En un bosque escondido entre los pliegues del tiempo, existía el bosque de los vínculos donde las almas destinadas se encontraban y se unian bajo la bendición de los espíritus antiguos.
Allí vivía Athenas una joven guardiana con el don de ver los lazos invisibles entre los corazones y encargada de proteger aquellos lazos invisibles.
Una noche de luna roja Athenas cansada de ver como los demás encontraban sus almas gemelas, le pidió un deseo, su deseo, el poder tener un amor por primera vez. Pasado los días y noches mirando el cielo nocturno una punzada en su pecho le decía :corre al bosque, corre al bosque. Una vez llegó al bosque lo primero que vio fue una figura emerger del agua cristalina, un joven de bello aspecto, de otro mundo.
Su nombre era Kael, un viajero entre reinos y universos, condenado a cruzar dimensiónes por una hechizo antiguo. Al mirarse, supieron que sus almas estaban a estar juntos y que fue como si se hubieran amado en otras épocas.
Durante semanas Athenas y Kael se amaron en secreto. Bajo la las estrellas, compartiendo sueños, memorias de vidas pasadas, promesas tejidas entre besos y silencio. Ella le enseñaba los rincones mágicos del bosque y él le enseñaba canciones olvidadas que ella solo conocía en leyendas.
Pero el hechizo de Kael tenía una cruel regla :No podía permanecer en un reino más de un ciclo lunar o el equilibrio de los mundos colpasaria, el precio de su amor era la destrucción de mundos e universos.
Aún así, decidieron amarse cada día aunque el tiempo los destruiria ;cuando el ciclo lunar llegó a su fin, el cielo se torno gris, las criaturas del bosque lloraron, los árboles susurraban advertencias, hasta que los espíritus del bosque se manifestaron. "El amor de ustedes es verdadero… pero prohibido, si el se queda la oscuridad reinara para siempre."
Kael cayó de rodillas, debilitado su cuerpo empezaba a desvanecer en cenizas de luz, cada día que pasaba.
Athenas gritó, rogó, incluso ofreció su alma a los espíritus a cambio de que pudieran estar justos. Pero los espíritus eran firmes." Solo un sacrificio puede romper la maldición."
—¿Cuál? —preguntó ella, temblando y con su voz casi quebrada.
—"El lazo" —dijeron —debes renunciar a amarlo.
Athenas lloró toda la noche, sentía como su corazón se partía en fragmentos, pero al amanecer, con los ojos vacíos sin lágrimas ya, decidió buscar a Kael, al lago donde siempre la esperaba. El sonrió al verla, débil pero esperanzado, Athenas se arrodilló ante él y susurro. "Te amo, más de lo que pueda soportar, pero por eso tengo que dejarte ir."
Kael intento detenerla, pero ella ya había iniciado el ritual, un círculo de luz los envolvió. El lazo se rompió con un estallido de dolor, como si una estrella en sus pechos hubiera muerto. Kael fue arrastrado al cielo desvaneciendose destellos dorados.
Athenas cayó al suelo, el hechizo no había salido como ella esperaba. El bosque guardo silencio, los siglos pasaron. Athenas se convirtió en leyenda. "La guardiana que amo más allá de los límites del tiempo."
El bosque floreció con una belleza eterna y triste. Nada volvió a ser igual.
Dicen que Athenas en las noches de luna roja su silueta se puede ver junto al lago, susurrando el nombre de Kael al agua. Y que cada estrella fugaz que pasa por el cielo es un lágrima, recordando aquel amor que fue tan fuerte que cambió todo para siempre.
Y el precio de su amarce fue vivir sin poder estar juntos. Pero incluso los mismos dioses envidiaron su amor. Pero muchas veces tenenos que seguir adelante aunque las cosas no salgan como esperamos.
Athenas no envejecio, nadie sabe por qué. Quizás porque el dolor que sufrió fue tan fuerte que el mismo tiempo se negó a tocarla.
Cada luna roja, las flores del bosque se abren en la oscuridad, como si recordarán su pasado. Y ella caminaba hasta el bosque con la misma túnica con la rompió el hechizo.
Una noche, cuando la luna se posicionaba sobre el agua algo cambió. Las aguas se movían con un pequeño remolino de agua y una luz emergio del fondo del lago. Athenas no lo podía creer era una canción la misma que Kael solía cantarle.
De aquel lago salió una figura, pero no era completamente humana, era Kael o algo de él tejido por memorias y magia. Un eco. Una alma.
—Athenas —dijo la luz sin cuerpo ni boca, pero con la voz que ella jamás olvidaría. —Tú amor fue tan fuerte, que grabado entre las estrellas. Y ahora puedo volver solo por un instante.
Ella corrió hacia el pero sus cuerpos no podían tocarse. —¿Esto es una regalo o un castigo? —preguntó ella con voz rota.
—Son ambas —respondió Kael, pero un día volveremos a encontrarnos, en otro mundo o universo, época o reino y te prometo que jamás me cansaré hasta encontrarte.
—¿Cuándo será ese día?, ¿Cuánto falta para ese día? —pregunto ella ya desesperada al ver que se estaba desvaneciendose.
—No lo sé — pero si me esperas…yo te buscaré mil años si es necesario.
Finalmente Kael desapareció entre el viento como un suspiro. Athenas volvió a sonreír desde hace mucho tiempo, pero con la esperanza de que algún día volverían a encontrarse.