Ya no lloré por ti, solo miré el vacío,
tu sombra se apagó, se hizo rocío.
Tu nombre se quemó sobre mi piel cansada,
dejando solo humo… y nada.
Promesas que ardieron, mentiras vestidas,
cenizas que cubren verdades perdidas.
Te quise tanto, que dolió entender,
que amar no siempre es permanecer.
Hoy no me duele, me arde distinto,
fui fuego contigo, ahora soy instinto.
Ya no me quema tu falso calor,
de tus ruinas nació mi valor.
Fuiste mi prueba, mi herida temprana,
pero aprendí a arder sin perder el alma.
Y aunque de mí solo quedara la brasa,
de tus restos, amor… me hice llama.