Códice etéreo: Juramento al Trono
Apartado 7: Defensa de los Símbolos Divinos
“Los estandartes, emblemas y reliquias del reino deberán
ser honrados y protegidos. Cualquier acto que los mancille en beneficio de fuerzas oscuras será interpretado como un intento de subversión
espiritual y política.”
“El Dolor De Lo Que Somos”
Kate
Al verlo, oírlo, siento que mi corazón comienza a latir con pesadez, como si su sola presencia hubiese dejado en mi interior una marca de opresión que ahoga mi alma en dolor.
—¿Sorprendida? —Su risa entra como un cuchillo afilado en mi garganta que me corta la respiración. Nuestro último encuentro aún está en mis recuerdos, y saber la verdad es lo único que quiero. —¿Ahora sí me seguirás? Thiago… —La simple mención de su nombre me sigue controlando para terminar de escucharlo. —Debe estar llorando aún, y tú estás aquí sin hacer nada. Debería darte vergüenza, y es una lástima, porque su alma morirá pronto. —Sus palabras me apuñalan, provocando de nuevo dolor en cada célula de mi cuerpo, pero lo último desata mi frustración.
Lanzo mi brazo hacia él, alejándolo con el fuego que emana de mi cuerpo, y por un momento la niebla que me rodea se esparce, permitiéndome ver con más claridad todo a mi alrededor.
El metal de múltiples espadas chocando, los gritos que se dan unos a otros mientras se cubren la espalda entre todos, la respiración agitada de los caballeros y más ruidos me hacen reaccionar, notando que en realidad no estamos solos. Hay muchos más demonios.
—¿No quieres saber dónde está? —Lo ataco de nuevo una, dos, tres veces, hasta que la niebla se dispersa por completo. No quiero escucharlo; soy tan fácil de persuadir que sus palabras me hacen dudar y creer en una mentira.
—¡Princesa! —Me hago a un lado al reconocer la voz de Buster, que se lanza a atacarlo, alejándolo aún más de mí al retroceder.
—Lo sabía, en realidad sí quieres que él muera. —Sigue sin detenerse, rodeándonos con su niebla. Buster empuña su espada mientras lo mantiene alejado de mí con su cuerpo sin perderlo de vista, pero esta conversación solo nos pertenecía a nosotros.
—Thiago ya no está.
—Te equivocas. —Se detiene y vuelve a su forma original, como si fuera un humano. Por un momento pensé que atacaría a Buster; sin embargo, es otro demonio quien se lanza hacia él.—Te lo dije, solo nos deshicimos de dos. —Mi interior se paraliza, evidenciando lo que no debo creer: una pizca de esperanza.
—¿Y dónde está? —Sonríe como si hubiera conseguido su objetivo, pero, incluso cuando yo igual quisiera creer en su mentira, solo finjo para que baje la guardia.
—Míralo tú misma. —Chasquea sus dedos a un costado de él, y un círculo en el aire se dibuja, como si un espejo apareciera de la nada revelando un secreto.
Por un instante, el mundo a mi alrededor dejó de girar. Mi mirada solo está atenta a aquella figura que se cubría el rostro con fuerza y desesperación. Me rompí al verlo sobre el suelo temblando, pero otra parte de mí se llenó de alegría.
Las lágrimas brotaron antes de que pudiera controlarlas; un alivio recorrió mi pecho como un cálido abrazo.
Thiago… ese, sin duda, es mi preciado hermanito.
—Míralo, agonizando y llorando… es tan decepcionante. —Limpio mis lágrimas, tratando de controlar aquel impulso que me pide matar a Abeel por hacerlo llorar.
—¿Dónde está? —Repito, pero esta vez no fingiendo para que baje la guardia. Esta vez exijo con la poca cordura que me queda.
—¿Ahora sí quieres saber? —Se ríe, se ríe en mi cara burlonamente, lo cual es un detonante para mí al ver lo divertido que es para él el dolor de los demás.
Mi piel arde en rabia, tanto que me quema por dentro, mientras mi corazón bombea sin límites, empujando una vez más mi cuerpo para atacarlo.
—¡¿Dónde está?! —Le encesto un golpe justo en la mejilla que lo lanza con fuerza hasta el otro lado. No mido mi fuerza, no controlo mis emociones. El mundo ha desaparecido por completo; no pienso en nada que no sea golpearlo hasta que me diga dónde está.
Pero esa sonrisa vuelve a aparecer una vez más, cabreándome.
¡Es un maldito!
—¡Princesa! —Escucho a Buster de lejos, pero hay alguien más importante para mí justo ahora, y no le presto atención.
—Encuéntralo. —Susurra, convirtiendo su cuerpo en neblina y desapareciendo de mi vista al comenzar a alejarse como la última vez.
El latido de mi corazón se detiene al verlo irse entre la oscuridad y la profundidad de un bosque que apenas conozco, pero no le doy oportunidad. No puedo dejar que se vaya de nuevo.
—¡Princesa! ¡No!
Corro detrás de él, un paso tras otro, cada vez más rápido, y cuando por fin estoy por alcanzarlo, un peso muerto me lanza a la tierra húmeda y rasposa.
Un frío desconocido comienza a recorrer mi cuerpo. La sensación helada intenta impregnarse en mis huesos, como si quisiera controlar todo el fuego que desprende mi cuerpo para tranquilizarme.