JOHN
Cuando llegué allí, todos habían estado esperándome, mínimo unos minutos.
Markus me saludó nada más entrar, la Srta Perkins me hizo un movimiento con la cabeza, pero Popov...
Espera, ¿qué hacía aquí Popov?
La miré con aire interrogativo, pero como siempre, ella me miró primero con sorpresa y luego con deseo de arrancarme los ojos.
-Bienvenidos.
-John, cuéntanos -dijo Markus.
En ciertos momentos de la vida, a veces era posible hablar andándose por las ramas. Adornar lo que uno decía, y que así lo que querías contar tuviera un cariz menos delicado. Pero los años que llevaba dedicándome a matar por dinero me habían enseñado que lo mejor era hablar claramente.
-Tengo que exterminar a La Milicia.
-¡Joder! -exclamó la Srta Perkins.
-John, es una locura.
-Lo sé Markus. Pero es lo único que me separa de mi retiro.
-Acabar con toda una familia -empezó Perkins-, incluyendo cientos de asesinos a su cargo es... ¿Cómo decirlo? Esto no va a acabar bien...
-Por eso os he llamado -miré a Markus y a Perkins al decirlo-, aunque todavía no se qué haces tú aquí, Nadya.
-¿No lo sabes? La que no lo sabe soy yo.
-Que yo sepa, he convocado a Poison, que parece que es el único que no ha venido.
La vi abrir los ojos de sorpresa.
-Yo soy Poison -dijo con la boca pequeña.
Ahora el que estaba sorprendido era yo.
¿Cómo podía ser ella? Yo esperaba un hombre adiestrado en el arte de los venenos, que no tuviera nada o nadie, que no le importará morir. Pero Nadya...
Sí, hacia dos años que ya no nos unía nada, pero no quería que ella muriera por mi culpa.
Pero no me quedaba otra.
-Bien, estamos todos. Firmemos en en el libro -dije, a la vez que vi entrar a Winston, el cual era el guarda-juramentos-.
Winston avanzó entre mis convocados, trayendo consigo las monedas del Pacto de Sangre.
Cogí el libro Infinitum de Wiston y ligué sus nombres al mío, menos el de Nadya, quién firmaba en nombre de Santino, en un pacto que se prolongaría y acabaría cuando yo les devolviera el favor que me estaban brindando.
Cuando cada uno de ellos tenía su moneda, les informé de mi plan.
-O sea, que el plan es que no hay ningún plan -dijo Srta Perkins.
-Lo parecerá en un principio -aclaré-. Pero parecer desorganizados, es algo que no no esperarán.
-Vale, el truco es engañarlos -dijo Markus.
-No solo engañarlos, destruirlos -dije.
La hazaña que nos esperaba iba a ser apoteósica, sí. Pero nada imposible.
-¿Cuál es mi papel en todo esto?
Sabía que en algún momento ella lo preguntaría.
Dentro de mi plan, estábamos Markus, Srta Perkins y yo que somos la fuerza bruta. Armas y artes marciales con precisión casi quirúrgica. Todo un despliegue de físico y pelea.
Pero en una parte de mi plan, había espacio para la sutileza del veneno. Puede que Poison siempre haya sido una mujer y no un hombre como yo me imaginaba, pero por eso no dejaba de tener su propia reputación.
-Tú tienes el papel más delicado y más peligroso -le dije.
Una vez que les expliqué mi plan-no plan, nos abastecimos, más incluso de lo que ya estábamos, y salimos del Continental preparados para luchar.
Ellos luchaban por mí, y yo luchaba por Helen.
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Editado: 16.08.2021