Forum Filias 1. El comienzo de una era y los tres poderosos.

Vīgintī quattuor

Todo en contra, todo a favor.

Luego de que Nictofilia rebelara lo que había visto en el trance en el que había estado, Juvia logró llevársela a su alcoba envuelta entre sus brazos permaneciendo así por mucho tiempo.

No hablaron mucho, él solo le pidió que descansara prometiéndole que él velaría su sueño, que vigilaría que nada le pasara mientras él se encontrara a su lado.

No pasó mucho tiempo para que alguien tocara a su puerta y que esta se abriera dejando al descubierto el escenario donde el amor prohibido hacia acto de presencia; sin preocuparle quien pudiera ser dejo este entrara y se mantuvo de recostado a un lado de su amada.

Khalifa, quien era la que había entrado a la alcoba de Juvia miró a la chica durmiendo y a Juvia a su lado protegiendo su sueño.

─ ¿Cómo está? ─preguntó en voz baja.

─Ella está bien ─contestó ─, lo que me preocupa es lo que nos dijo que vio.

─A todos nos preocupa, Juvia ─le dijo ─. Cinefilia ya ha sido instalada, pronto todos serán trasladados a un ala del palacio a sus nuevas alcobas.

─Bien.

Juvia miró el rostro pacífico de Nictofilia y asegurándose de que estuviera completamente dormida se levantó de su cama y le pidió a Khalifa que la acompañara afuera.

─Debes llamar a Sengua ─le pidió ─. Ella podrá entrenarlos con más precisión y acierto respecto a los aliados de Kiebuck y el propio Kiebuck.

─MystῘcus sabe eso ─contestó ─, debes prepararte y prepararla a ella. Sabes que no pueden mantener esta relación.

─Lo sé ─contestó el joven ─, hablaré con ella cuando se encuentre despierta y haya descansado.

─Bien, confío en ti Juvia.

Khalifa se marchó del lugar y dejó a Juvia solo en el pasillo meditando cada una de las palabras que había recibido.

Era cierto, esta falsa ilusión acerca de ellos dos manteniendo una relación luego de ser presentados ante el pueblo de Elfman y haber obtenido el poder de MystῘcus era imposible.

Habían pasado varias horas cuando un corazón se escuchó romperse en cada uno de los pasillos del palacio. Pasaron unas cuantas horas más hasta que de MystῘcus por fin aceptara que Sengua era la única opción de los sucesores para ser entrenados, y más teniendo a una nueva recluta sin ningún tipo de conocimiento. O al menos eso parecía.

Parecía que todo estaba en contra, dos sucesores sumidos en un profundo sueño, una recién llegada sin conocimiento alguno sobre la técnica de combate o si quiera la forma correcta de empuñar un arma Elfmanian además de las procedentes de Gerd.

Nada de lo que sucediera parecía salir bien para el viejo protector de todo el universo.

MystῘcus caminaba de un lado a otro en algún pasillo dentro del palacio mientras pensaba en que podía hacer, así que estuvo por al menos unos minutos más hasta que los pasos de alguien lo detuvieron logrando que saliera del trance en el que inconscientemente se había sometido y que observara hacia todos lados. Al no ver nada y seguir escuchando aquellos pasos cayó todo pensamiento que recorriera su mente y se concentró en tratar de descifrar de dónde venían aquellos pasos.

Estaba seguro de que no había escuchado mal, así que alerta y abierto a que podría suceder cualquier cosa extendió su mano frente a él y al cerrar su mano su fiel compañera de guerra apareció para brindar apoyo en caso de necesitar ser utilizada.

Para aquel merodeador que decidió observar por un momento a aquel ser extraño le pareció más que increíble y emocionante ver como la magia de la que había oído hablar en muchas ocasiones era real. Ante los ojos del merodeador parecía ser solo un alma vieja más, pero sabía que luego de ver un poco el actuar de su magia significaba que esa alma que se apagaba un poco más aún permanecía fuerte ante lo que pudiera pasar.

La espada que en sus manos firme sostenía era hermosa, la hoja afilada que la conformaba se encontraba grabada con hermosas enredaderas florares junto con alguna especie de inscripción antigua gravada. Esta ante los ojos del curioso le era bastante parecida a aquellas espadas que utilizaron los templarios de plata o puede que se pareciera más a la que en su momento William Wallace empuñó y ondeó con destreza.

Era obvio que se trataba de una hermosa espada desenvainada de la nada con una hoja de metal desconocido reluciente del poder que posee en sus entrañas. Grabados preciosos en su empuñadura como la inscripción antigua que permanecía en el centro de la hoja.

─Por el bien de aquel que osa espiar ─habló MystῘcus sosteniendo con firmeza a su fiel compañera ─que se deje ver en este preciso momento.

No hubo respuesta por parte del merodeador, sin embargo, que no la haya habido no significaba que este permanecería más tiempo oculto en las sombras.

─Es una bella espada ─habló Doreli

─No deberías estar con Sengua, Doreli ─dijo MystῘcus una vez logró verla tras escuchar su voz ─. No puedes pasear por el palacio como si nada.

─Nadie me vio MystῘcus.

─Puede que haya sido así esta vez, querida ─le respondió ─. Ahora dime, ¿Qué haces merodeando por el palacio?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.