El secreto de Sengua
Fueron ocho los elegidos por el universo para poder cuidar de Gerd, Elfman y todo lo conocido en el universo. Ocho individuos nacidos en Gerd que por sí mismos pudieran representar una amenaza para su raza. La humanidad, y aun así hoy son incapaces de poder controlar el poder que vive en ellos en su totalidad.
MystῘcus, Khalifa, Erza, Juvia, Gerandius y Sengua son quienes hoy darían su vida por ellos y trabajan día y noche para poder instruirlos, entrenarlos y prepararlos en áreas en donde muchos se decían incapaces de poder llevar a cabo debido al estilo de vida que en el pasado llevaban. Los mismos que temían que en el momento menos esperado MystῘcus pudiera caer de nuevo en un sueño profundo y este representara el fin de una era, sin antes poder otorgarles a cada uno de los sucesores el poder que por genética les correspondía; dejando así el camino libre a Kiebuck y a los Malum para poder adueñarse de Elfman y posiblemente el Universo.
Imposible saberlo cuando el más grande de todos como peligroso se encontraba en algún punto del Universo resguardado de todo y de todos.
Cada uno de los jóvenes que ahora vivían a merced de un mundo y raza que hasta hace poco desconocían pasaban cada minuto de sus días entrenando, ejercitándose, leyendo y memorizando todo lo que su mente pudiera retener e incluso lo que no. Pronto lograron poder hablar el dialecto que los Elfmanian hablaban, una especie de latín antiguo y con esa virtud en su poder, pronto sería el momento en que fueran presentados ante todo el universo pero especialmente ante los Elfmanian como los defensores de Gerd, la Tierra conocida por los sucesores, Elfman su nuevo hogar y cada uno de los mundos restantes como los confines del universo que aún no se habían podido conocer.
Era la alianza máxima que en el inicio de los tiempos se había forjado y que en la actualidad pendía de un hilo por temor a que los ciudadanos de los nueve mundos rechazaran.
Aunque Gerd no tuviera idea de lo que sucedía.
Hoy tres de los ocho sucesores eran los más aptos para poder ayudar a preparar a los cinco restantes, mismos que con el pasar de Mallva y Azurza su fuerza fue incrementando, dejando en manos del pasado las personas que eran. Uno de ellos enojado con la vida por hacerlo sufrir sin razón aparente pero agradecido de tener todo lo que poseía, otro feliz con el paraíso que poseía con solo caminar un poco, pero temeroso del legado que un día debía heredar; y por último aquella joven quien vivía atormentada de lo que podía causar, de lo que era capaz de hacer y de la sombra que parecía no dejarla en paz, persiguiéndola a donde sea que se dirigiera.
Ya no eran humanos con temor del que pudiera pasar, al contrario, se habían convertido en fuertes sucesores dignos del poder que estaban por heredar. Poderosos a tal grado que pudieran acabar con una horda de Malums, es decir, aliados de Kiebuck, incluso puede que pudiera destruir al mismísimo Kamel, uno de los Malum principal resguardado tras los muros del Palacio, confinado a una tortura eterna bajo la esperanza de poder saber en dónde se encontraba Kiebuck. Inteligentes que hoy disfrutaban de lecturas con cientos de leyendas de un Elfman de antaño, por la época de los inicios del tiempo, la Era del sufrimiento y la resiente Era de la luz gracias a un Elfmanian que hoy es llamado Gran Maestre.
Sin embargo, como en toda búsqueda por la paz y acabar con Kiebuck siempre había la posibilidad de que disputas se dieran entre aquellos que pronto se convertirían en protectores y reyes legítimos de todo, y quienes los guiaban para ser dignos del poder y del trono que estaban por tomar.
Más allá de que algunos no dieran todo en el entrenamiento, se encontraba la latente hostilidad entre Nictofilia y Sengua quien no dudaba en llegar a ser cruel con algunos de sus compañeros, es decir, con las Filias más débiles.
Nictofilia sabía que debía de tener mano dura con ellos, pero no en ser cruel al grado de golpearlos y tentarlos a que sus poderes se hicieran presentes más aun cuando algunos de ellos no tenían control sobre ellos. Era peligroso someterlos a mucho estrés o actividades que de una manera u otra les recordaba la crueldad de sus vidas pasadas.
El Fénix era uno de ellos, uno de los que debían tener cuidado porque no sabían cómo sería su reacción, mostraba control, pero Nictofilia sabía que ese control no era eterno, además de que no le cabía duda de que en algún momento a causa de las medidas extremas de Sengua pudiera sentirse amenazado y convirtiera todo en ceniza si así lo deseaba, justo como sucedía cuando se encontraba en la Tierra. Atrapado y encadenado dentro de ese departamento.
Ni hablar de la pareja que hasta hace poco permanecían en un sueño, por temor a ser separados y heridos. Ellos en verdad eran peligrosos, más Selenofilia que no dudaría en defender a su amado si veía que la situación lo ameritaba e irse de Elfman no sin antes borrar todo rastro de ellos.
Ninguno de los ministros, como MystῘcus o el mismo Gerandius quería que eso pasara es por eso que permitieron que Nictofilia vigilara el entrenamiento de los cinco con la única orden de cuidar de que ninguno fuera sobre entrenado o expuesto a grandes niveles de estrés.
─ ¿Qué haces aquí Nictofilia? ─preguntó Sengua sin despegar la vista de la arena en donde se encontraban Polo y Quirina luchando cuerpo a cuerpo.
─Supongo que lo sabes Sengua ─respondió Nictofilia mientras caminaba hacia un extremo del salón donde pudiera observar todo ─, vengo a vigilarte.