Todo lo malo pasa. Es una verdad universal, una constante en este mundo en constante cambio. Las tormentas más fuertes eventualmente se calman, las noches más oscuras eventualmente dan paso al amanecer, el dolor más profundo eventualmente se cura.
Es fácil olvidar esto cuando estás en medio de la tormenta, cuando la oscuridad te rodea, cuando el dolor es todo lo que puedes sentir. Pero incluso en esos momentos, incluso en la profundidad de tu sufrimiento, recuerda: todo lo malo pasa.
No significa que será fácil. No significa que no dolerá. No significa que no habrá cicatrices. Pero significa que habrá un final. Significa que habrá un después. Significa que habrá un nuevo comienzo.
Porque así es como funciona la vida. Así es como funciona el mundo. Así es como funcionamos nosotros. Nos caemos, nos levantamos. Nos rompemos, nos curamos. Perdemos, ganamos. Todo lo malo pasa, y lo bueno llega.
Así que cuando te sientas abrumado/a, cuando te sientas perdido/a, cuando te sientas roto/a, recuerda: todo lo malo pasa. Y cuando pase, encontrarás que eres más fuerte de lo que pensabas, más valiente de lo que sabías, más capaz de lo que imaginabas.
Porque cada tormenta te hace más fuerte, cada noche te hace más sabio/a, cada dolor te hace más compasivo/a. Cada desafío es una oportunidad para crecer, cada obstáculo es una oportunidad para aprender, cada derrota es una oportunidad para comenzar de nuevo.
Así que sigue adelante. Sigue luchando. Sigue soñando. Porque todo lo malo pasa, y cuando pase, estarás listo/a para lo que venga después.
Porque tú, eres increíble. Y no hay tormenta que puedas superar, no hay noche que puedas resistir, no hay dolor que puedas curar.