Forum Filias 1. El comienzo de una era y los tres poderosos.

Vīgintī trēs

El ánima de la voz y el trance de la verdad.

Era un día común para los sucesores que se encontraban bajo entrenamiento constante, era un día donde parecían todos encontrarse en paz y enfocados en mejorar la velocidad, el tiempo, e incluso la estrategia que habían puesto en práctica el día anterior a este y los anteriores al mismo.

Los rayos de Mallva habían sido opacados por una neblina inquebrantable que anunciaba la temporada de siembra y cosecha. Los sucesores caminaban apresurados en dirección al gran salón en donde practicaban cada acto mágico que pudiera servirles de apoyo para luchar. Una vez habían llegado al lugar sin esperar las órdenes de MystῘcus o Khalifa se acomodaron es sus respectivos puestos y abrieron los libros que habían sido elaborados específicamente para ellos, comenzaron a leer y de manera inmediata se movilizaban entre el gran salón para adquirir cada una las hiervas, plantas o flores que les hiciera falta para comenzar con la poción del día.

Movilizándose entre pequeños pasillos con estantes tomaron lo que les hiciera falta para una poción de sanación inmediata. MystῘcus y Khalifa observaron cómo los sucesores pasaban de tomar Arom como desinflamante, Amaranthus hybridus para suavizar el sabor de la flor Datura utilidad como cicatrizante a barro del río Zucc.

─ ¡Detente Nictofilia! ─dijo Khalifa ─ ¿Acaso no estas prestando atención a lo que haces?

Nictofilia no sabía que era lo que sucedía y que es lo que estaba haciendo mal, no sabía que si depositaba esas pequeñas hojas que pertenecían al árbol de ignis el lugar ardería y todo aquel que residiera en Elfman fuese testigo de cómo una de las edificaciones más antiguas del todo el universo se ve consumido por las llamas del fuego más abrasador y feroz que alguna vez llegó a existir.

─No entiendo que es lo que estoy haciendo mal ─admitió.

─Eso es notorio, Nictofilia ─contestó Khalifa ─, estabas a instantes de hacer arder el lugar por no estar concentrada en lo que haces. Te aconsejo que hagas que tu mente se venga a sentar aquí contigo y que dejes libres cualquier cosa que te aseche; no puedes venir aquí a practicar con nosotros si no te encuentras dispuesta a entregarle toda tu atención a la plantas, raíces, posiciones y conjuros que se practican y preparan aquí.

Nictofilia escuchó a la ministra en silencio y no interrumpió jamás la reprimenda que le estaba dando, ella sabía que tenía razón.

Cuando ella terminó de hablar, Nictofilia se disculpó y pidió que la dejara retirarse del lugar para ir a meditar sobre lo que estaba a punto de hacer. Salió en silencio luego de que la ministra aceptara que se retirara, caminó como era de costumbre con mucho sigilo y se dirigió hacia una de las salas de entrenamiento pensando en que si no podía concentrarse en seguir las recetas para las pociones, al menos podría intentar concentrarse en su rutina de acondicionamiento físico.

─Eso fue vergonzoso, Nic ─habló de nuevo el ánima de la voz ─. Yo creo que ahora sí, la has liado.

La chica se detuvo, sabía que eso no pudo haber dicho, sabía que ella no tenía la capacidad de materializar de esa manera su conciencia al menos no como Dendrofilia que le consideraba de vez en cuando demasiado entrometido.

─Dendrofilia, por favor déjame tranquila ─pidió la nada.

─Yo no soy Dendrofilia.

─ ¿Entonces quién eres? ─preguntó a la nada nuevamente.

─Solo soy un ánima ─contestó.

No le contestó, pero la duda de saber que era aquello que le había hecho ver de nuevo lo vergonzosa de la situación que había protagonizado en el gran salón donde estudiaban las pociones hizo que el enojo volviera ante su falta de concentración.

Entró a la sala de entrenamiento y notó como había por lo menos un par de los Guardianes que sabían de su existencia, pasó de ellos sin siquiera saludar y se dirigió al vestidor que habían acondicionado para las mujeres dentro de los sucesores. No tardó en cambiarse y dirigirse hacia donde se encontraban cada una de las pesas, sacos, espadas, cuchillos y arcos para comenzar con el entrenamiento.

Calentó por un buen rato mientras en su mente se veía invadida por los continuos pensamientos que específicamente ese día habían decidido atacarla e impedir mantenerse concentrada. En el momento en que el calentamiento había sido terminado no dudó ni por un segundo caminar directo hacia los arcos de flecha.

Tomó uno junto con sus respectivas flechas y acomodándoselas en la espalda se dirigió justo donde se encontraban las dianas para disparar. Quiso retar cada uno sus sentidos para convencerse de que no había algo mal en ella y que sea lo que fuese que la estuviese fastidiando no era motivo para sentirse infame e indigna de la oportunidad que se le había brindado.

Disparó la primera flecha y ni siquiera estuvo cerca de atinar en medio de la diana, con fastidio tomó una nueva flecha y la acomodó en el arco para comenzar de nuevo y apuntar nuevamente. Se ordenó estar calmada y respirar profundo, tomó firmemente la cerda y la llevó hasta sus labios mientras miraba el objetivo al que deseaba atravesar.

Estuvo mucho tiempo meditando, pensando y evaluando las probabilidades de lo que podría pasar, pero sabía que el que se mantuviera mucho tiempo viendo la diana y tensando la cuerda no haría que esta dirigiera la flecha. Parecía que solo trataba de encontrar el momento perfecto para colisionar la fuerza otorgada por una cuerda tensa en algún punto de la diana.




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