Forum Filias 1. El comienzo de una era y los tres poderosos.

Ūndēvīgintī

Fénix agonizante. Salvando a Bibliofilia

Pasaron varios días para tener que Polo nuestro Fénix tuviera noticias de una amante por las palabras luego de que se arriesgara al salir de su lugar cautiverio. Pasó cada segundo luego de despertar de la paz que tanto había anhelado preocupado pensando en si habría visto los libros, si los había recogido o se los habría llevado.

Intentó asomarse en varias ocasiones para ver qué es lo que había sido de los pequeños gajos de su vida, de su demostración de cuan real era; no obtuvo respuesta cuando hablaba para conversar, aunque sea un poco al momento en que llegaba el atardecer. No apareció y ni siquiera respondió.

Podría haberle pasado muchas cosas, incluso puede que se haya marchado pero cada una de las posibilidades que a su mente venía sobre lo que le pudo haber pasado a su amante indirecta de las palabras ocasionó que el nerviosismo y la bruma de la incertidumbre comenzara a nublar su vista.

Las llamas renacieron de su interior nuevamente, justo como en las ocasiones pasadas en donde moría y revivía como ave fénix renaciendo de las cenizas. Él, por el contrario, no comprendía porque no había podido dar con su amante de las palabras y porque no había recibido respuesta alguna luego de que dejara los libros a la puerta de su casa; intentó innumerables veces conectarse con ella a través de los sueños que compartían sin falta cada noche.

No hubo respuesta y eso lo comenzó a alterar, preocupar e incluso entre las llamas de su propia desesperación.

El lugar comenzaba a incendiarse nuevamente, solo que esta ocasión todo era diferente. El constante sonar de un teléfono hizo que se distrajera un poco de su frustración y coraje por el rechazo no explicado de una amante que jamás se había atrevido a ver mientras la acompañaba por el pasillo cada atardecer o en las numerosas ocasiones en las que invadió sus sueños creando un enlace que solo él podía comprender.

Caminó furioso y apremiante deseando que el sonido dejara de molestar e interrumpir su intranquilidad, pero en el momento en que logró llegar hasta él este cesó, pateó el pequeño mueble logrando dañarse un poco el pie justo en el momento en que este hizo contacto con la dura superficie. Maldiciendo, gritando por lo que se había causado el teléfono comenzó nuevamente el cantico que anunciaba una llamada entrante.

No le interesó saber de quién se trataba, solo tomó y con un “¿Quién habla?” hizo saber a aquel que osaba interrumpir su valioso tiempo, que no era el momento adecuado. No importo, porque en el momento en que la voz del otro lado de la línea se escuchó su sangre se heló.

─ ¿Por qué has dejado de escribir? ─preguntó una voz masculina ─Tienes exactamente dos horas y media sin escribir algo que pudiera ser genial e impactante para el mundo Polo.

Polo al escuchar su nombre en la voz de aquel que había hecho su sangre helar y las llamas extinguirse en su totalidad, supo que había desafiado a la bestia.

─No es el momento Barton ─dijo luego de mantenerlo en silencio por al menos un minuto ─. No es momento de que me interrumpas, has algo mejor que joder mi vida un poco más.

El momento era el perfecto, la bestia cuyo nombre era Barton había sido desafiada y no era el momento para dar paso hacia atrás. No dijo más y solo esperó a que esta comenzara a hablar recurriendo a las mismas amenazas que por años había utilizado para amedrentar y calmar los demonios y temores de un joven inexperto y crédulo que un día llegó con él bajo la neblina de su más grande sueño.

No se equivocó, Barton comenzó su charla, siempre la misma charla, amenazándolo a él, a la familia que un día tuvo y todo lo que rodeara si no comenzaba a escribir y dejaba atrás la estupidez de romper las cadenas y por fin libre ser.

─No vuelvas hablarme así ─le dijo al teléfono ─, sabes que yo tengo el control sobre ti y tu carrera.

─Pero solo yo tengo las historias dentro de mi cabeza ─habló interrumpiéndolo.

La furia crecía cada vez, mientras escuchaba cada palabra de Barton el colosal caballero de armadura lisa y brillante que empuñaba la espada frente al gran dragón con aliento de fuego; como las llamas de su interior volvían a nacer y con esto todo a su paso destruir.

─No te atrevas a amenazarme, Polo.

─ ¿O qué? ─le retó.

Era muy probable que Barton dijo algo luego de la pregunta retadora de su captura, haciendo que todo volviera a repetirse como en las numerosas ocasiones en las que Polo el fénix agonizante decidiera volver de las cenizas. Algo de toda esta situación era muy seguro, Polo el hombre que una vez soñó con inmortalizar las palabras y sentimientos en páginas de papel no descansaría hasta reducir en cenizas a cada uno de los que le arrebataron la oportunidad de elegir y los que lo volvieron el fénix del que alguna vez escribió.

Juvia, el ministro Elfmanian junto a su tropa habían atravesado el portal con la esperanza de que la situación no fuera demasiado grave. Todo era extrañamente lento, parecía que el viaje que en variadas ocasiones había realizado de Elfman a la Gerd, la Tierra, ahora era demasiado lento y espeso.

Quiso que todo fuera rápido, que llegara a tiempo de que algo malo sucediera. No importaron sus plegarias porque supo que no podía hacer de este viaje el más rápido si la magina no lo quería así.




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