El nacimiento es la parte más importante de todo el universo, con el nacimiento la vida que yace en él aprende a ver que la evolución es posible, pero siempre ha habido algo más importante y letal que el nacimiento. La muerte.
Desde hace miles de millones de años, la vida y la muerte han luchado sin parar por apoderarse de algo o de todo, causando miedo a aquellos que no saben que esperar luego de que su alma abandone el cuerpo que le ha sido prestado.
La muerte también ha causado enojo y sed de venganza cuando la vida ha sido arrebatada por la brutalidad de un alma corrompida que se entregó a los deseos del corazón y de la mente, mismos que fueron creados tras la idealización de una vida mejor bajo las reglas del querer y no del deber.
Son infinidades la razones que hay tras la muerte y la vida, pero más allá de toda la constante lucha entre aquellos no comprenden la verdadera importancia, se encuentra el nacimiento, es decir, la verdadera clave de la existencia de todo lo que se conoce.
No hay nada más poderoso que el momento en que nace un nuevo ser de luz, ser de vida o ser de maldad. No hay acontecimiento más asombroso que el propio nacimiento pues sin este suceso extraño e inexplorable no habría lo que nosotros como individuos del universo llamamos vida.
Es la ley de la existencia, la Ley del ser. Ser lo que es y debemos ser.
Kiebuck pese a tener un alma corrompida y llena de maldad y haber nacido como ser luz y vida hace tanto tiempo, ha sido de los pocos que conoce la verdadera importancia de la existencia y del ser.
Sí, claro que es difícil comprender como es que pese a la maldad que yace dentro de él puede comprender algo tan sagrado como la Ley de la existencia o la Ley del ser o el mismo nacimiento, pero hay que recordar que ningún ser nace siendo malo y con el alma corrompida, que la maldad es algo que con el paso de los millones de años se ha vuelto inexplicable e incomprensible.
Muchos creen que se debe a la antigüedad de las profecías en manos de aquella raza que hasta estos tiempos protege al universo que hoy conocemos, otros simplemente dicen que la maldad se creó con él. Pero sea cual haya sido el motivo que lo orilló a convertirse en digno representante absoluto de la maldad, había unos cuantos, que creían que el motivo de su conversión y renuncia a la luz, la vida y la bondad se debió a que se convirtió en uno de los pocos o puede que en el único que entienden el nacimiento, la Ley de la existencia y la Ley del ser.
Que ese conocimiento fue suficiente para que su alma, aunque sabía, se volviera débil y quebradiza por la sabiduría que había adquirido. Es decir que desde su nacimiento su alma jamás había sido lo suficientemente fuerte para hacerlo seguir siendo un individuo de luz, vida y bondad.
Claro que no muchos aprobaban dichas palabras y mejor eran silenciados los limitados valientes que se había atrevido a hacer saber lo que en su mente se veía como la razón perfecta del por qué había nacido Kiebuck; pero en entre esos pocos rezagados y silenciados cabía realmente la sospecha de que sus palabras eran verdad. Nadie les conocía porque en el momento en que los grandes mandatarios que se encontraban gobernando y cuidando del universo desde el inicio de los tiempos, decidieron ocultar su rostro y existencia por temor a que el gran y temible de Kiebuck fuera tras de ellos.
Fue tan grande el miedo que borraron todo rastro de existencia que había de sí mismos, algunos de los Elfmanian que los conocieron y fueron valientes de hablar de ellos fueron tildados de locos e incluso de poseer una gran imaginación; por lo que su existencia se limitó a convertirse en una leyenda a voces. Voces que con el pasar de los años la convirtieron en un canto que perduraría hasta el final de los tiempos.
Y algo era seguro, tras escuchar dicho canto había preguntas que llegaban a las mentes e incluso a las bocas de los Elfmanian que recién la conocían e incluso de los oyentes de antaño.
“Sí Kiebuck realmente era un ser de maldad y oscuridad que conocía la importancia del nacimiento como la Ley del ser y la Ley de la existencia ¿Por qué con esa inmensidad de poder que hay tras de él no acabó con ellos?”
La pregunta siempre fue la misma, aunque dicha de distintas maneras a lo largo del tiempo, sin embargo, siempre hubo una sola respuesta que todo Elfmanian conocía.
“Kiebuck así lo deseo.”
Pareciera extraño, pero ciertamente había razón en dichas palabras. Era lógico que un alma que era conocida ante todos en el universo como fuerte e indestructible no necesitara de algo tan simple y banal como una teoría absurda sobre el porqué se volvió lo que es, es decir, un ser temido capaz de destruir todo a su paso incluso el mismo universo, si él así lo que quería.
Sin embargo, para sorpresa de muchos que hoy pueden leer esta leyenda, Kiebuck no tenía un alma fuerte e inquebrantable pues aquellos que un día desaparecieron y ante quienes los conocían se volvieron Manes, aquellos que lograron saber cuál era la verdad; habían indagado tanto durante un largo periodo antes de siquiera externar aquella teoría que parecía descabellada por quienes los silenciaron, que fue cuestión de tiempo para que pudieran deducir la razón por la cual habían huido y desaparecido.
El alma de Kiebuck siempre fue débil y quebradiza, ese hecho daba a pensar que ante los ojos del creador él no fuera importante como para tomar la decisión de no prestarle atención. Vaya error.