¿La búsqueda acabó?
La asamblea pareció eterna para todos y aunque todo lo que se había dicho en ella parecía jugar en contra de los planes de El Creador y retaba a las convicciones con las que se había formado MystῘcus a lo largo de su reinado con indecisión aun en su alma terminó por aceptar que todo era verdad. No esperaron más, no dijeron nuevas buenas ni tampoco nuevas malas, solo dieron por terminada la asamblea y casi al marcharse todos por orden de Khalifa MystῘcus fue mandado a descansar y a reponer fuerzas muy en contra de su voluntad.
Y fue que guiado por una horda de Guardianes terminó por aceptar finalmente y muy a regañadientes y sintiéndose un pequeño que en esta ocasión sería todo diferente y que El Creador se había equivocado.
El lapso de MystῘcus
─Juvia, necesito que me des toda la información de los elegidos ─Habló Khalifa una vez hubo llegado al centro de operaciones que se mantenía dentro del palacio.
─Será un placer, ministra ─Declaró Juvia al momento de mostrarle respeto con una reverencia ─. Perdone si me vuelvo imprudente, pero ¿En verdad cree que sean ocho sucesores y no uno como se esperaba?
La ministra pareció no saber que responder quedándose en silencio por varios segundos, pues en su mente rondaba aquella duda que estaba segura tanto afectaba a MystῘcus, así que mirando a los ojos al joven aprendiz de ministro le dijo:
─Hay grandes posibilidades, Juvia ─Habló ─, pero también hay una gran posibilidad de que una vez elegidos lleguen a Elfman, sea el momento de dictar unas nuevas profecías.
Juvia escuchaba atentamente mientras reunía cada archivo sobre cada luz del brazalete.
─Supongo que las nuevas profecías se escribirán cuando se haya comprobado que en realidad sean los elegidos, ¿verdad?
─Me temo que así sea Juvia.
Era más que solo saber que ellos eran los que en un futuro salvarían al universo, para Khalifa había algo que aún no le causaba confianza, como si de algún mal presagio se tratara.
─Aquí los tiene ministra ─Dijo extendiéndole una gran torre de papeles donde se veía escrito lo que parecía ser los nombres de cada uno─, le parece que nos dividamos el trabajo, usted puede leer este pilar de información y yo leo este.
Le indicó y ella aceptó. Tomó los papales y pensó cuan extraño era saber que las filias llevando mucho tiempo existiendo ahora sean la causa de la gran duda entre los ministros y miembros de la Corte tengan cuestionamientos acerca de si ellos seguirán con la labor de proteger, salvar al universo y los nueve mundos de Kiebuck. Su tiempo de vida se veía igual de larga que la de ellos, eran casi tan antiguos, pero jamás mostraron alguna señal lo suficientemente fuerte como para ser detectados por el brazalete de MystῘcus.
Con la ayuda de uno de los Guardianes que los acompañaba a todos lados se llevó cada papel con información hacia la biblioteca. Sabía que una vez pusiera un pie en ella no saldría de ahí hasta obtener todo el conocimiento de estas luces para dárselas a todos los ministros en donde convocaría una asamblea nueva, este momento no sería en tiempo de lapso porque ese podría resultar peligroso para la salud de MystῘcus.
Llegando ahí con ayuda de su Guardián empezó a conocer a cada individuo. Durante los días en que MystῘcus pasó recuperando las fuerzas y energía que había perdido, ella se encargó de dejar todos sus deberes en orden para poder seguir estudiando minuciosamente a cada una de las luces. Habían pasado casi 30 días cuando sintió que la respiración de MystῘcus cambiaba.
“Justo a tiempo” pensó, fue entonces cuando ella decidió convocar una junta.
─Es momento de que convoques una asamblea, Guardián ─Le dijo al hombre que la cuidaba y ayudaba en todo ─y avisa a Juvia.
─Bien mi señora.
El Guardián asintió y se marchó para avisar a los ministros restantes, al joven aprendiz y a los Guardianes de MystῘcus.
La asamblea de las Filias.
─Esta asamblea ha sido convocada para hacerles llegar todo sobre las luces del brazalete ─Empezó una vez hubo llegado a la gran sala haciendo que los presentes se voltearan a mirarla atentos─, durante tu descanso MystῘcus me he encargado de averiguar y estudiar minuciosamente a cada luz y en esas arduas horas de estudio ninguna desapareció del brazalete confirmando las teorías de Juvia y mías.
Pasó junto a él y dio un apretón en el hombro, gesto que el joven aprendiz de ministro notó y guardó silencio para no resultar imprudente, sabía que lo había hecho Khalifa era un acto de amor, pequeño, pero al final un acto de amor.
Se guardó para sí su descubrimiento y se enfocó en lo que era importante, los sucesores y la poca vida que le quedaba da MystῘcus. ─Entonces Khalifa ¿Cuál es tu veredicto? ─preguntó Erza mirando de reojo el semblante de MystῘcus, Juvia y por último el de ella.
Se miraba demasiado relajada para suponer que ellos no podrían ser, pero no lo suficiente para saber si los ocho en verdad serían los indicados.
─Debemos proceder con la extracción de los ocho humanos, Erza ─dijo Khalifa mirando a todos con firmeza tratando de dar entender que era el momento ─. No hay que esperar más, la seguridad de esta raza, la nuestra y de los siete mundos restante depende de estas personas y del poder que son capaces de llevar en sus entrañas.