Forum Filias 1. El comienzo de una era y los tres poderosos.

Vīgintī duo

El ánima de la voz

Con el continuo movimiento luego de la llegada de dos de los últimos sucesores, la desaparición temporal de un ministro con poco tiempo en la Corte y la molestia de MystῘcus tras la actitud de Juvia, toda la atención había sido puesta en Logofilia y en Bibliofilia, los jóvenes que por sí solos enfrentaban serios problemas de adaptación.

Sin embargo, ese no era el único problema que les abordaría pues pronto se darían cuenta aquellos que se encontraban enfocados en el cuidado de la salud y del progreso ─aunque este resultara mínimo ─ entre Retrofilia y Selenofilia, que ellos les darían las claves para traerlos de vuelta.

No obstante, ese no sería el único inconveniente que se les presentaría, pues a la par de los constantes intentos y deseos por mantener contacto con y traer de vuelta a conciencia a dos de los sucesores, uno de ellos sería descubierto caminando por uno de los pasillos del palacio merodeando y curioseando cada especio para tener conocimiento de este y reconocerlo para no perderse en el futuro en el que por fin libremente pudiera andar por ellos. Olvidó cada una de las advertencias que se le hizo por aquellos que fungían el papel de protectores y mentores para una nueva vida.

Siguió caminando por esos pasillos en donde la soledad y la tranquilidad era muy común y cuando no hubo más que observar desapareció entre una de las paredes dejando sorprendida y llena de curiosidad a aquel ser que le había visto. Supo en el instante en que le vio que debía comunicar a sus superiores que alguien ajeno al palacio merodeaba por sus pasillos, pero sabía que de una u otra manera ellos no le prestarían atención.

Nadie lo hacía luego que eligieran a Juvia.

Muchos podrían decir que su actitud se debía a que la envidia había corrompido su alma tras no ser electa como ministra y formar parte de la Corte, pero solo aquel conocedor sabía que ella había sido corrompida tiempo atrás cuando el rencor y puede que el odio había invadido su vida tras las múltiples injusticias que había vivido a lo largo de su vida.

Esperó por un momento más con la esperanza de volverlo a ver, pero no volvió por lo que volvió a caminar retomando su recorrido y dirigirse finalmente a su habitación y así volver a cumplir una penitencia más. ¿Le parecía su existencia injusta? Sí, pero ante sus ojos todo era maleficios puestos por aquellos que no podían superar cada una de las habilidades que decía poseer.

Incluso llegaba a pensar que el origen de estos se encontraba en manos de Juvia, el hombre que había sido elegido y que se pasaba el día recorriendo los pasillos del palacio como si no tuviese tareas que cumplir y obligaciones por cubrir. Envidiaba y a toda costa trataba de descubrir lo mínimo para sacarlo del camino, pero nunca encontraba nada, provocando que la furia y la ira crecieran tanto haciéndola palpable y seriamente notoria para todo aquel que se cruzara con ella.

─ ¿A quién espiabas? ─preguntó Juvia.

─No te metas en mis asuntos ─respondió Aria.

─Cuida tu lenguaje ─le dijo Juvia ─, recuerda que soy ministro.

─Sí, sé que eres ministro ─contestó Aria ─ solo no te metas en mis asuntos puedes.

─Debo de hacerlo ─dijo ─, después de todo solo eres una aprendiz.

Las palabras de Juvia hicieron que el enojo se alimentara más y que ella se alejara rápidamente del lugar sin decir una palara más. En su camino pensó nuevamente en el joven que había visto merodear por los pasillos, estaba segura de que era uno de los sucesores de los que había escuchado hablar a Juvia y a los ministros el día en que lo nombraron parte de la junta y la Corte de Elfman.

Ella estaba dispuesta a averiguar todo acerca de los sucesores y saber qué es lo que tanto había sucedido en ellos últimos días dentro del palacio. No descansaría hasta averiguar todo lo que no estaban contando.

─ ¿Por qué no estas cumpliendo tu penitencia Aria? ─escuchó la voz de mentora preguntarle ─Te he hecho una pregunta Aria.

─Creí ver algo extraño ─contestó a la vez se obligaba a tranquilizar su respiración y su temperamento que resultaba ser muy explosivo ─, luego me topé con Juvia.

─Querrás decir ministro Juvia ─la corrigió.

─Es el mismo ¿no? ─preguntó.

─Sí, pero es no quiere decir que no demuestres respeto ─volvió a reprenderla ─. Es mejor que te vayas ahora Aria, no tienes contentos a los ministros y no me tienes contenta a mí.

─Bien.

Se marchó y luego de esa interrupción no volvió a toparse con nadie.

Luego de que Dendrofilia llegara de merodear por los pasillos a su habitación se encontró con Juvia sentado en el sofá que había en su habitación, lo saludó y se sentó en su cama.

─Hola Juvia ─saludó.

─No puedes estar paseando por los pasillos como si nada ─le dijo ─, Aria te ha visto y ella no es de fiar.

─Yo no me topé con nadie, Juvia.

─Tal vez tú no, pero ella si se encontró contigo Dendrofilia ─se acomodó en el sofá ─. Ten cuidado si vas a salir de la habitación sin supervisión de alguno de nosotros.

─Está bien ─contestó Dendrofilia ─. ¿Por qué no es confiable?

La pregunta lo hizo reflexionar las razones por las que ella no es realmente confiable, pensó por mucho tiempo encontrando la lógica que le decía que en verdad debía tener cuidado con ella, pero todas ellas apuntaban a que su alma estaba corrompida y la envidia notoria que había crecido tras ser electo como ministro.




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