Forum Filias 1. El comienzo de una era y los tres poderosos.

Ūnus

La búsqueda de un sucesor

“No sé qué esperar de la humanidad, pero yo sé que esperar de las FILIAS por haber”.

Se miraba en una pieza de metal bajo la figura de lo que se supone había sido el salvador y el responsable del orden y la paz mundial ubicada en alguna iglesia del mundo.

Muy aparte de la figura de un Dios que todo lo sabe y todo lo puede; y de las religiones por haber y por descubrir en la Tierra, entre voces se cuenta una historia donde hubo un ser considerado mítico y no existente que poseía el poder suficiente para mantener a los humanos con la fuerza de seguir luchando.

No obstante, siempre hay un malo o algo oscuro que puede perturbar todo lo logrado por siglos incluso unos cuantos miles de años. Ese ser era considerado algo repulsivo y conocido por muchos nombres entre los pobladores. Los nuestros lo conocemos por su nombre original, Kiebuck.

Aunque entrar en detalles no es necesario cuando saber lo que originó a las Filias a luchar y mantener un equilibrio es lo que nos trae en esta ocasión.

Incluso creo que podemos hacer referencia a los antiguos pergaminos que narraban la historia del universo y que en estos lo describían como:

“El que todo lo puede se volvió minúsculo ante la grandeza y el poder de este ser místico y grandioso, pero ¿Cómo es que nadie lo sabe? ¿Cómo es que nadie le reconoce?”

Aunque sí, para estas preguntas si hay una respuesta que no todos son dignos de conocer, solo aquellos afortunados que en sus genes mantenían latente la prueba de la existencia de un mundo no conocido para los humanos podrían acceder a ella.

Pues aquel místico y grandioso ser solo tenía una sola limitación, el anonimato.

Sí, parece injusto, pero de esa forma el universo y el verdadero Creador fijó la única condición de este ser supremo que nadie conocía, el mantenerse en el anonimato para siempre hasta encontrar a su sucesor, pero nunca sucesores. Parecía simple y sencillo cumplir con su misión cuando solo existía esta única limitación, pero en algún momento todo empezó a cambiar logrando que la misión en un punto no exacto se volviera casi imposible de completar.

Y así fue como con el pasar de las décadas y de los siglos todo se volvía complicado, Kiebuck parecía recibir una fuerza mayor a la que el poseía o poseyó con anterioridad cuando era un ser recién creado. Su objetivo, el humano y su forma de ser tan peculiar. Así encontrando en esa raza el mayor de sus intereses y curiosidades.

Fue tanta su curiosidad por ellos, que pronto logró saber que los humanos se habían vuelto débiles y que sería fácil manejar sus mentes; entonces él decidió jugar sucio y cambiarlo todo.

Una vez Kiebuck tomó la decisión de enfocar su ira hacia los humanos este ser supremo al enterarse de la decisión supo de una manera u otra que algo nunca visto se avecinaba.

El tiempo pasó y la noticia del retorno de Kiebuck llegó a cada mundo, más rápido de lo que hubiese querido aquel héroe no conocido y antes de que ocurriera algo que no pudiera controlar se vio obligado a ir en su busca y luchar contra él temiendo que esa batalla fuera la última vez en la que saliera en defensa de lo que él como protector del universo en el que creía y defendía.

Ya había pasado mucho tiempo desde su partida y desde que había logrado dar con el mal del universo llamado Kiebuck, se encontraba mal herido y con fuerza mínima luego de mantener su lucha cuerpo a cuerpo con él, y justo en un momento de quietud supo que no podría acabarlo él solo.

Fue en ese momento en que la paz parecía reinar por un instante mágico que decidió que lo mejor que podría hacer era abandonar esa batalla que parecía eterna. La Tierra al fin tenía un respiro y aunque no confiaba en el silencio y quietud de Kiebuck, se arriesgó y se marchó desvaneciéndose en el aire sabiendo que al menos ahora los humanos podrían dormir tranquilamente por un tiempo.

Y sí, ahí fue cuando la búsqueda de aquel héroe sin nombre o rostro por encontrar al nuevo sucesor que continuaría con la misión de acabar a Kiebuck comenzó.

Pasaron los años y con lo único que se encontraba fue con simples humanos que eran poco capaces de soportar lo que conllevaba obtener el poder del gran MystῘcus, el héroe sin capa o rostro. Incluso hubo un momento en el que todo se creía perdido, pero fue el destello de una luz que iluminó el brazalete que siempre llevaba consigo, la cual instaló en MystῘcus una nueva esperanza.

Tal vez para el universo, los nueve mundos y especialmente para Elfman significaría ese algo en que creer y considerar por primera vez que tal vez no todo estaba perdido.

¿Será acaso que esa luz destellante significaba la ubicación del que sería el nuevo sucesor?, se cuestionó el gran MystῘcus parado al filo de un gran abismo mientras contemplaba el horizonte y en su rostro disfrutaba el aire que chocaba con él. Y aunque se encontraba de nuevo ahí en búsqueda de su nuevo sucesor, algo en el fondo le decía que no sería tan fácil lograrlo, después de todo quería morir sabiendo que luchó a lado de un sucesor que dio de sí todo para acabar con Kiebuck.

Cuando el futuro todo sería diferente y para nada cerca de lo que según las antiguas profecías dictaban.

Luego de unos segundos una más apareció en una nueva ubicación y casi al mismo tiempo salieron a la vista seis más con una única característica, diferentes ubicaciones. Miró confundido el brazalete y notó algo en especial en tres de esos puntos destellantes. Su intensidad era mayor.




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