Fortaleza de Dragón

CAPITULO 18

Códice etéreo: El Despertar Almat: La unión sagrada.

Malik Roussell

“No debió ser asi, un ser inofensivo que tomarías con las propias manos

para abrigarlo, no debió convertirse en un destructor de cielos, al cual

ahora todos le tienen miedo al verlo pasar por los aires.

Lo siento, Torrekeness.”

“¿Quién eres?”

Thiago

Algo frío y húmedo cae sobre mi rostro, apenas es perceptible y al choque se desliza hacia los lados siguiendo los distintos caminos una y otra vez.

Su impacto no me daña, pero es tan constante que poco a poco consigo tener un poco más de noción.

La oscuridad en la que me encuentro es aún más sombría del lugar donde estaba antes, apenas puedo distinguir la luz grisácea que entra desde una pequeña obertura circular que se ve en la cima.

¿Será esa la salida?

Me levanto, observo todo a mi alrededor y no hay más que paredes rugosas en forma de espiral que ascienden hasta la pequeña abertura. No veo otra salida más que esa.

Todo es silencioso, podría asegurar que no hay nadie más que yo, pero un sonido extraño retumba en toda la profundidad de la cueva.

Mis nervios se alteraron al intentar descubrir de donde provenía el ruido, pero no podía saberlo. Giraba de un lado a otro, cubriendo mi espalda, pero el ruido se escuchaba en todas partes, como si fuera una cadena pesada que se arrastra sin cesar, impidiendo distinguir su origen.

—Has, despertado— Mi cuerpo se paraliza al oír aquella afirmación profunda y rasposa, tan densa que vibraba en mi pecho como un trueno del cual hay que tener cuidado.

—¿Qu...quién eres? — Apenas logro susurrar. Su voz, su presencia detrás de mí, están mística y montuosa que soy incapaz de mover un solo dedo por el miedo.

—Tú, ¿te has olvidado de mí? — gruñe en un soplo de odio, como si toda su amabilidad que había mostrado antes, se evaporara en un instante. — ¡¿Cómo te a treves?!

Antes de que pueda reaccionar, mi pequeño cuerpo se eleva por los aires junto con mi corazón frenético. Mis huesos crujen al impactar contra la pared, y escupo sangre en el mismo instante en que vuelvo a caer sobre el suelo helado.

Jamás había sido golpeado tan fuerte, es como si la fuerza de aquel monstruo fuera abrumadora. No se compara en nada a los demonios.

Apoyo uno de mis brazos sobre el pavimento empujando mi cuerpo para levantarme, pero es tan doloroso que todo mi cuerpo comienza arder y a escurrir agua. De un solo golpe me ha dejado inmóvil.

El eco de aquel metal arrastrándose comienza a tronar de nuevo. La oscuridad es demasiado densa como para ver a simple vista. Mis manos tiemblan, mis piernas tiemblan… todo mi ser tiembla por dentro y por fuera. Quisiera llorar, pero no sabría si por miedo o por el dolor que me consume mientras intento levantarme para ver qué fue lo que me atacó.

— Me abandonaste, y aun tienes el descaro de no reconocerme. — Su voz es lenta y retumbante, sin ninguna pizca de amabilidad, era como si tuviera un odio guardado por mucho tiempo hacia mí.

Apenas logro levantar la mirada; mi cuello pesa como si estuviera cargando el infierno. Aun así, la mantengo al frente, esperando que se acerque más y más… solo para poder verlo.

Un diamante rojo, destella con intensidad en lo alto, casi hermoso…envidiable, pero al ver que son dos diamantes entiendo todo. Mi vista no es muy buena ahora, pero siento aquel peso lleno de ira sobre mí.

Cada vez se acerca un poco más, y me doy cuenta que he caído en garras que destrozan hasta el mismo cielo. No es un humano, tampoco es un demonio, es un monstruo que ha vivido miles de años.

Su cuerpo está rodeado de escamas que son de un negro profundo como si no perteneciera a este mundo. Las heridas en su rostro y cuerpo son tan visibles que parecen dolorosas.

—To-Torrekness — Su nombre sale de mis labios con temor. Jamás pensé que lo vería de frente.

¿A caso no era una simple leyenda?

Es tan imponente. Su altura abismal, sus ojos llenos de sed, su cuerpo vibra en la pura energía oscura y silenciosa, sus garras grandes y filosas desgarran el mismo cielo... Los libros se han equivocado: Torrekness no es un guardián que deba ser olvidado. Torrekness es un guardián al que hay que tenerle cuidado.

—Tú…como te atreves a llamarme— Rugue en mi cabeza su furia y me encojo al ver su próximo ataque.

No puedo hacer nada contra él.

Me quedo quieto, mis párpados se aprietan con fuerza al ritmo de mi corazón desesperado, pero su voz vuelve a hacer que todo mi cuerpo se relaje.

—Tú…No eres — Suelta sin poder creer sus propias palabras. Me quedo inmóvil, dejando que él haga su próximo movimiento. —¿Quién? ¡¿Eres tú?! — Me toma en un movimiento rápido, golpeando mi cuerpo contra la pared con una sola garra. Aprieta con más fuerza, desatando su furia al descubrir que no soy la persona que buscaba.

Tomo sus garras con mis manos, desesperado, buscando una salida, pero todo parece irreal; mis pequeñas manos no son más que un juguete para él.




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