MARKUS
John y yo entramos en el bar en el que Luciano se escondía.
Había sido una tremenda decepción no haberlo encontrado en su cuartel general. Se había perdido los fuegos artificiales.
Solo había ocho clientes y un barman, presumiendo que todos fueran guardias de Luciano, aquella era una pequeña corte.
John se acercó a la barra y pidió bourbon. El barman, con cara de malas pulgas, siguió secando un vaso de cristal mientras le miraba fijamente.
-Aquí no hay nada para ti, John Wick -dijo el barman, tras lo cual escupió al suelo.
Noté como todos los clientes a nuestra espalda se levantaban de sus sillas y nos rodeaban.
-¡LUCIANO! -gritó John-.
Pero no hubo tiempo para que éste contestara, porque los tipos nos cogieron del cuello y nos estamparon contra la barra.
-Ya le he dicho señor Wick, que aquí no había nada para usted.
Lo que vino a continuación, fue una de las escenas más insólitas que he contemplado en toda mi vida, aún tratándose de John Wick.
John, a gran velocidad, extrajo de su chaqueta un arma, y con un disparo fulminante lanzó al barman contra todas las botellas de alcohol que tenía en estantes tras él. Al tipo que él tenía detrás, le disparó de espaldas y lanzó al suelo de una patada al tipo que me retenía, a mucha distancia.
Una vez liberados, y mientras John luchaba con otro, registré a uno de ellos. No llevaban armas. Parecía que iba a ser una lucha a la vieja usanza.
Ver a John luchar, era un regalo para la vista. Todos sabían que él había sido entrenado por La Directora, y también se sabía que todo sicario que salía de allí, conocía las mismas nociones. Pero ver a John emplear todas sus habilidades, era magico. Por algo le apodaban Baba Yagà.
Me abalancé sobre uno de ellos, luchamos. Sacó una navaja y sonreí.
Si creía que iba a poder conmigo, iba listo.
En menos de tres movimientos ya le había robado el arma afilada y se la clavaba en el cuello.
He de decir que mi especialidad es el disparo a larga distancia, pero no me defendía mal como luchador.
Cuando miré a John, lo vi apuñalar a uno de los sicarios de Luciano con un lápiz. ¡Con un puto lápiz!
Sin embargo, lo más increíble de todo fue, que apenas sacó el lápiz del cuello del primer esbirro, Wick ya estaba peleando con los otros dos sicarios que quedaban, al mismo tiempo. Sin apenas moverse y con el brazo derecho tranquilamente apoyado en la espalda, donde sostenía el lápiz.
Uno de los sicarios lanzó una pierna para desestabilizarlo, pero sólo consiguió el mordisco del lápiz de John.
¡Maldita sea! John era un genio.
Éste saltó hacia atrás y se resbaló con otro sicario muerto, y se golpeó la cabeza con una mesa. El tipo debió de quedarse inconsciente, porque ya no se movió.
Mientras tanto, un tercer esbirro había tomado velocidad e intentaba hundirle las costillas a John en plena carrera hacia él. Pero John, que seguía en un estado inalterado de consciencia, tal y como siempre trabajaba, no solo paró el golpe, sino que deslizándose hacia un lado, dejó que avanzara, clavándole el lápiz en el ojo.
Luciano se escondía en el sótano de aquel bar, y allí fue donde lo encontramos. Tiritando debajo de una mesa, diciendo incoherencias y pidiendo que no lo matáramos.
Pero aquello ya no era cosa mía, era responsabilidad de John.
Yo le había ayudado a llegar hasta aquí, al igual que Perkins y Nadya, pero era él quien debía dar el último paso.
-Te esperaré fuera -le dije a John.
Cuando subí las escaleras y llegué hasta el bar, escuché un disparo. Poco después, vi subir a John.
Le caía sangre por la cara, tenía una brecha en la frente y otra en la ceja. La nariz posiblemente fracturada, pero todo acababa de terminar.
-Volvamos al Continental -me dijo, tocándose las costillas y haciendo una mueca de dolor.
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Editado: 16.08.2021