Lo prohibido es lo atractivo.
Bajo las mantas y caricias del corazón
El trayecto hacia el hogar de Dendrofilia parecía eterno y sin fin alguno, entre los silencios de las almas presentes había un par de parejas de ellas que se hacía notar pues desfilaban entre los abismos de la perdición, pasión, la tristeza, la angustia e incluso el enojo. No se distinguían entre todas las que abordaban aquella pieza de metal andante por un camino de tierra y rocas; sin embargo, todas parecían nadar entre ellas y no mirarse a los rostros traslucidos y casi imperceptibles para los presentes.
Todos mirando a un punto en específico trataron de no hacer notar la preocupación en su rostro, el camino transcurría y disminuía con más lentitud de la que les hubiese gustado llevar ese corto viaje.
Boris, el joven de apenas 20 años y que en unos meses se vería en la necesidad de tomar el mando en el aserradero más importante del país levantó la mirada y notó algo que solo algunas veces sucedía y que secretamente se pedía que no se asustara.
¿Qué es lo que había llamado la atención de Boris? La respuesta era simple, un conocedor de las artes blancas y oscuras pudo haber Notó las almas de las personas que en este momento se habían vuelto sus protegidos, negó con la cabeza en el intento fallido para que sus almas desaparecieran de su campo de visión, pero no cedieron, resignado a que estas no se marcharan miró hacia el frente donde solo se hacían notar los árboles con más vehemencia que hace unos cientos de metros atrás.
Aunque le tranquilizaba saber que ya se encontraba rodeado de los seres que parecían trasmitirle paz notó como de ellos brotaba un aura que jamás se había percatado en su existencia. Por un momento se preguntó si este tipo de aura saliente de cada uno de los árboles era algo parecido al alma de los seres humanos, pero sin darse la oportunidad de indagar más al respecto negó con la cabeza y siguió mirando al camino como si de él estuviera a cargo las vidas de estas personas que, aunque espectaculares para esa mente curiosa que tenía, les parecía demasiados extraños y fuera de lugar.
Valiente y con unos pocos cientos de metros para llegar a su hogar decidió mirar por el espejo retrovisor y notó como sus almas eran completamente diferentes a la del chofer y un poco la suya. Sorprendido por ese descubrimiento volvió mirar hacia el bosque que les rodeaba cuando notó como una figura se desprendía de uno de los árboles que con frecuencia trepaba cuando se veía con un poco de tiempo libre y le incito mirar hacia atrás.
Sin decir nada o siquiera cambiar el gesto en su rostro volvió a mirar por el espejo retrovisor y miró lo que parecía ser la verdadera identidad de las personas que se encontraban ahí; su corazón comenzó a latir con fuerza al no solo notar algo que le resultaba asombroso, sino que este aumentar en el latir de su corazón le parecía decir que echar un vistazo hacia atrás.
Dudoso de esa extraña sensación volteó hacia atrás y notó con claridad que las almas de estas personas le miraban como si nada, como si ya le conocieran de algún lado como si todo el tiempo estuvieran a su lado, las pequeñas versiones de sus acompañantes parecían tan tranquilos y cómodos que temeroso de arruinar el momento tan extraño y poco común se quedó callado y siguió observando hacia el frente hasta que la curiosidad llegó a un punto en el que no se pudo aguantar y volvió mirando los cuerpos inertes de estas personas descubriendo que ellos le miraban a excepción de Nictofilia y Juvia. Sonrió con un perceptible rastro de timidez y se giró rápidamente hacia el frente diciéndoles que estaban a nada de llegar a su hogar.
Cada uno de ellos respondió con una afirmación hasta que se vieron en frente una gran construcción con grandes ventanales que les dejaban observar el interior de esta. No dijeron una sola palabra y se dedicaron a contemplar la vista que esta les ofrecía.
Una vez el hombre que condujo hasta el hogar de Boris detuvo la gran camioneta, le hizo saber que habían llegado diciéndoles que podrían bajar cuando ellos quisieran.
─Gracias ─fue la respuesta de cada uno de los presentes incluido Boris.
─Bienvenidos a mi hogar, espero se sientan cómodos en su estadía en ella ─dijo luego de un rato, pareciendo un poco abrumado por lo que había vivido hace unos minutos ─, los acompañaré hasta sus habitaciones.
─Es muy amable de tu parte ─dijo Khalifa.
Él asintió y abrió la puerta para ellos, de esa manera permitiéndoles bajar y seguirlo hacia el interior de la casa. Nadie dijo nada y eso le resultaba bastante agradable a Boris o quizá deberíamos decirle Dendrofilia de ahora en adelante.
Cada uno de ellos fue guiado a una habitación, dejando primero a Erza, para después dejar en la entrada de lo que parecía una gran habitación a MystῘcus y Khalifa; finalizando con Juvia y Nictofilia en una habitación lo bastante alejada de los ministros como para sospechar que algo pudiera suceder entre ellos.
─Parece que su relación es algo prohibida ─dijo Boris una vez llegaron a la habitación que compartirían ─, espero que no los esté metiendo en problemas y que…
─Te agradecemos por el atrevimiento de darnos una habitación alejada de ese trio de viejos ─respondió con bastante agradecimiento en su voz Juvia.
─No es problema ─respondió ─, si me disculpan debo de ir a caminar y despejar un rato mi mente luego de estos días. Mi personal está a su disposición para lo que se les ofrezca.