El final de una búsqueda
Pasaron varios días desde el descuido que involucró a Dendrofilia y a Aria, días en los que no se veía respuesta de los sucesores que permanecían sumidos en el sueño que los había invadido, días en los que el extraño poder de un joven amante del bosque y los árboles intentó en innumerables ocasiones tratar de conectar con sus almas en aquellos ratos en los que se encontraba libre de la curiosidad que solía invadirle de manera abrazadora o no se encontraba con la mente ocupada entre manuscritos y libros, estudiando cada pequeño detalle de la flora Elfmanian.
Caminaba frustrado de un lado a otro dentro de su habitación pensando en cuál sería la forma correcta de poder acceder a ellos, de lograr un contacto. No lo logró en ninguno de sus intentos y por eso se miraba abatido e incluso se podría decir que el humor del él se notaba cabizbajo.
Por otro lado, el cuerpo de ministros se encontraba laborando cada una de las tareas para las que se les había asignado, incluso se les podía ver caminar de un lado a otro en grupos pequeños mientras discutían temas de relevancia mayor, temas que eran considerados importantes para subsistir como especia, como mundo independiente dentro de un universo sin punto final.
Así como los ministros caminaban por el palacio como si nada pasara los miembros de la Corte intentaban hacer lo mismo y actuar con la normalidad que se supone había dentro de Elfman y con el sucesor en búsqueda, los preparativos para la bienvenida oficial de este y para la toma de poder se encontraban en proceso; fueron muchas la ocasiones en las que los Elfmanian encargados pidieron audiencia para conversar, sin embargo, aunque fueron muchas las ocasiones también resultaron ser la cantidad de veces en las que fueron rechazadas.
Era claro que les parecería sospecho, pero no desconfiaron de aquellos que eran los líderes supremos porque sabían que bajo toda acción había un motivo por el cual se actuaba en consecuencia.
Las lecciones de los sucesores fueron aumentando en dificultad y aunque Erza se vio un poco complaciente con los recién llegados, no mostró menor exigencia. Fueron entrenados con dureza para que aprendieran a controlar la fuerza, el temperamento y la voluntad que dejaban atrás cuando al dejarse llevar por las emociones que los invadía en los momentos en los que más débiles se sentían liberaban la fuerza del poder que poseían.
La dificultad que había entre los tres poderosos y aquellos en que su poder se limitaba era notoria. Nictofilia fue entrenada con mayor dureza que al tratarse de Estigmatofilia y Dendrofilia, y aunque estos también fueron entrenados con la rudeza de una temible tormenta y la fuerza de las cinco llamas del mal, para la joven que una vez se refugiaba entre los árboles de un pequeño bosque en una gran ciudad; pareció ser nada. Los niveles de dificultad en los entrenamientos de combate cuerpo a cuerpo subían y bajaban según el temperamento que tenía su instructor; las lecciones de hechicería, pociones y magia resultaron ser las más abrasadoras pues el cansancio mental hizo que al terminar cada uno de los días que habían transcurrido sin noticia o avance alguno sobre los que permanecían en el limbo, cayeran rendidos y con el cuerpo molido y palpitante de dolor.
Había días más duros que otros, pero cada uno era aprovechado para explorar el límite de su fuerza de voluntad y de su capacidad para sobrellevar las temibles tenciones a las que Kiebuck los podría orillar.
Fue la fuerza mental prioridad para MystῘcus y la fuerza corporal para Erza, lo que hicieron que siempre los estuvieran evaluando y sometiéndolos a combates entre ellos para saber en que debían mejora.
Todo parecía marchar correctamente, nadie mostraba signos de cansancio y fatigo por la vida nueva que habían adquirido, incluso aquellos que se encontraban reacios a renunciar el pasado que les obligó a pensar y madurar de manera abrupta aceptaron con honor y valentía lo que se encontraba ahora escrito en el libro de sus vidas.
Juvia abatido por la desesperación de no saber que hacer se mantuvo al margen del entrenamiento que recibían los sucesores, visitó cuantas veces los rayos de luz centellantes de Mallva se lo permitió, a los sucesores que aún permanecían en el limbo de la situación.
Se le escuchó gritar, maldecir e incluso hubo quienes dijeron que lo habían escuchado llorar. Perseguido por la voz errante de una joven, por las noches buscaba consuelo carnal, emocional y pasional de la joven primer-poderosa; búsqueda que los llevó a unir sus caricias en interminables sesiones llenas de un amor que sabrían jamás volvería a tocar los rayos de luz.
Pasarían las noches siguientes envueltos en sábanas entre besos infinitos y luz de Azurza cubriendo el pecado de romper con las reglas, pero sobre todo pasarían las noches siendo asechados por el intruso sin rostro, sin imaginarse que pronto la tranquilidad se vería despojada y con la amenaza de una nueva batalla contra el temible Kiebuck.
Contra el bien de la tierra.
Vīgintī trēs (23)
El ánima de la voz y el trance de la verdad.
Era un día común para los sucesores que se encontraban bajo entrenamiento constante, era un día donde parecían todos encontrarse en paz y enfocados en mejorar la velocidad, el tiempo, e incluso la estrategia que habían puesto en práctica el día anterior a este y los anteriores al mismo.
Los rayos de Mallva habían sido opacados por una neblina inquebrantable que anunciaba la temporada de siembra y cosecha. Los sucesores caminaban apresurados en dirección al gran salón en donde practicaban cada acto mágico que pudiera servirles de apoyo para luchar. Una vez habían llegado al lugar sin esperar las órdenes de MystῘcus o Khalifa se acomodaron es sus respectivos puestos y abrieron los libros que habían sido elaborados específicamente para ellos, comenzaron a leer y de manera inmediata se movilizaban entre el gran salón para adquirir cada una las hiervas, plantas o flores que les hiciera falta para comenzar con la poción del día.