AKKI: -Volvió a abrir la puerta. - ¿Dijo algo? –Preguntó en tono serio-.
MATT: -Palideció. -Er… no, yo… ya me iba… -haló a Alex del brazo, llevándolo lejos del castillo-.
AKKI: -Apenas giraron los jóvenes les dijo: -La próxima vez los llevaré al calabozo por una noche.
MATT: Sí, sí, sí –dijo de espaldas a Akki-.
MAY: ¿Cuánto tiempo vamos a estar ausentes?
HOSHI: Un par de meses –se encogió de hombros-.
MAY: Ya veo, ¿cuántas maletas llevas tú?
HOSHI: Tres…
MAY: Creo que he exagerado –miró hacia la cama donde yacían cinco maletas grandes-.
HOSHI: -Siguió la mirada de su hermana y se percató de las maletas. - ¿Planeas llevar todo eso? –Señaló las maletas con expresión de asombro en su rostro-.
MAY: Sí…
HOSHI: ¿Las maletas o tú?
MAY: Bueno, ya. Ayúdame a sacar algunas prendas.
Luego de haber vaciado un par de maletas de la peliazul, se dirigieron a la parte de atrás del castillo donde Terry ya las esperaba, subieron las maletas a la cajuela. May entró en el asiento de atrás del copiloto, Hoshi ocupó el asiento del copiloto ya que Terry sería el conductor. Una vez aseguradas las puertas, el chico hizo sonar el motor poniendo así, el auto en marcha, avanzaron a través de los árboles, que los ocultaba bajo su fría y espesa sombra, se abrieron paso entre distintas direcciones; más bien parecía que querían hallar la salida a un laberinto. Al transcurso de lo que pareció una eternidad ya se encontraban en un lugar con menos árboles y caminos más amplios, daba la impresión de que por arte de magia los animales hubieran desaparecido y el cielo se encontraba totalmente despejado; habían llegado ya a la carretera que conecta al portal con destino a París.
MAY: ¿A dónde vamos?
TERRY: París…
MAY: Eso se escucha romántico…
TERRY: Sí… claro…y no te imaginas de qué manera –dijo entre dientes-.
MAY: ¿Qué dijiste?
TERRY: -Puso los ojos en blanco disimuladamente. -Dije-que-sí.
MAY: Ah, ¿cuáles son las primeras paradas?
HOSHI: May… eso lo veremos una vez que lleguemos al hotel.
MAY: Oh, de acuerdo… ¿Terry?
TERRY: -Reprimió un suspiro exasperado. - ¿Qué sucede, May? -Preguntó irritado-.
MAY: ¿Podrías detenerte en la siguiente estación de suministro de energía demoniaca?
TERRY: ¿Es en serio? –La observó por el espejo retrovisor-, no llevamos ni veinte minutos que salimos del Submundo.
MAY: No demoraré mucho, es una urgencia…
El chico miró de soslayo a Hoshi, quien le dedicó una sonrisa de disculpa. Un kilómetro más adelante estacionó el auto en el aparcamiento del Erebus del suministro de energía demoniaca.
MAY: Ya vuelvo –salió del auto y cerró con un fuerte golpe la puerta tras ella. Avanzó hacia el interior del “Erebus” con grandes zancadas, como si alguien la correteara-.
HOSHI: -Esperó a que su hermana bajara del vehículo y estuviera a una distancia donde no pudiera escucharla. -Lo lamento…
TERRY: ¿El qué? –Le miró confundido-.
HOSHI: Las paradas continuas…
TERRY: -Rio entre dientes. -No tienes por qué disculparte, ¿sabías?
HOSHI: Oh, bien, si tú lo dices –bajó la mirada a sus manos y jugueteó con el borde de su blusa verde seco-.
TERRY: ¿Tú quieres o necesitas que hagamos alguna otra parada antes de cruzar el portal?
HOSHI: Eh… no, gracias, yo estoy bien –tamborileó sus dedos sobre el borde de la puerta -Creo que será mejor ir a buscar a mi hermana, no tardo –sin esperar respuesta bajó del auto. En cuanto estuvo afuera aprovechó para mandar un mensaje de texto a su mejor amiga, Velvet, como lo hacía de costumbre todos los días: “Hola, Vel, espero te encuentres bien, ¿qué sucedió con Sugizo?, te escribo este mensaje para avisarte que May y yo iremos de viaje un par de meses, seguiremos en contacto, besos, te quiero”. Una vez enviado el mensaje, se guardó el celular en el bolsillo derecho frontal de los jeans, mientras con la mano izquierda aventaba la puerta para poder acceder al Erebus en busca de su hermana-.
DANIEL: ¿Puedo entrar?
VELVET: -Vaciló unos instantes. -Seguro… adelante –se limpió la nariz con un trozo de papel higiénico y se secó las lágrimas con el dorso de la mano antes de que su primo entrara y la viera en tal estado-.
DANIEL: -Entró en la habitación de su prima; avanzó hasta la cama y se sentó en el borde, junto a la chica. - ¿Qué sucede? –Preguntó con voz queda-.
Velvet abrió la boca para en seguida volver a cerrarla y tan sólo se limitó a negar con la cabeza lentamente; no tenía animos de hablar sobre lo que ocurrió con Sugizo, estaba destrozada, ella realmente se había enamorado de él y debido a su especie tenía que alejarlo para siempre de su vida.
DANIEL: -Suspiró- Si hiciste algo malo, sabes que no voy a decirte nada, no voy a regañarte –esbozó una media sonrisa que pareció más una mueca y alargó su mano para acariciar la de su prima a modo de consuelo-.
VELVET: ¿Cómo puedes creer que hice algo? –Respondió con voz ronca, efecto de haber llorado - ¿Por quién me tomas? –Gruñó a la vez que alejó de manera violenta su mano del alcance de su primo-.
DANIEL: -Se desconcertó. - ¿Qué?, no…yo no quise decir eso.
VELVET: Déjalo ya, vete, no quiero hablar con nadie –dijo bruscamente-.
DANIEL: Lo siento, no quise insinuar nada.
VELVET: Da igual -apuntó en dirección a la puerta - ¡Vete! –Derramó una lágrima-.
DANIEL: -Limpió de manera cariñosa la lágrima con el dorso de la mano y acarició la mejilla de su prima dulcemente. -Cuéntame, Vel… ¿qué tienes?, sabes que puedes confiar en mí.
VELVET: -Hizo unas respiraciones relajantes; ya cuando se sintió estable empezó a hablar. -Honestamente no estoy de humor para hablar sobre el tema –desvió su mirada hacia la pared izquierda-. Déjame sola.