[Un año después]
Había entrado a la secundaria, recordé el primer día de clases de la nueva etapa.
Ese día estaba muy nerviosa, «Vas a estar bien», me dije a mi misma. Sí que lo iba a estar. Después de todo ¿Qué podría salir mal?
Todo parecía perfecto, hicimos la misma dinámica, un tanto tediosa por cierto, de presentación de siempre: decir nuestros nombres, la primaria de la que llegábamos y algunas cosas que nos gustaba hacer. Conocí a Jacob Mooney, un chico que me había gustado un poco, incluso más o menos hablé con un chico llamado Ethan Anderson, que era demasiado tímido y no me respondía nada, sólo agachaba la mirada.
Todo iba bien hasta que conocí al imbécil de Gus Hawk, un profesor que nunca pensé que me haría la vida imposible en la escuela.
Suspiré.
Afortunadamente estaba de vacaciones, siempre me levantaba más por obligación que por ganas. Igual no me importa que alguien me tachara de perezosa, simplemente a veces me sentía tan triste que no tenía las suficientes fuerzas para levantarme de mi cama, lo único que deseaba era desaparecer.
Se me vino otro recuerdo a la mente, ya tenía más que suficiente con todos los desplantes que todos, en especial Hannah, Jane y Grace me hacían, con las humillaciones del profesor Hawk y que todos fingían que no estaba. Todos me pedían las tareas y me iba mal si no se las pasaba; ya no me golpeaban pero me rechazaban aún más de lo que ya lo hacían.
— Estas abierta— se burló Rosemary, una chica de mi salón. Yo sabía que no era cierto, y no sabía el porqué me dolían sus palabras ni porqué me trataban todos así, pero no se lo demostraría.
— Dicen que como vives juzgas— le respondí tragándome el nudo que se me había formado en la garganta.
Cuando Rosemary se fue, estallé en llanto.
¿De verdad tenía una personalidad tan mierda? Bueno, no importaba, mi familia a veces me decía que cambié mucho, incluso que iba de mal en peor, pero tampoco me importaba. ¿Qué sabrían?
Varias veces había pensado en suicidarme, pero me odiaba por no tener el valor de hacerlo y en estos momentos ni siquiera me sentía con las fuerzas para ello. En fin, algún día sería feliz.
Recordé un secreto que me contó Ethan.
— Antes me cortaba— me confesó avergonzado— y a veces tengo la tentación de volver a hacerlo.
Estaba triste porque Hannah se había burlado de mi delante de todos, y sus amigas le seguían.
— Eres el único que me entiende— admití.
— ¿Sabes? Yo te admiro mucho, a pesar de todo lo que has pasado, eres muy fuerte y sigues de pie— me dijo. Y parecía sincero, porque le brillaban los ojos al hablar. Ethan se había vuelto mi único amigo.
Sí que no me conocía ¿fuerte yo? Por Dios, si fuera fuerte, no me hubiera estado aguantando las ganas de llorar, y en este momento no estaría llorando. Mi llanto se volvió más fuerte. Pensé en seguir el camino que había tomado mi amigo.
Me imaginé a mi misma cortando la piel de mis muñecas o mis piernas, mi sangre saliendo, me decidí a hacerlo.
Recordé uno de los primeros días de clase, el profesor Hawk nos había puesto un trabajo, la persona que me tocó de pareja no había hecho nada. Hubiera estado con Ethan, pero a él lo puso con Brad, un chico insoportable. Tampoco estuvo con Niall, su insoportable hermano.
— Tienen cinco— gritó para todo el grupo poniendo en vergüenza a Anna y a mi— y eso gracias a ti— me señaló—. Vuelvanlo a hacer.
— Profesor, nada más una pregunta— hice una pausa— ¿nos podría decir sólo donde está nuestro error?— le cuestioné amablemente.
— A su lugar, ¿no me escuchó, señorita Black?— ignoró mi pregunta.
Odiaba todos esos recuerdos.
Me acerqué a donde estaba un cuchillo. Lo acerqué a mi brazo derecho. Sentí cómo se me erizaba la piel cuando sentí el cuchillo. Hice presión sobre él sin causarme alguna herida. «¡No! ¿Que estás haciendo?» pensé. Me acobardé y no lo hice.
Pensé en Ethan, mi único amigo, el único que me entendía, el único que nunca me juzgó, que nunca se burló de mí, el único que siempre me apoyó. De hecho, se acordó de mí cumpleaños cuando no tenía la obligación de hacerlo.
Sonreí un poco ante ese recuerdo.
Recordé una vez que me encontraba en la clase del profesor Hawk, no sin antes haber recibido una burla de la profesora de Ciencias gracias a la estúpida de Jane, ambas siempre hacían alusión a que yo tenía piojos.
— ¿Y esa maqueta? ¿Es que usted no hace nada bien?— me preguntó burlón.
No respondí. Buscó mi nombre en su lista y puso cero a dos de mis actividades en las que me esforcé demasiado. Me quedé helada.
— Puede tomar asiento, Black— me dijo.
Tomé asiento, sentí lágrimas en los ojos.
Ethan me dio suaves palmadas en el hombro y ese simple gesto de cariño bastó para que comenzara a llorar. Agache la cabeza para que nadie se diera cuenta. Era la primera vez que lloraba en bastante tiempo.
— Deje de llorar— me gritó el profesor Hawk, lo que provocó la risa de todos, excepto Ethan, que lo miraba con rabia. A él también lo humillaba sólo por ser mi amigo.
— Algún día pagará por eso— lo escuché murmurar.
Ese día me acosté llorando hasta quedarme dormida.
Me odié a mi misma por no tener el valor de rajarme las venas, ¿porque no lo hice? Ya estaba decidida.
Pero no, no les daría el gusto de verme caer.
No importa como tengo dolor, ningún lugar puede aliviarme.
Recordé también un problema que tuve con Brad, quien se fingió víctima de los insultos que me decía y me culpó a mi de ello.
La impotencia y el dolor me anularán y harán un cóctel trágico.