Estigmatofilia, ruso devastado.
Nictofilia, estadunidense perturbada
En Elfman…
La misión marchaba como se esperaba y tras el reciente éxito del ministro aprendiz Juvia al traer de forma segura a una de las tres filias más importantes de los ocho le había sumado créditos en el proceso de su aprendizaje.
Por otro lado, MystῘcus al enterarse de la llegada de Juvia con una noticia bastante prometedora decidió que era el momento de convocar una asamblea en donde se decidiera si se encontraba apto o no para ser un ministro o simplemente revocarlo de ese cargo tan importante. Decidiendo guardar sus pensamientos para más tarde salió de su alcoba en donde se encontraba para dirigirse al sanatorio del palacio y verificar como se encontraba la salud de su vieja amiga Sengua; aunque él no lo expresara se encontraba sumamente abatido por la situación y sobre el poco avance en el que se encontraba su recuperación tras el ataque de Kamel.
Caminando de forma rápida consiguió llegar en apenas unos minutos, una vez estando parado justo en las puertas que dividían el sanatorio del palacio sintió una energía que nunca se había imaginado sentir en todo lo que llevaba de vida. Le habían comentado que la joven Nictofilia se encontraba ahí por un colapso emocional y espiritual que amenazaba con causar daños estructurales al edificio en donde se encontraba su hogar, pero sobre todo a las personas que habitaban ahí.
No conocían el alcance del poder que ella contenía y era necesario tomar medidas y acciones estrictas para asegurar el bien de la sucesora y los protegidos. Decidió no hacer caso de esa oleada de poder que llegaba a salir del Sanatorio y seguir con su camino.
Aun no era el momento indicado para conocerla en persona.
─Gran MystῘcus ─habló el Sanador en jefe ─, ¿A qué debemos su visita?
─Vengo para obtener más información sobre la recuperación de Sengua ─dijo MystῘcus ─. Me he enterado de que su avance es lento y puede que, hasta desalentador, quiero estar con ella un momento.
Al escucharlo hablar el Sanador Damelio asintió desechando la opción de que él venía para conocer a una de las sucesoras.
─Por su puesto gran maestre ─respondió comenzando a caminar ─, sígame lo llevare a la alcoba de Sengua.
─Le agradezco, Damelio.
Caminaron en silencio hasta la habitación privada en donde se encontraba el cuerpo inerte de Sengua, casi al llegar con su amiga fue cuando volvió a sentir una nueva oleada del poder de Nictofilia. Supo en ese momento que la decisión de Juvia había sido acertada el momento en que menciono porque la había traído antes de tiempo.
Ella era sumamente poderosa, casi podría asegurar que lo era más que él con solo sentir las ondas de poder que ella desprendía. También se encontraba seguro de que ella como sus poderes se fortalecían con gran velocidad y si no aprendía a controlarlos podría incluso se consideraría peligrosa. Dejó de pensar en esa posibilidad cuando llegó a la alcoba de Sengua y la encontró sentada con una mano en su cabeza, verla ahí sentada lo sorprendió después de todo, cada una de las noticias que le habían dado eran desalentadoras,
Sin embargo, le era satisfactorio ver que había logrado sobrevivir y que, aunque se encontrara con una expresión desorientada no dejó de sentir ni un gramo de felicidad de ver en ese momento a su amiga consciente y casi en perfecto estado.
─Sengua, me alegra saber que te encuentras bien ─habló alegremente mientras se acercaba a ella─ ¿Hace cuánto has despertado?
Ella lo miro confundida por unos segundos, parecía no recordar quién era, pero no le inspiraba ni una gota de desconfianza, así que solo se dedicó a asentir.
─ ¿Qué fue lo que me sucedió? ─preguntó pareciendo realmente confundida ─No recuerdo lo que pasó conmigo.
─Kamel te atacó ─habló esta vez el sanador Gerandius. ─, has permanecido inconsciente por seis anocheceres.
─Eso es bastante tiempo ─dijo Sengua luego de un rato en que permaneció observando a los dos hombres.
─Lo es, amiga mía ─Le contestó MystῘcus finalmente acercándose a ella para tomar su mano entre las suyas y besar su frente ─pero lo importante es que ya estás despierta.
─MystῘcus, yo lo he… ─comenzó a hablar mientras lo miraba a los ojos, pero se detuvo.
─Tranquila, ya habrá tiempo para que hablemos sobre lo que sucedió ─dijo el gran maestre intentando tranquilizarla mientras la envolvía entre sus brazos con delicadeza ─ahora debes de descansar un poco.
─De hecho, gran maestre ─interrumpió el Sanador en jefe.
─Sí, Damelio.
─Debemos de verificar que todo se encuentre bien con ella ─contestó observando momentáneamente a Sengua, se encontraba parado al pie de la camilla en la que había permanecido inconsciente ─, prometo que no tardaremos mucho, Segua. ─La observó y ella asintió en silencio aun entre los brazos de MystῘcus ─Aunque sí que es importante verificar que no te hayan quedado secuelas neuronales tras estar inconsciente por tanto tiempo.
─Muy bien, Damelio manda a los mejores Sanadores a que hagan los estudios necesarios para Sengua ─pidió el protector y se alejó de Sengua para verla una vez más antes de marcharse ─. Tengo que irme, pero prometo que volveré en cuanto pueda para verificar que todo esté bien contigo.