Footprints

Capítulo 18

—Vaya —hablé con tal de decir algo.

Los dos nos quedamos mirando la llanta desinflada durante al menos cinco minutos. No sabía porque la observábamos tanto. Si ya estaba pinchada...

La carretera que llevaba a mi casa normalmente estaba despoblada. Desde que nos habíamos bajado, no habíamos visto apenas algún coche circular. Y si había alguno, pasaba de nosotros.

Miles se acercó al maletero del coche y lo cerró un segundo después.

—Se me olvidó poner otra rueda de repuesto. La última la usé el mes pasado. Genial... —siseó

Mordí mi labio sin saber que decir. Después, sacó su teléfono y comenzó a teclear en él.

—Llamaré a tu madre para que venga buscarte.

—¿Qué? ¿Y tú qué?

—Llamaré a mi seguro. Espero que no tarden.

Hizo tales llamadas. Me entretuve dando vueltas sobre mi cuerpo y mirando a mi alrededor, donde no había otra cosa que árboles que seguían la carretera. El ambiente era de luz templada pero oscura. Por suerte aún faltaban como dos horas para que anocheciese.

Mi pobre nariz aspiraba el aire frío, dejando la punta de esta incluso algo colorada. Me la en un intento de darle calor.

—Tu madre no lo coge —dijo—. He probado con tu padre y tampoco.

—No pasa nada —respondí eludiendo el pequeño pinchazo que sentía —. Prueba después.

Miles puso las manos en su cadera, pensativo, lo que hizo que su cazadora abombada- esa que permitía que la capucha de su sudadera estuviese a la vista- se echase hacia atrás. Luego se acercó a mi posición. Miró a nuestro alrededor.

—Lo siento... —dijo. Su voz fue baja y apenada por lo que fruncí el ceño.

—¿Qué? No ha sido culpa tuya.

—Lo sé. Pero hace frío y tu tendrás cosas que hacer...

—Clark, calla. Esta todo bien.

Estiró la boca de manera rígida mientras esperábamos a que la ayuda llegase. Seguro que seguía sintiéndose culpable. Este Miles...

Decidí sentarme en un pequeño bordillo del arcén que había a mi derecha, cerca de aquel trozo de tierra de todos los árboles que había en fila. Él tomó asiento a mi lado.

Entonces ahí sentados; en silencio y mirando a la nada, recordé algo.

—Recuerdas aquella vez cuando rompí la enorme estantería de cristal del salón —comenté al rato, matando el tiempo—. Tuve que huir al menos una hora. Pensé que, si llegaban y veían aquel desastre, durante ese tiempo que estuviera fuera, se les pasaría y no se enfadarían conmigo. Tú me encontraste en aquel pequeño puente cerca de la casa de la señora Philips y me hiciste volver.

Lo llamaron para ayudar en mi búsqueda antes de llamar a la policía. ¿Se me había olvidado decir que también estuvieron a punto de llamar a la policía? Sí, la lie pero bien.

Y cuando vi su coche circular por la carretera que había a lado del puente y en la ventanilla sus ojos marrones reaccionar, supe que era él. Y también supe que mi tiempo para prepararme para lo que se venía, había terminado.

—Sí, a tus padres casi les da algo al ver que no estabas en casa.

—Aun así, se enfadaron mucho. Al encontrarme te pedí al menos unos minutos porque quería prepararme para la bronca que me esperaba.

—¿A qué viene eso?

Tuve que sonreír. De manera muy triste y forzada.

—A que me siento exactamente igual —murmuré mirando al mismo punto de delante.

Ese tiempo que le pedí para no volver a casa..., fue el que disfruté. Al igual que en ese momento porque tampoco quería volver. No quería volver a casa.

Seguro que él no entendía lo que quería decir porque estuvo callado un rato.

Era una situación que no se parecía a la anterior, pero con un significado muy similar. Que no quisiese volver a lo que era "mi hogar" decía mucho de mi vida ahora mismo.

¿Qué me esperaba allí? Nada más que deberes y soledad familiar. Por lo menos tenía a mi hermano. Siempre aprovechaba algunos momentos para estar con Edrick, como en mis descansos de interminable y patético horario en el que; o jugábamos a videojuegos juntos o me enseñaba todos los dibujos que hacía cuando le quitaban la consola.

—¿Es que has roto algo en casa de tu compañera y estas huyendo? —dijo entonces Miles como respuesta a mi confesión. Sí, no lo había pillado.

Me apoyé en su hombro evitando la pregunta. Aunque le respondí con una débil sonrisa que él no pudo ver. Mi cabeza no tardó en trasladarme a el mismo momento en el que pasó algo así. Esta vez me contuve y no le miré. Seguro que sentiría un déjà vu.

Esta vez, Clark descansó su cabeza en la mía con mucha suavidad. Hizo el mismo movimiento un par de veces, como si no se pusiese de acuerdo en si apoyarla o no.

—¿Sabes? Yo también hice algo parecido.

—¿En serio? —me incorporé para mirarlo.

—A ver, no rompí una estantería lo suficientemente grande como para que pareciese que habían atracado la casa —recordó como reproche. Mordí mi labio, sintiéndome culpable por aquella enorme estantería.




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