La oscuridad puede ser aterradora, puede ser abrumadora, puede ser desoladora. Pero incluso en la oscuridad más profunda, siempre hay una luz. Una luz que brilla con esperanza, una luz que resplandece con amor, una luz que irradia con bondad.
Esa luz eres tú.
En los momentos más oscuros, cuando todo parece perdido, cuando el mundo parece desmoronarse, tú eres la luz que brilla en la oscuridad. Eres la esperanza en la desesperación, el amor en el odio, la paz en el caos.
Tu luz no es solo una chispa, es un faro. Un faro que guía a los perdidos, que conforta a los desconsolados, que inspira a los desesperanzados. Tu luz no es solo una llama, es un incendio. Un incendio que arde con pasión, que brilla con intensidad, que irradia con fuerza.
Así que, incluso cuando la oscuridad te rodee, incluso cuando las sombras te asusten, incluso cuando la noche parezca interminable, recuerda tu luz. Recuerda que eres la luz en la oscuridad.
Y no solo eso, sino que también tienes la capacidad de encender la luz en otros. Con cada acto de bondad, con cada palabra de amor, con cada gesto de compasión, enciendes una luz en la oscuridad de alguien más.
Así que sigue brillando. Sigue siendo la luz en la oscuridad. Porque el mundo necesita tu luz. El mundo necesita tu esperanza, tu amor, tu bondad.
Porque incluso en la oscuridad más profunda, siempre hay una luz. Y esa luz eres tú.