Códice etéreo: El Despertar Almat: La unión sagrada.
Luca Roussell
No lo entiendo. No sé qué quiere.
Desde el primer día, pude sentir sus sentimientos,
tan vivos dentro de mí, que pude notar como su corazón,
anhelaba que algo fuera diferente más adelante.
“Mal comienzo”
Kate
La tarde brilla como siempre, es un día perfecto con los rayos del sol pegando con calidez sobre mí, sobre las lápidas, sobre mi reino… puedo decir que todo va bien, puedo decir que no hay problema, pero... la verdad no es así.
Mi vida se ha desvanecido desde el primer instante que Alfred me trajo a este lugar al despertar y aunque los rayos del sol son cálidos, mis manos junto a todas las células de mi cuerpo se encuentran frías. No puedo sentir calor alguno, por más que el comienzo de la tarde sea cálido.
— Mamá, papá...h-hermano... he vuelto a venir. — dejo una rosa blanca a cada quien, controlando con creces mi voz.
Mi respiración se detiene siempre que vengo, el dolor no se desvanece ni un poco y aunque la primera vez caí al suelo desmayada por el dolor y el impacto, hoy en día el dolor persiste y el impacto ni siquiera puedo analizarlo.
Aún quiero creer que todo es mentira, pero mientras más seguido vengo, más me doy cuenta que esto es real, que sus muertes si sucedieron y que yo sigo aquí esperando, que la niebla se vaya y me deje verlos de nuevo.
— Alfred... me ha dicho que debo ser fuerte y...no s-sé cómo serlo...no quiero dejar de verlos pero...—Escuché anoche las palabras de Alfred con atención y aunque sus palabras son duras, sé que solo quiere lo mejor para mí. — Viene hoy para decirles que... se-rá mi… úl-timo día que — Lágrimas comienza a recorrer mi rostro, controlarlas es imposible y el fuego que arde en mi la garganta al soltar las palabras que quiero me asfixia al no poder decirlas, porque es algo que no quiero dejar de hacer — los veré, al menos hasta que...pueda dejar de llo-rar.
Es obvio que no puedo asimilarlo tan rápido, pero estoy obligada a mantenerme firme sin importar lo que suceda y hoy es un día ideal para hacer una despedida.
Me lastima ver y leer sus nombres tallados en aquella piedra gris Oxford...me lastima de una manera que...no puedo explicar porque verlos ahí, y a mi aquí, hace que me duela el pecho y...quiero llorar, buscar la respuesta de lo sucedido cuando íbamos en el carruaje, pero es como dijo Alfred, solo pierdo tiempo y me termino lastimando más.
Después de ver los fuegos artificiales, creo que nos quedamos dormidos los dos, porque solo susurros recuerdo y parte de esa escena en llamas, pero no puedo recordar nada más, no sé si el golpe que recibí fue muy duro o simplemente no puedo recordar nada, mi mente es débil ahora mismo y mi reino no tiene ese tiempo, mi reino necesita alguien que sea la cabeza, pero no cualquier cabeza, el próximo soberano debe contar con sangre real y debe ser descendiente de Fallriptar, el dragón celestial que protege nuestro reino a través de mí, él es quien me guiará y a la vez el único que estará todo el tiempo conmigo.
— Per-dónenme, tengo que hacerlo bien co-mo tú lo estabas haciendo t-t...Thigo — En nudo en mi garganta crece al tratar de nombrar a mi hermano que me obligó a ver hacia el cielo controlando aquel grito que quiero saltar, porque me están vigilando, pero no puedo seguir, recordar los atardeceres que pasábamos juntos mirando el sol esconderse mientras todos nos buscaban son momentos que pesan, al saber que sea terminado la aventura de correr de regreso al castillo sin ser vistos. Esa mirada que junto a su sonrisa que me contagiaba de alegría, al recordarla, me alejo de ahí lo más rápido que puedo, perdiendo aquellos guardias que me siguen al subir a un árbol rápido para abrazarlo y controlar así mi respiración para que ellos no se den cuenta donde estoy, pero más allá de eso, es para que no me vean llorar desconsoladamente por mi hermano.
Sé que desde ahora me tengo que enfocar en tomar las clases de Thiago, para estar preparada y demostrar a los demás reinos que puedo hacerlo, bien, justo como Thiago lo estaba haciendo y así evitar que alguien más quiera apoderarse de fallriptar.
— Lo pro-meto, haré lo mejor que pueda. — Susurro en voz baja para que nadie escuche, incluso el árbol que abrazó con todas mis fuerzas. — Pero no podré lograrlo si los sigo viendo. — Las palabras que no puedo decir frente a ellos salen en una promesa que duele hacer.
No solo porque lloro de dolor cada vez que los veo, sino también porque todo mi ser decae hasta el punto dónde no puedo hacer nada por mí misma y tienen que cuidarme.
Es por eso que no podré verlos no hasta que…me haya convertido en reina y el dolor sofocante haya desaparecido de mi interior cada vez que voy a saludarlos, asi que por favor...— Per-dónenme. — Pido como si lo que estuviera haciendo fuera un pecado que me llevará a la orca, por ser tan despiadado.
Aunque para mí si es un castigo bastante despiadado y por el cual estoy bastante arrepentida, tanto que no bajé del árbol hasta ver que el sol se estaba ocultando y todos estaban gritando de manera desesperada para encontrarme.