguito?
Un par de risas no del todo disimuladas se escucharon en los asientos de atrás pero Karina no se molestó en darse la vuelta para ver quien había sido. Ignoró al piloto sentado a su derecha y encendió su Pad para tomar notas.
—Que fría. —dijo el hombre haciendo un gesto con ambas manos. —Y eso que somos colegas.
No era la primera vez que sufría aquel tipo de acoso, pero había decidido mantener el profesionalismo y soportar aquello todo lo posible para no denunciar aquel comportamiento que consideraba más de una escuela Preparatoria que de la milicia que tanto amaba. Suspiró y se concentró en sus notas.
No había sido todo así en el comienzo de su vida de piloto de combate claro. Cuando fué asignada a aquella unidad de ataque los otros pilotos al principio se mostraron cautos, especialmente al conocerse que era la hija del mismo Capitán de la flota 41. Karina jamás quiso usar su linaje para escalar los rangos del ejército por lo que no solo dejó de usar su apellido paterno, sinó que mantuvo una actitud humildemente profesional como si fuera un simple soldado más… y aquello había resultado ser un error.
Los susurros se convirtieron en comentarios dichos abiertamente que la joven no podía simplemente ignorar. Sabía que con solo abrir la boca la mayoría de esos patanes terminarían limpiando letrinas en las naves factoría de la flota, pero era demasiado orgullosa para acusar a sus colegas. Y ellos lo sabían y se aprovecharon de ello.
Su asignación como Veedora dentro de Calypso, la simulación inmersiva que la Flota 41 usaría como medio de prevención para el peligroso Síndrome de Transposición, se convirtió en un motivo de burla para ellos; quienes consideraban a la simulación como un simple videojuego y a la Teniente O’Higgins como la niña mimada del Capitán quien estaría a salvo de todo peligro volando con su avión simulado entre Elfos y Dragones.
Más pilotos fueron llegando solos o en parejas mientras el auditorio comenzaba a llenarse. El destacamento de ataque Cobalto al que pertenecía la Teniente O’Higgins constaba de cuatro escuadrones de cazas (Alfa, Bravo, Charlie y Delta) lo que sumaba un total de una docena de pilotos de combate más cinco pilotos en reserva que se encontraban disponibles a todo momento en las barrancas. Para entonces todo el personal ya se encontraba presente por lo que la audiencia podía comenzar.
Las luces del salón comenzaron a extinguirse mientras el Capitán Yáñez ocupaba su sitio en el pequeño podio ubicado frente a la enorme pantalla de proyección. Sus oficiales de inteligencia tomaron asiento en dos escritorios a su lado mientras la charla se extinguía en el lugar. Pronto todo estuvo listo y el oficial se aclaró la garganta antes de empezar a hablar.
—Bien, ahora que estamos todos podemos comenzar. —dijo mientras deslizaba sus dedos por el Pad que tenía frente a asi. —Primero debo aclarar que el motivo de esta reunión no programada se debe a una petición exclusiva del Capitán para acelerar los preparativos del Gran Salto.
—¿Acelerar? —preguntó el piloto sentado junto a Karina. —Creía que estábamos siguiendo el calendario de la operación al pié de la letra.
—En efecto. —respondió Yañez. —No hemos sufridos retrasos significativos, pero ha surgido una oportunidad interesante que no podemos dejar pasar… ¿Caballeros…?
Uno de los oficiales de inteligencia manipuló la terminal de datos frente a sus ojos y una imagen se reprodujo en la enorme pantalla tras el Capitán. Se trataba de una representación esquemática de la Flota 41 con la Battle 41 al frente de la misma y la enorme Colonia adosada a su cola. —Las patrullas han completado los barridos de los sectores circundantes en un radio de diez AL alrededor de la flota, lo que garantiza que el Gran Salto puede proceder de forma segura, pero lo que ha motivado realmente esta petición directa del Capitán ha sido esto.